La palabra locura se escuchó muchas veces ayer durante el espectáculo final del Circo Fest. Y hace mucho sentido. Hay que estar un poco loco para subirse a un uniciclo mientras se balancea una bola de plástico sobre un delgado cilindro y, sin perder la concentración, animar al gentío que observa sorprendido.

También hay que tener una buena dosis de locura para caminar en puntas sobre botellas de cristal que podrían romperse en cualquier momento o atreverse a tomar el micrófono para soltar bromas cuando las nubes grises amenazan con desahogarse encima del equipo de sonido y de la gente.

Pero la locura, cuando tiene un buen propósito, logra maravillas. Por eso ayer, cuando la lluvia comenzó a caer sobre la tarima donde cerró la cuarta jornada del Circo Fest, en el Parque Luis Muñoz Marín, muchos niños, jóvenes y adultos no se marcharon de inmediato. 

En un gesto espontáneo decidieron llegar hasta los artistas para -como es tradición en este tipo de evento artístico que se realiza alrededor del mundo- recompensar con aportaciones de su bolsillo la actuación de cada uno de ellos. 

“Este es el público que va a permitir que en todas las calles y espacios de Puerto Rico sigan naciendo artistas. Artistas que, de a poco, van a ir cambiando la realidad de este país porque, entre todos, lo podemos conseguir”, exclamó Maximiliano Rivas, uno de los cuatro organizadores del evento realizado por la Asociación ACirc. 

“Esta locura que hoy se está llevando a cabo es gracias a ustedes y por ustedes”, dijo emocionado en agradecimiento a los asistentes, que aplaudieron cada uno de los actos que pudieron realizarse durante una hora, antes del aguacero que impidió continuar con el programa.

Bajo la lluvia, Rivas aprovechó para dar gracias al municipio de San Juan por apoyar año tras año la actividad que se ha convertido en un evento esperado por miles de familias dentro y fuera de la ciudad capital.

Este año, la minigira del evento -que incluyó talleres gratuitos- llegó hasta los municipios de Culebra, Loíza y Mayagüez. 

Treinta y un compañías puertorriqueñas presentaron su espectáculo junto a artistas de ocho colectivos internacionales provenientes de Israel, Polonia, Suiza, Italia, España, Guatemala, Canadá, Estados Unidos, Chile, Argentina y Brasil. 

El evento, que comenzó como un sueño de “unos locos” que aman el arte, ha logrado aglutinar también a sobre 130 voluntarios que aportan tiempo o dinero para lograr llevar a cabo el festival. Entre ellos se encuentran muchos sanjuaneros y personas de todo el país, pero también artistas como Francis Gadbois, canadiense que el año pasado presentó su acto en la Isla y quedó tan cautivado con la entrega de los organizadores que decidió regresar este año simplemente a aportar. 

“Este es mi trabajo. Viajo alrededor del mundo a hacer mi función en diferentes festivales. Cuando llegué a Puerto Rico pude sentir que este festival tiene algo muy especial. Pude ver lo duro que trabajan sus creadores”, explicó el artista, quien siente que encontró una familia de amigos aquí.

Por su parte, Fede Scoch, artista de Argentina, también elogió todo el esfuerzo “de cuatro locos que intentan seguir un sueño para hacer una cosa maravillosa, un regalo para los niños, los adultos y los ancianos”.

 Entre el público que observaba la función había, en efecto, gente de todas las edades y de diversos pueblos, incluyendo Humacao, Río Grande y Naranjito. Sus rostros eran un reflejo de lo que ocurría en la tarima. “Ay, ay, ay...” se escuchaba cuando los artistas realizaban una movida atrevida. Mientras, los aplausos y las risas eran la respuesta cada vez que los talentos lanzaban sus chistes y ocurrencias.

 “Mira alrededor. La gente no está en su casa, viendo televisión. Está compartiendo aquí, sin importar su edad”, opinó Jenifer De Jesús, quien llegó al parque junto a su esposo y sus hijos de 7 y 13 años.

En familias como la suya, y tantas otras que apoyaron el festival, la locura -este tipo de locura pintoresca y divertida- será siempre bienvenida.