No hay tal retiro o al menos no de forma absoluta. Para el actor Daniel Lugo, el retiro no es un número en su lista de cosas por hacer. El cine, la televisión (al estilo pantalla grande) y el teatro siguen siendo su fuente artística. A lo que le dirá adiós será al escenario local.

Su participación en la obra “Aeroplanos” junto con Carlos Esteban Fonseca será su despedida de las tablas puertorriqueñas, en las que inició una trayectoria que ya alcanza seis décadas.

“Los actores, por lo menos yo, no pienso retirarme nunca. La vida me retirará cuando me toque pasar a otro plano”, dijo.

La decisión de no volver a actuar para el teatro puertorriqueño tiene que ver con logística, pues hace 30 años que no reside en la Isla y el traslado para efectos de promoción y ensayos cada vez se le hace más complejo. “A mi edad (78) ya es un poco sacrificado”, comentó.

“El tipo de teatro que me gusta, llamémosle serio, puede ser humorístico, porque en esta obra ‘Aeroplanos’ la gente se va a reír mucho, pero se va a reír por cosas humanas de estos dos hombres ya mayores. No se va a reír por chistes o por cosas astracán, sino por cosas muy humanas y se va a emocionar también, porque es muy emotiva. Como ese es el tipo de teatro que me gusta, que requiere de ensayo y no puedes venir y hacerlo un fin de semana e irte, por eso es que hemos dicho que esta es mi retirada teatral de los escenarios de Puerto Rico”, expuso.

Lugo vive desde el año pasado en Fort Lauderdale, Florida, junto con su esposa Maigualida, con quien se casó hace 37 años. Previamente vivió en Miami, Los Ángeles (California) y Venezuela, no obstante, mantiene conexión con la Isla a través de familiares, amigos y la prensa.

A Puerto Rico lo observa “desmejorado” en su infraestructura y a muchos de sus coterráneos “incómodos” internamente.

“De alguna manera reflejan un mal humor innecesario”, comentó el histrión, que igualmente ve una deformación en el lenguaje cotidiano boricua. “(Puñ...) a mí eso me parece horrible, innecesario, y eso, frente a otros hispanoparlantes, nos hace ver como un pueblo poco desarrollado, poco culto, poco dado a la lectura y a la cultura, y eso me duele”, opinó el voraz lector.

“Pero entiendo la condición de nuestro país. Cuando a uno le toca recorrer el mundo te empiezas a dar cuenta de muchas cosas que aquí adentro la gente no se da cuenta”, subrayó.

De la patria extraña a los amigos, especialmente a aquellos con los que creció en Caguas. Atesora sus experiencias en la Fraternidad Juvenil Acacia y en la Sala Teatro Teguax, que dirigía Tony Rius. Fue en la última donde despertó su ilusión por la actuación. De aquel joven, afirmó, queda todo.

“Más viejo, pero queda todo”.

Soy muy limitado como actor, porque soy únicamente actor. Puedo hacer comedia, hacer drama, pero no puedo cantar. Las veces que me metieron a hacer algo de cantar fue un desastre. No soy buen bailarín tampoco. Bailo las cosas que baila todo el mundo, pero nada más”

-Daniel Lugo, actor

El artista, ahora con el cabello canoso rozándole los hombros, salió a trabajar fuera de Puerto Rico por primera vez en el 1973, específicamente a Perú. Desde esa vivencia entiende que los actores y actrices boricuas tendrían que emigrar para un mayor crecimiento artístico.

“Veo la televisión aquí y todo es muy parecido; comedias, comedias, comedias, casi siempre repetitivas, donde no hay realmente que actuar, sino gritar, reírse, saltar. No lo digo peyorativamente, no es una crítica. Yo entiendo por qué ocurre eso, entiendo las limitaciones del país en muchos aspectos, pero me gustaría que esa gente que tiene talento tuviera un universo mucho más amplio donde desarrollarse. El que se tiene que quedar aquí, repitiendo, no logra el máximo de su desarrollo”, apuntó el admirador de los actores Raulito Carbonell y René Monclova.

Igualmente se nombra admirador del rapero Residente (René Pérez). “Me siento orgullosísimo de René Pérez y el país se debería sentir superorgulloso de ese muchacho. El planeta entero lo está aplaudiendo hoy día, porque el talento de ese muchacho es muy grande”, resaltó.

El desarrollo en la industria del cine en Puerto Rico lo ve positivo. La película “Picando alante”, de Teatro Breve, la vio tres veces y añora ver “La pecera” (primer filme puertorriqueño nominado a los premios Goya).

“Veo que (el cine) se está desarrollando y se va a desarrollar. Hay generaciones nuevas que están echando pa’ lante. Ahora falta que las instituciones debidas apoyen eso”, puntualizó.

En la obra "Aeroplanos" es uno de dos viejos en los 80 años que aún disfruta de una amistad que nació a temprana edad y que ahora enfrenta los retos de la vejez.
En la obra "Aeroplanos" es uno de dos viejos en los 80 años que aún disfruta de una amistad que nació a temprana edad y que ahora enfrenta los retos de la vejez. (Alexis Cedeño Laboy)

En sus 60 años de carrera actoral, Lugo ha cosechado satisfacciones e insatisfacciones. Agradece el respaldo que siempre ha sentido por parte del público puertorriqueño, sin embargo lamenta que muchos de los trabajos que realizó en otros países no se conocieron aquí.

“Muchos trabajos que he hecho en América Latina aquí no se han visto. Muchos de ellos son de los que más orgulloso me siento y aquí no se han visto. Aún así, el público puertorriqueño siento que me quiere, me lo demuestra. Yo me siento querido, protegido aquí, por la gente, la gente común. El establishment no tanto, porque a mí me gusta hablar sin pelos en la lengua y el establishment puertorriqueño en eso es un tanto (...), eso tiene que ver con una condición colonial que arrastramos, y entonces hay gente que, ‘mira lo que dijo, debe ser quizás independentista’, y entonces, el sentimiento independentista, hace años, lo unían al comunismo. ¿Qué tiene que ver lo uno con lo otro?”, cuestionó la voz profunda que lo distingue.

Recordó que la interpretación que hizo del líder cubano José Martí (1853-1895) en una producción que se realizó en Cuba le ganó críticas a nivel local.

“En esa oportunidad me tocó conocer a Fidel Castro (1926-2016) y compartir con él en par de ocasiones. Cuando eso se supo en la prensa aquí hubo una revista que me destrozó. ¿Dónde está la cabeza de esta gente? ¿Qué sentido de lo que es el mundo y de lo que son las relaciones tiene esta gente? Bueno, pues tiene el sentido que desarrolló la gente que está metida en un lugar pequeñito, cerrado, con una mentalidad colonial”, apuntó el actor. “Yo no soy ni comunista ni un cara..., no soy político tampoco. Soy un ser humano que cotiza el mundo donde vive, que tiene sus opiniones, que hay cosas que me parecen bien y otras que me parecen mal, y que sí me hubiera gustado que mi país fuera un país más en el contexto del planeta”.

El día que Jack Black lo salvó

Retos actorales ha tenido muchos, sobre todo en el cine. Sin saber portugües, Lugo trabajó en una película de Diego de la Tejera que se rodó en Brasil. A partir de esa oportunidad audicionó para otro rol en el mismo idioma, esta vez para el filme “Envy” (2004), protagonizada por Ben Stiller y Jack Black. Estudioso de su arte, se lanzó y consiguió el personaje. Pero, ocurrió lo inesperado: el papel cambió y entonces debía hablar italiano “fluido”, rememoró.

Contó que se encerró en un cuarto por casi dos días, se memorizó el texto, asistió a la audición y volvió a lograr el papel.

Estando en el rodaje, metido en un jacuzzi con Ben Stiller y Jack Black, el director le pide que le agregue unas líneas a lo que ya había aprendido y grabado. Lugo le pidió que se lo escribiera y así Jack Black se da cuenta de que el boricua no sabía hablar italiano. “I can’t believe it, me dice”, rememoró.

Jack Black le sugirió entonces pegar el papel en una orilla del jacuzzi para que lo leyera, pero hubo un cambio de cámara y no podía ser. “Give it to me”, le dijo Black, para seguido pegarse el papel en la frente y que Lugo pudiera leerlo de allí, porque la cámara no lo descubriría.

“Ese es un detalle que nunca voy a olvidar. Primero fue un terror lo que sentí por la situación y luego este gesto de él que me lo resolvió todo”, compartió.

Eso de galán me parecía superficial y no era lo que quería ser. Yo quería ser actor, porque así fueron mis comienzos y lo que me entusiasmaba era la capacidad de crear personajes distintos y que el público lo creyera. Los personajes de galán, que hice muchos, no suelen ser los mejores en las historias”

-Daniel Lugo, artista

Para el actor de telenovelas como “Me llaman gorrión”, “Mariana de la noche” y “Mi querida Sylvia”, la apertura a la diversidad en la industria del entretenimiento le parece una acción genuina y no necesariamente “por cumplir” con unas expectativas de distintos grupos. Con lo que no concurre es con el lenguaje inclusivo por cuestión de género.

“Ese asunto de empezar a cambiar el lenguaje y que ellas, ellos y elle, a mí me parece una ridiculez innecesaria. Para respetar a una persona que siente que está en un cuerpo de un sexo que no siente internamente que le pertenezca, sino que quiera estar en otro, no tengo que empezar a cambiar el lenguaje, y donde había ‘una’ poner una e, eso me parece ridículo e innecesario. El respeto no está en eso. El reconocimiento de esa diversidad no está en una letra”, apuntó en esta amplia entrevista.

El próximo 30 de julio celebrará el cumpleaños 79, casi la misma edad de los dos viejos amigos en la obra con lo que se presenta este sábado y domingo en el Centro de Bellas Artes en Caguas. En esta etapa de vida, dijo, lo que le importa es el desarrollo de sus cuatro hijos, Liza, Tushenka, Daniel y Alejandro.

“El más pequeño tiene 29 años, pero es el más pequeño, y me tiene muy contento, muy feliz, porque es un chico brillante; se graduó suma cum laude en una universidad en Estados Unidos. Es un ingeniero de computación y está trabajando con inteligencia artificial. Pero, además, lo que él quiere ser es actor y es actor, y es excelente. Yo en eso soy bien estricto y Alejandro es un excelente actor. Ha ido desarrollándose, ya ha hecho tres películas. Ha hecho varias más, cortos y tal, pero las últimas tres... me quito el sombrero y digo, ‘es mucho mejor yo’ ”, destacó.

Al artista, lo otro que le interesa antes de irse a otro plano es dejar un buen ejemplo para las generaciones que lo sigan.

“He enfrentado mi profesión con seriedad, porque era lo que quería hacer y lo he tratado de hacer como Dios manda hasta donde lleguen mis capacidades, que no son tantas. Y creo que eso es importante, que cada quien en su vida y en su labor, ponga el máximo de lo posible”, concluyó.