Una de las parejas más famosas que tuvo la televisión cubana fue, sin duda, la de Olga y Tony. Ellos nos llegaron a través del Show de las 12 de Telemundo y de inmediato comenzamos a cantar su inolvidable himno para iniciar el espectáculo.

“Cantemos, siempre cantemos / cantemos, pues al cantar / se olvidan las desventuras, / las amarguras hay que olvidar”

De ahí pasaban a la inolvidable pregunta: “¿Cómo están ustedes”, a lo que de inmediato contestaban “lo demás no importa”.

Hablemos del origen de este maravilloso dúo que nos enseñó a cultivar un valor familiar y un gusto por las canciones suramericanas. Ambos nacieron en La Habana, Cuba, y ya en la década del 1940 hacían giras artísticas desde Panamá hasta Argentina. Estando de gira, Olga da a luz a su primera hija, Lissette, en Perú. Comenzando la década del 1950 se convierten en artistas muy queridos de la televisión cubana y nace su segunda hija, Olguita. Es en la emisora CMQ que nace El Show de Olga y Tony. Su éxito no tuvo precedentes y se convirtieron en la pareja ideal y más querida de Cuba.

En el 1961 se separaron de sus hijas, quienes salieron de la isla con la “operación Pedro Pan”. Este movimiento sacaba secretamente niños de Cuba para reunirlos posteriormente con sus familias. Olga y Tony pensaban que en cuestión de meses estarían reunidos nuevamente, pero la realidad fue distinta. Es en 1963, que Olga y Tony abandonan la isla de Cuba rumbo a México. De ahí a la Florida, donde reciben un contrato para trabajar en Nueva York y, posteriormente, llegar a San Juan en 1965.

Acostumbrados a ser transparentes, las alegrías, las tristezas, las inquietudes y las canciones se presentaban en su espectáculo como páginas de un libro que se escribía frente a los televidentes. Por eso cuando llegaron sus hijas y el reencuentro con ellas, todo fue visto por las cámaras de Telemundo. Después de todo, era la familia de todos nosotros la que recibía una gran alegría.

Puerto Rico fue la segunda patria para Olga Chorens, Tony Álvarez, Lissette y Olguita. Tony era una maravillosa voz del tango, al igual que Olga, y sus canciones nos adentraban en ritmos e historias desconocidas hasta entonces para todos nosotros. Pero con ese sentimiento familiar, también interpretaban música que a los niños les encantaban. El chacachá del tren, Las caderas de Sofía, El ratoncito Miguel, Serenata a mamá y Serenata a papá fueron canciones que todos coreamos, bailamos y entonamos.

Puerto Rico vio crecer a las hijas de Olga y Tony. Las vimos enamorarse, casarse, separarse, triunfar y convertirse en profesionales. Eran nuestro orgullo. El éxito de un amigo o un familiar siempre es nuestra mayor satisfacción. A mí siempre me gustaron como artistas y como personas. Los vine a conocer cuando ya se habían ido de Telemundo y hacían presentaciones en el mediodía, pero en el canal 11, conocido entonces como la Telecadena Pérez Perry. Gente sencilla, encantadora que sabiendo lo importante y famosos que eran, mantenían ese contacto pueblerino y un amor indiscutible por todo lo nuestro. 

Lissette y Olguita  heredaron además del talento, lo mejor de sus progenitores. Pero ellas tienen un espacio personal en mis recuerdos. Las quiero y admiro a las dos. Gente maravillosa, dotadas de un corazón gigantesco.

Tony falleció en el año 2001, después de 56 años de matrimonio con Olga. Todavía se le extraña y a Olga, cada vez que quiero verla, sintonizo su programa de radio con el mismo nombre de El Show de Olga y Tony. Con más de 90 años y con la misma dulzura y mente poderosa de siempre lo presenta cada domingo a las 5:00 de la tarde en una emisora radial en Miami. Por eso esta nostalgia alegre va por ellos. Cantemos, siempre cantemos.