En el año 1962, mientras trabajaba en una emisora de radio en Arecibo, Ramoncito Rodríguez fundó Los Andinos. Para ese entonces, solo uno de sus hijos había nacido y tenía un año.  Aquel primer grupo estaba compuesto por Felín Justiniano y Manny Rivera. Años más tarde Norman Casiano y Roberto Villafañe graban la primera producción discográfica. Hablamos del 1968, año de su primer éxito radial: Detuve el reloj. Al salir Norman, entró a la agrupación Mickey Vega y Luz Delia, otra gran cantante que se escuchó mucho en la década del setenta. Luego grabaron algunas producciones con Freddy Casiano, hermano de Norman.

En el 1971 realizaron su segunda producción musical por la que les fue entregado un disco de oro en el Teatro Puerto Rico en Nueva York. Con la canción Para que no me olvides, que le trajo Alfred D. Herger a Ramoncito, el éxito de Los Andinos subió como la espuma. Se incorpora Nate Rodríguez y se asoma un nuevo éxito con el tema Guitarra suena más bajo. En lo sucesivo, Ramoncito Rodríguez, el andino mayor, crearía su propia compañía disquera y el resto de sus producciones sería de su total pertenencia.

Un día como hoy me resulta imposible no pensar en la música de esta agrupación que cambió la forma de cantar en navidades.  Ramoncito, que nació en el barrio Río Cañas de Mayagüez, cuando terminó sus estudios se entregó de lleno a su pasión por la música y la radio. 

 Los Andinos han sido parte integral de nuestra cultura popular. Con casi cincuenta y cinco años de historia, se mantienen vigentes, grabando, haciendo presentaciones personales y alegrando el ambiente. Su imagen familiar y su extenso repertorio les han abierto las puertas de los hogares de cada lugar que han visitado en esta larga carrera de premios, éxitos y grabaciones que se atesoran.

Es para el 1975 que Ramoncito logra realizar uno de sus grandes sueños. Aquel niño que apenas decía sus primeras palabras cuando nació la agrupación, se integraba como primera guitarra y, además, la primera voz de Shela de Jesús (madre de Kany García) le daría un nuevo sonido al pentagrama de Los Andinos, logrando de inmediato colocar un nuevo éxito radial con la canción Se me olvidó otra vez, de la autoría de Juan Gabriel.  

Este talentoso artista de visión y convicción para realizar metas, consigue, además, hacer una producción con la bolerista de América, Carmen Delia Dipiní manteniendo al grupo en la ruta de los éxitos. Posteriormente grabaron una producción en homenaje a Rafael Hernández con Carmín Vega, la exquisita cantante. 

Comenzando la década de los ochenta, Nate regresa a la agrupación y graban una nueva “bomba” radial. Se trata de Recordando aquellos tiempos. Y entonces aquel sonido romántico incursionó en la Navidad y rompió todos los esquemas. 

Con canciones como La misma cosa, Tin Marín, Que no me da la gana, Con cuatro, guitarra y güiro, Asómate a la ventana, Cantares de Borinquen y muchos más Los Andinos redefinieron el sonido navideño manteniendo un respeto al público y sin dobles sentidos innecesarios.   A mediados de esta década, se une al grupo como primera voz el otro hijo varón de Ramoncito, Juan Carlos, y Machi finaliza sus estudios en el Conservatorio Real de Valencia y en el Berkley College of Music, en Boston,  manteniendo su sueño familiar y su empresa que también cuenta con la ayuda de su otra hija, Marisol en labores gerenciales.  

En esta etapa, como ha reseñado la Fundación Nacional para la Cultura Popular, se convierten en el único trío compuesto por padre e hijos.

Lo que ha logrado Rodríguez con su talento y dedicación es perpetuar esa imagen de familia aún en los momentos en que no todos los integrantes están relacionados ni hay parentesco. Pero la disciplina, el respeto y el oficio siempre están presentes y ha sido su norte.  Hoy día, por ejemplo, Manolo Ruiz, quien desde el año  2010 es la primera voz, ha mantenido ese brillo tan necesario para permanecer en el gusto popular.

A Los Andinos les falta mucho todavía por ofrecer. Cada vez que los escuchas sientes un orgullo de ver triunfar a uno de los nuestros.  Ramoncito es el hombre noble, el puertorriqueño cabal, honesto que solo ha levantado su voz para llevar melodías. Que ama su patria, su familia, su gente y su música, y que defiende su legado. Para ellos y para todos ustedes una Feliz Navidad. ¡Hasta la próxima!