Ayer celebré mi onomástico número 55 y nunca imaginé que iba a ser tan especial. Por ser un lunes, y el interés que generó el asunto del eclipse, pensé -equivocadamente-  que la gente estaba muy pendiente al fenómeno astronómico y que el martes recibiría unos pocos mensajes de amigos disculpándose pues “se les pasó” la fecha.

¡Qué bueno es estar equivocado a veces! Mi esposa, hijos, compañeros de trabajo, amigos y seguidores en general hicieron de este día uno maravilloso.

Entre las sorpresas recibidas, la más notoria fue la colocación de 55 vallas electrónicas distribuidas en las cuales me felicitaban y a la vez anunciaban mi concierto de aniversario a celebrarse en el Coliseo José Miguel Agrelot -mejor conocido como “el Choli”-, 40 ...y contando. 

Al ver la primera, a la altura de la avenida  Domenech, me fui en un viaje de nostalgia que me hizo hacer un inevitable recuento de mi carrera y mi vida personal.

Anécdotas, personajes, lugares, eventos pasaron por mi mente mientras algunos sufrían el tapón del mediodía. Yo me sonreía recordando lo grato de estos 55 años de edad y de mis primeros 40 como cantante.

No hay duda de que este oficio de cantante le da un sabor diferente a la vida y te permite vivir experiencias que quizás no hubiese podido vivir con otro oficio o profesión.

La frase puede ser un cliché, pero es muy cierta: “Se dice fácil, pero no lo es”. Cumplir años y celebrar 40 años de carrera es un logro personal que atesoro.

Dedicarte en cuerpo y alma a cumplir tu sueño, encontrar ángeles en el camino que te ayudan a adelantar el camino y poder ver el fruto del esfuerzo, es una bendición.

Tener la oportunidad de que tu música cale en el corazón de la gente al punto de que te traten como amigo e, inclusive, como familia.

Es posible que la gente no sepa lo que me emociona ese “Gilbertito” cuando en la calle se me acercan o me saludan de los carros en marcha.

La bendición de que niños, adolescentes, gente de mi edad y mayores sepan de tu música y carrera, es uno de los mayores premios que he recibido.

El otro día en una estación de gasolina un jovencito de unos 16 años me miró y me preguntó: “Míster, ¿usted canta, verdad? Le contesté que sí y se fue diciendo: “Yo sabía”. 

Al poco rato volteó y dijo: “¡Ahhh, Gilbertito, el Caballero de la Salsa”, dejándome allí con un saludo muy respetuoso y con la satisfacción de que un joven, que seguramente es un fanático de lo urbano, sepa que existo y me trate con el cariño y respeto que se trata a un tío.

Música, discos, radio, televisión, teatro, giras, ensayos, éxitos, fracasos, intentos, ilusiones y satisfacciones son algunos de los componentes de una vida de 55 años y una carrera de 40 que celebro y agradezco todos los días.

A través de esta columna comparto con ustedes sentimientos, recuerdos y opiniones; también les agradezco que la lean y la compartan.

Gracias a la vida que me ha dado tanto, decía el poema musicalizado de Violeta Parra, y me atrevo a para frasearlo diciendo: “Gracias a la salsa que me ha dado tanto”.

¡Cincuenta y cinco y cantando... 40... y contando!

¡Camínalo!