En primer término, presento mis disculpas pues la semana pasada, por un error involuntario en mi columna titulada “La Serie del Caribe de los Soneros”, dejé fuera a República Dominicana y a su indiscutible representación, que es mi compadre José Alberto “El Canario”.

Su solo nombre sabe a salsa, a soneo sabroso y a veteranía, añade chispa y energía a la competencia. Ahora, que se completó el “trabuco” los invito a que me acompañen con la imaginación y disfruten de mi “serie”. 

Hablando del Canario, en la tarde del domingo recibí una invitación de mi compadre (José Alberto) para pasar un rato junto a unas amistades y vecinos, esto mientras me encontraba ensayando para mi regreso al teatro con Alexis Valdés. 

Terminado el ensayo, me encaminé junto a mi esposa Alexandra para encontrarme con un grupo muy animado de gente que estaba pasando un bonito domingo en un ambiente familiar.

Una tarde soleada servía de marco perfecto para la ocasión.

El grupo compuesto en su mayoría por venezolanos nos dio una calurosa bienvenida, así como algunos dominicanos entre los que se encontraba el popular cantante Wazon Brazoban, y sin duda, nos hicieron sentir como si fuéramos amigos de toda la vida. 

De momento, y para mi sorpresa, apareció el maestro Oscar D’León, que con su simpatía y energía habitual comenzó a animarnos. El León de la Salsa no puede ocultar su pasión por nuestro género musical, pues inmediatamente llegó agarró el micrófono y comenzó a animar la concurrencia. La iniciativa de Oscar terminó con el consabido “que cante, que cante”.

El Sonero del Mundo, sin hacerse esperar, comenzó a cantar acompañado de un maestro guitarrista el cual amenizaba la velada. Con su estilo único cantó el clásico Frenesí y contagió a todos los presentes. No tengo que decir que seguido mi compadre José y yo nos unimos a cantar.

Sorpresivamente, el guitarrista sacó unas pistas con algunos de nuestros temas más conocidos y en minutos estábamos los tres cantando y compartiendo como tres aficionados acompañados por un karaoke y pasándola súper.

El grupo nos aplaudía, grababa y hacía fotos, pero sin lugar a dudas, nadie gozó más que nosotros.

Improvisamos, cantamos en armonía, bromeamos relajadamente y lo mejor de todo, lo hicimos con la naturalidad de tres amigos que rara vez tienen la oportunidad de reunirse.

Rodeado de buena gente, disfrutando como tres jovencitos que aspiran a cantar profesionalmente, allí estaban: un “León”, un “Canario” y un “Caballero” haciendo lo que les apasiona... música.

Pasaban la horas y mientras Lady Gaga se preparaba para el “half time” del Super Bowl yo me la pasé... De Karaoke con los grandes.

¡Camínalo!