Quien lo hereda no lo hurta. Hijo de gato caza ratón. De tal palo tal astilla. Hijo de tigre sale con rayas. Hijo de culebra sale larguito. 

La forma con la cual el refranero popular describe a los hijos que heredan el gusto por el oficio de sus padres, y mejor aun el talento que los llevó a tener éxito, es muy jocosa.

Me imagino la satisfacción que debe sentir una madre o un padre viendo a uno de sus vástagos (en algunos casos todos) seguir la senda que ellos trazaron.

Es este el caso de mi querido compadre Don Perignon y su querido hijo Pete.

Fanático de la percusión y de la música bailable, don Pedro Luis Morales Cortijo, conocido en el mundo salsero como Don Perignon, comenzó su carrera siendo un niño entre las calles de Santurce y las de Country Club, allá en Carolina. 

Como él cuenta, fue la idea de un señor de nacionalidad cubana, llamado Maceo, bautizarlo con el nombre de la famosa bebida, cuando se desempeñaba como director de la orquesta de Andy Montañez.

Orgullosamente puedo decir que conozco su historia de primera mano, ya que de niños caminamos juntos y compartimos esa primera etapa de nuestras carreras.

Líder desde niño, organizador, amante del buen vestir, la disciplina y respetuoso de la música y los músicos, Perignon fue perfeccionando con los años la destreza de dirigir agrupaciones y su interpretación del timbal, instrumento el cual se ocupó de destacarlo como un elemento esencial para la creación del ritmo sencillo, pero contundente, que la mayoría de los bailadores buscan a lo hora de disfrutar de la salsa.

Pedro Luis Morales Donato (su hijo), mejor conocido como Pete, no solo heredó el apellido artístico de su papá, sino también sus cualidades musicales, profesionales y su gusto y respeto por la música y estilo de la “vieja escuela”. Su madurez, disciplina y conocimiento superan por mucho la de muchos muchachos de su edad. A la vez ha sabido combinar lo mejor de las dos vertientes: lo tradicional y lo moderno.

Perteneciente a la nueva generación de salseros, Pete se ha venido abriendo paso a puro talento y dejando su propia huella entre el público y sus compañeros músicos de todas las edades.

No es fácil para los hijos de los artistas emular y seguir las huellas de sus padres en el ambiente musical. Las comparaciones no se hacen esperar. Muchos no saben separar las personalidades artísticas de padre e hijo y, peor aún, a veces sin tan siquiera escucharlos no le brindan las oportunidades que su talento genuino merece. Por otro lado, los padres comparten el orgullo de saber del talento de sus hijos con la preocupación de lo duro que puede ser el camino para estos por las mismas razones.

Tanto Don como Pete han tenido la dicha de labrarse una carrera exitosa: el padre con una larga carrera a favor de nuestro género y el hijo desarrollándose a pasos agigantados. Ambos han hecho su valiosa aportación al desarrollo y conservación de la salsa. Mucho camino por recorrer les queda. Cada uno seguirá trabajando fuerte en su taller, creando, innovando y mejorando. 

Mi querido compadre Don Perignon debe estar tranquilo sabiendo que aportó, además de su música y carrera, un digno representante en el quehacer musical.

Mi querido sobrino Pete, siga trabajando como hasta ahora para que siga siendo ejemplo y orgullo de tu familia y tus compañeros.

Ambos defiendan y perpetúen su herencia salsera…

¡Camínalo!