El Sonero Mayor, El Brujo de Borinquen, El Rey Maelo… son algunos de los títulos que alcanzó a ganar nuestro Ismael Rivera por sus ejecutorias musicales.

Su corta vida (murió a los 52 años) fue suficiente para, en su momento, cambiar el curso de nuestro género y su prematura partida dio paso a la leyenda urbana que constituye hoy.

¿Quién y cuándo se le bautizó a Ismael  como el Sonero Mayor? Existen versiones diferentes y hasta controversias que ya son parte de esa leyenda. 

Me remito a una entrevista que le realizara el amigo y gran hombre de radio Guillo Droing (la pueden encontrar en YouTube), en la que el mismo Ismael cuenta el origen de su famoso título.

Desde sus primeras grabaciones con la Orquesta Panamericana del maestro Lito Peña y su combinación mágica, explosiva e histórica con el maestro Rafael Cortijo, demostró que no era un cantante más. Según mi criterio, Ismael Rivera redefinió el término “sonero”, lo que, hasta entonces, era solo el calificativo para los intérpretes del “son”, ya fueran músicos o cantantes.

Entiendo que el concepto puertorriqueño de ser un “sonero“ fue gracias a Ismael, quien -con su natural talento y su instinto percusivo y rítmico- lo diseñó.

Para prueba, un botón. Escuche los cantantes de la época y se dará cuenta de lo que digo.

Maelo rompió patrones y aplicó sus influencias musicales a su estilo orgánico de cantar los ritmos cubanos especializándose en nuestros ritmos autóctonos: “la bomba y la plena”.

A ambos les cambió el lenguaje. Tanto los soneros cubanos como los cantantes descubrieron en la voz y en las  interpretaciones de Ismael una nueva forma “irreverente” y natural para la época, que le añadiría fortaleza y vigor al género.

Creó su propio lenguaje entre los soneos, haciendo comentarios e, inclusive, usando palabras que inventaba a base del ritmo y  que claramente tenían un sentido e intención percusiva para alimentar su interpretación.

Frases como “azuca’ Lola”, “sacude zapato viejo”, “echa caldo ahí”, y palabras como “Maribelemba”, “bituquibaquilimbim” y su inmortal “ecua jey” son expresiones que parecen sacadas de un poema negroide de Fortunato Vizcarrondo, pero en realidad son creaciones de nuestro sonero para revestir de sabor su música, mientras que para los fanáticos estas se convertían en parte integral de la canción.

Lo  que es indiscutible es que hasta él nadie cantaba así, ni se atrevió a romper las reglas no escritas de “inspirar”, “pregonar” o “sonear”. Su estilo, “complejamente simple”, ha sido inspiración para generaciones posteriores de cantantes puertorriqueños, latinoamericanos y curiosamente, para muchos soneros cubanos que encuentran en nuestro “Brujo”, al igual que en Cheo, una escuela y una referencia musical.

El respeto y admiración por el “Sonero Mayor” es digno de reconocer. He estado presente en conversaciones sobre música entre uruguayos, peruanos y colombianos donde se analiza, se disfruta y hasta trata de emular, la música y el estilo de Ismael.

Hablando con veteranos cantantes, muchos de ellos contemporáneos a él, escucho no solamente sobre su admiración y respeto, sino también la influencia que en sus estilos tuvo y que ellos, lejos de ocultarlo, se enorgullecen en reconocer.

Su aporte mayor fue el concepto rítmico. El “fraseo” y el “soneo” de Maelo es casi una ecuación matemática. si se quiere descifrar.

Puedo llenar esta página con ejemplos de sus grabaciones para evidenciar lo que estoy diciendo. La mezcla de la elocuencia, la malicia callejera y más que el conocimiento, el manejo pericial de la clave son lo que hacen del Rey de la calle Calma, el Sonero Mayor.

Solo para récord, escuche Cúcala con Cortijo, Traigo la salsa con sus Cachimbos y su versión insuperable del clásico Bilongo con las Estrellas de Fania.

Se han escrito libros, se han creado grupos de fanáticos y estudiosos que discuten su fenómeno y en algunos países como Panamá y Perú, la admiración se torna en casi devoción.

Quedan sus grabaciones como legado y fuente de información y recurso de estudio. Desde las primeras, con su voz joven y poderosa, hasta las últimas con su voz grave agotada, pero con el mensaje oculto tras sus soneos de que “más sabe el diablo por viejo”.

Es mi manera de pensar que fue Ismael quien con su instinto musical diseñó la forma en que se iba a cantar este tipo de música, dejando espacio para que todos los demás desarrolláramos nuestros estilos y nos nutriéramos también de otros cantantes y géneros que hicieron su aportación.

Sonero Mayor, Brujo de Borinquen, Rey Maelo... y para mí: Arquitecto del Soneo.

¡Camínalo!