Mientras algunas artistas venden productos de maquillaje, Carolina Sandoval hace todo lo contrario: desmaquillarte.

La terrible “Veneno Sandoval” de Suelta la sopa se mudó a Miami en 2001. Aunque en su natal Venezuela trabajó como actriz y periodista, fue como comunicadora que llegó a Univision y Telefutura, cadenas que la catapultaron en la comunidad latina de Estados Unidos. Ahora también es empresaria.

“Lo de la crema desmaquilladora ha sido una sensación. Lleva seis meses desde que salió y va muy bien. Es el desmaquillador de las estrellas, me encanta estar natural sin maquillaje”, asegura.

Conocí a Carolina cuando estábamos en Univision y luego en Telefutura en el programa Escándalo, junto a Charytín Goyco. Carolina es la misma “cascabelito” de siempre.

“Cuando llego a Telemundo estaban en tercer lugar de audiencia. Pero fue una gran sorpresa que Telemundo se posicionara en primer lugar en muchos programas. Antes era Univision primero y luego Telefutura, y entonces Telemundo. Todo eso ha cambiado mucho y estamos muy contentos. Salí de Telefutura y tuve que esperar seis meses para poder volver a la pantalla chica. En Suelta la sopa somos una familia. Hay colombianos, venezolanos cubanos, mexicanos y estoy feliz que tanta gente nos vea. Somos un poquito de todo y nos llevamos muy bien, eso la gente lo nota en la pantalla”.

“Ahora hay gente que nunca me ha visto por televisión y me siguen en las redes. ¡Me encanta el mundo virtual! No necesitamos publicista, ni nada, escribes y es muy divertido. Digo lo que pienso, hay veces que en la televisión el tiempo no nos da para comentar y en las redes sí.”

¿Tienes censura?

“La autocensura me la pongo yo”, dice categóricamente.

Madre de dos niñas, Carolina, que es sobreviviente de cáncer de tiroides, es hoy una “cancer free girl”.

¿No hablas de Maduro, ni del chavismo en Suelta la sopa?

“Quiero decir noticias positivas. Quiero ser la solución no darle más pena a la gente, me duelen las protestas, los muertos, las tragedias, entiendo el luto por el que pasamos. Pero que yo vaya a preguntarle a una madre que le mataron el hijo: ¿Cómo se siente señora? ¡Por favor! ¿Cómo se va a sentir? ¡Triste, muy triste! Eso nunca lo haré, es una falta de respeto y prefiero dar noticias positivas de mi país, buscar otro ángulo, que la gente se ría. Bastantes tragedias tienen muchos. Tengo que vivir para mis dos coaches, mis hijas. Cada día aprendo más de ellas, una de casi 15, Bárbara Camila, y la pequeña Amalia Victoria. Mi familia es lo más importante; puede sonar cliché, pero así es”.

Nada, nada, que el veneno se queda en el estudio de Suelta la sopa cuando apagan las luces; en su casa y en sus redes es “paz y amor”. Hello, gracias.