Andy Montañez celebró junto a sus hermanos y hermanas la vida de su madre, doña Celina Rodríguez, que el lunes cumplió 97 años en salud. 

El mayor de los 18 hijos (10 mujeres y ocho varones) que tuvo la generosa Celina llegó haciendo bulla -como acostumbra- al callejón Montañez en Tras Talleres, residencia de la cumpleañera y donde crío a todos sus hijos. El hogar se distingue de inmediato por un enorme mural de su hijo salsero, como varios de los que han sido plasmados en la comunidad santurcina. 

Por su fecha de nacimiento, la amorosa madre celebra primero su cumpleaños y luego el Día del Amor. 

“¡Por eso tuve tantos hijos!”, confesó a carcajadas doña Celina. 

Andy agregó que la mujer que le dio la vida no sólo amamantó a sus 18 hijos, sino que le quedaba leche en su pecho para los recién nacidos de los vecinos.

“Ver a esta viejita que ha pasado por tantas alegrías y tantas cosas tristes, tan fuerte, bien lúcida, con ánimo, con esa chispa con la que se ríe y esa fortaleza a sus 97 años es una gran alegría”, dijo emocionado.

Olorosa y arregladita con su vestido largo azul y su cabello intacto, Celina apareció en su sala con el espíritu de una quinceañera al recibir a cada uno de sus hijos llenándole la cara de besos.

“Me siento bien feliz, primero por tener al Señor en mi vida, que es el que nos sostiene, y por esta familia que me ha dado, y porque me ha dejado llegar hasta los 97 años”.

Asimismo, la matriarca de los Montañez compartió su secreto para mantenerse tan guapa y saludable.

“Me cuido un poco, no bebo ni fumo, pero me como todo lo que me den y siempre he sido conforme con lo que Dios me ha dado. Por eso me dio unos hijos preciosos. Este fue el primero (Andy) con el que empecé (la maternidad) en 1942, hasta el 1962 que tuve el último, Reynaldo, que es músico también”.

Indicó que Andy siempre se deja llevar. “Soy su amiga, compañera y consejera. Sé cuando está triste, cuando pasa algo. Es igual con todos ellos”.

El menor, Rey Montañez, amenizó la fiesta con su grupo Akángana.

“Esa es nuestra heroína. Muchas personas tienen superhéroes como Batman y Supermán, pero mis héroes fueron don Andrés y doña Celina. Son personas que nunca se quitaron, que dieron vida a 18 hijos, y soy testigo que en mi casa nunca hubo una discordia, nunca vi a mis padres pelear. Siempre nos dieron amor y nos enseñaron valores increíbles que he podido transmitir a mis hijos”, afirmó Rey.

Antes de empezar la rumba, los hijos de Celina, Ángel Luis, Pedro, Carmen, Alex, Rosa, Margarita, María, José Alberto y Lydia, rodearon a su madre para darle gracias a Dios por tenerla (sus hijas Lupita y Ana no estuvieron presentes pues residen en Estados Unidos). Acto seguido, la madre -micrófono en mano- cantó alabanzas al Señor con gozo en el alma, como decía el estribillo de una de ellas.

Celina ha perdido varios hijos: el músico Marcos en 2012, Eduardo en 2015 y a Brunilda “Bombón”, quien era gemela de Lydia. Mientras que Tomás murió a horas de llegar al mundo. No obstante, los tiene presentes cada día a través de dulces pensamientos y retratos de su prole, los vivos y los que se fueron; así como a sus 49 nietos, biznietos, tataranietos y a su fallecido esposo, Andrés Montañez. En un árbol genealógico pintado en la pared se puede leer el nombre de cada uno de ellos y su descendientes.

Cuando se le pregunta cómo hizo para criar tantos hijos responde: “no sé cómo, pero lo hice con los míos y con otros que vivían fuera del barrio”.

“Tengo una familia preciosa y vivo dándole gracias a Dios que todavía me disfrutan y son muy unidos. Somos muy queridos en el barrio y el que quiere a mis hijos me quiere a mí”. 

Así, fueron llegando familiares, amigos y vecinos, cargando comida y bebida tal como hacen en las fiestas de Navidad. Las puertas de Celina siempre están abiertas, las de su casa y las de su corazón.

Harold, hijo de Andy, resaltó que su abuela fue también su madre. “Viví en esta casa desde sexto grado hasta cuarto año de escuela superior, viví más aquí que con mi mamá y mi papá. Mis abuelitos fueron mis padres”.

La sabia mujer sostiene que su salud, tanto física como mental, se la debe a la atención de sus hijos. 

“Eso vale más que el dinero porque el que no cuida y quiere a sus padres vive amargado. Aunque pobres, hay que valorarlos. A mí me fue muy bien, pero sé de muchos hijos que los abandonan”, afirma doña Celina. 

Sólo le pide a su prole que cuando ella no esté “sigan unidos como siempre, que hagan la fiesta, aunque sea haciendo un serrucho”.