El cantante y actor puertorriqueño Éktor Rivera tuvo una desagradable experiencia ayer mientras se encontraba en uno de los vagones del famoso "subway" de Nueva York, de camino a su apartamento.

Rivera, quien se encuentra participando en la obra de Broadway "On Your Feet!", narró indignado en su cuenta de Facebook e Instagram como un hombre blanco de unos 50 años lo insultó con comentarios racistas.

"Fueron 15 largos minutos de verborrea racista", escribió el artista.

Entre los desafortunados comentarios que el boricua tuvo que soportar por parte del extraño estuvo la pregunta de si era terrorista y a cuántas personas había matado.

A continuación, reproducimos en su totalidad el texto publicado por Rivera en su red social:

Acabo de sentarme al lado de un individuo que tan pronto me vio me preguntó si yo era un terrorista. Esto pasó en el tren A desde la estación 42 hasta el apartamento en donde vivo. Aquel hombre blanco, de unos 50 años, me preguntó que a cuántos yo había matado y cuál era mi plan para asesinar a los próximos. Luego se pone creativo y me llama: "El Zorro"! En tono despectivo me grita "spic" y completa la oración diciendo que va a votar por Donald Trump ya que todos los hispanos y los negros deben irse del país porque somos escoria. Fueron 15 largos minutos de verborrea racista. Hombro con hombro con el tipo. Yo, que acababa de salir de un musical que toca precisamente ese tema, pude haberme parado del asiento e irme a otro lugar, pero decidí quedarme y mirarlo a los ojos mientras me hablaba. Contrario al enojo o al miedo, lo que sentí fue lástima por aquella mente pequeña y una tranquilidad extraordinaria que me hacía más fuerte con cada uno de sus insultos. Aunque andaba solo, me sentía en mayoría. El tren andaba repleto y todos lo miraban en paciente silencio. Aquellas miradas, incluyendo la mía a 3 pulgadas de distancia de su cara sudada, fueron más poderosas que haberle roto la boca de un puñetazo. Al rato, quien se paró fue él para cambiarse de asiento. Yo seguí allí sentado en el mismo lugar, esperando mi estación, en el lugar que me correspondía. Mi celular marcando la 1:12am, un 25 de septiembre de 2016. Si... dos mil dieciséis.

Acabo de sentarme al lado de un individuo que tan pronto me vio me preguntó si yo era un terrorista. Esto pasó en el tren A desde la estación 42 hasta el apartamento en donde vivo. Aquel hombre blanco, de unos 50 años, me preguntó que a cuántos yo había matado y cuál era mi plan para asesinar a los próximos. Luego se pone creativo y me llama: "El Zorro"! En tono despectivo me grita "spic" y completa la oración diciendo que va a votar por Donald Trump ya que todos los hispanos y los negros deben irse del país porque somos escoria. Fueron 15 largos minutos de verborrea racista. Hombro con hombro con el tipo. Yo, que acababa de salir de un musical que toca precisamente ese tema, pude haberme parado del asiento e irme a otro lugar, pero decidí quedarme y mirarlo a los ojos mientras me hablaba. Contrario al enojo o al miedo, lo que sentí fue lástima por aquella mente pequeña y una tranquilidad extraordinaria que me hacía más fuerte con cada uno de sus insultos. Aunque andaba solo, me sentía en mayoría. El tren andaba repleto y todos lo miraban en paciente silencio. Aquellas miradas, incluyendo la mía a 3 pulgadas de distancia de su cara sudada, fueron más poderosas que haberle roto la boca de un puñetazo. Al rato, quien se paró fue él para cambiarse de asiento. Yo seguí allí sentado en el mismo lugar, esperando mi estación, en el lugar que me correspondía. Mi celular marcando la 1:12am, un 25 de septiembre de 2016. Si... dos mil dieciséis.

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