“Puerto Rico es el inicio de todo lo que es mi vida profesional, y podría decir que también personal. Entendí aquí que finalmente iba a estar empoderando mi propio destino. Es bonito poder regresar a casa. Soy un nicarriqueño como me dice Gilberto Santa Rosa. Siempre digo que si no hubiese sido por esa oportunidad que me da Puerto Rico en el 1988, donde viví por seis años, quién sabe qué hubiese sido de mi futuro”, expresó el intérprete. 

De su actuación en el reciente concierto de Gilberto Monroig el pasado sábaod dijo fue “increíble”. 

“Un show que duró tres horas cantando. Todo el mundo quedó complacido y nosotros celebramos con él estos 40 años andando”.

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Admirado en la Isla

Pedro Guadalupe de 44 años y vecino de Caguas, era el tercero en la fila. Cargó cuatro discos de pasta que lo han acompañado durante 30 años. 

“Luis Enrique es un gran exponente de la salsa y el bolero”, dijo el hombre que se puso a cantar.

Ida Hernández, de 50 años, de San Sebastián, contó que es seguidora del artista desde los años 90, y mientras esperaba logró leer algunos capítulos del libro.

“Me da mucha tristeza por todo lo que él pasó. Nunca me hubiera imaginado que su vida fue así”.

María Acevedo de Río Piedras recordó que “cuando él vino a Puerto Rico era flaquito y con un rabito, ahora está mejor”.

Jorge Pantano de 31 años, de Santurce y el más joven de la fila, hace solo un par de años que se enganchó con la salsa de Luis Enrique “y de verdad me encanta”, señaló.