Adentrarse en la biografía del historiador y antropólogo Ricardo Alegría es como abrir un libro sobre la historia de Puerto Rico. No es rocambolesco decir que su nombre es sinónimo de cultura, como tampoco lo es el establecer que su trabajo fue vital para la creación de una identidad puertorriqueña.

Ricardo Alegría Gallardo, quien falleció ayer a sus 90 años de edad, nació en San Juan el 14 de abril de 1921. Sus padres, Celeste Gallardo y José S. Alegría, le inculcaron desde temprana edad el amor por la cultura puertorriqueña. El padre de Ricardo Alegría, José S. Alegría, fue un destacado abogado, periodista y escritor puertorriqueño, así como uno de los fundadores del Partido Nacionalista. En la ponencia que el propio Alegría Gallardo hizo en 1990, cuando fue declarado Humanista del Año por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, recordó las tertulias que se llevaban a cabo en su casa, en la calle San Francisco del Viejo San Juan, cuando apenas era una niño. Allí se dieron cita figuras como Emilio S. Belaval, Rafael López Sicardó y Pedro Albizu Campos, entre otros líderes del quehacer cultural y político del país. También rememoró en dicho escrito que su padre poseía una de las mejores bibliotecas privadas del país, así como obras de José Campeche, Francisco Oller y López de Victoria.

“Fue en ese ambiente donde me inicié en el amor y el conocimiento de la cultura puertorriqueña. Allí, en esos años, conocí de la lucha que los intelectuales del país libraban por defender y conservar nuestra cultura”, manifestó Alegría en dicha ponencia.

El historiador cursó sus primeros años de estudio en las escuelas públicas del Viejo San Juan, José Julián Acosta y Román Baldorioty de Castro. Luego pasó a la Escuela Superior Central (Central High), en Santurce. Cursó su bachillerato en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, donde en 1940 fundó la publicación Revista Caribe junto a Luis Muñoz Lee, hijo de Luis Muñoz Marín. Esta revista abarcaba temas sobre la historia y la cultura puertorriqueña.

A mediados de 1942, Alegría se embarcó a Estados Unidos, donde realizó una maestría en antropología en la Universidad de Chicago, donde pasó tres años y medio estudiando antropología, historia, arqueología y museografía. En la biografía autorizada, Ricardo Alegría: Una vida, escrita por la doctora Carmen Dolores Hernández, se destaca que el historiador se convirtió en el primer antropólogo profesional de Puerto Rico en 1947, cuando tenía 26 años de edad. Un año después fue nombrado subdirector del Museo de la Universidad de Puerto Rico, el cual reorganizó, dirigió y luego denominó Museo de Antropología, Historia y Arte. En 1949, como director en propiedad, Alegría convirtió este espacio en el primer museo de arte que tuvo el país, así como en un centro importante de antropología e historia. También estableció el Centro de Investigaciones Arqueológicas y Etnográficas que puso en práctica el programa de excavaciones e investigaciones. La visión cultural de Alegría, según publicó Dolores Hernández en el periódico El Nuevo Día, “guió al país hacia una toma de conciencia radical de la importancia de la cultura puertorriqueña en todas sus formas, a su fortalecimiento y a su conservación”.

Dentro del estudio de la historia antigua puertorriqueña, Ricardo Alegría profundizó también en el mestizaje de las tradiciones hispanas y africanas que se encontraron en la Isla, con especial atención a la pervivencia de estas tradiciones en las costumbres, las formas de vida, el arte popular, la religión y folclor de Loíza. En 1949 el historiador dirigió la filmación de La Fiesta de Santiago Apóstol en Loíza, siendo éste el primer documental en colores que se hizo en Puerto Rico.

Las excavaciones arqueológicas en Luquillo, Loíza, Utuado y Ponce, fueron otros de los trabajos que llevó a cabo a finales de la década de 1940. En este periodo, el historiador conoció a Carmen Ana “Mela” Pons, con quien se casó y procreó a sus hijos Ricardo y José Francisco.

En 1953, Alegría obtuvo una beca de la Fundación Guggenheim con la que cursó su doctorado en la Universidad de Harvard, donde obtuvo su grado en antropología e historia. Un año después retornó a la Isla y en 1955 fue nombrado por el entonces gobernador de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín, como el director del recién inaugurado Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), cargo que mantuvo 18 años. En esta institución llevó a cabo una labor de gran importancia al establecer un programa de conservación histórica con el que pudo lograr la preservación y renovación del Viejo San Juan. Este plan sirvió como modelo para la restauración de cascos urbanos de otros países y fue pionera en las América, con excepción de México.

La biógrafa del historiador, Dolores Hernández, precisó en una entrevista con El Nuevo Día, que la obra de Don Ricardo despertó el interés del gobernador Nelson Rockefeller de Nueva York y del propio presidente John F. Kennedy, y que pudo haber servido de inspiración para establecer programas de apoyo gubernamental a las artes y la restauración en Estados Unidos.

Bajo la dirección de Alegría en el ICP se organizó el Archivo General de Puerto Rico, se creó la Biblioteca General de Puerto Rico y se fundó la Escuela de Artes Plásticas. Además, se instauraron los festivales de teatro puertorriqueño, internacional y de vanguardia y se conservó y fomentó las artesanías puertorriqueñas, así como la música típica, con una diversidad de ferias y festivales. También se logró establecer 76 centros culturales en los pueblos del país, entre muchos otros proyectos.

Ricardo Alegría dirigió el ICP bajo cuatro gobernadores, Luis Muñoz Marín, Roberto Sánchez Vilella, Luis A. Ferré y Rafael Hernández Colón, y se retiró en 1973.

Ese mismo año, por petición del entonces gobernador Hernández Colón, Alegría funda y dirige la Oficina de Asuntos Culturales, posición a la que renuncia en 1976 para acogerse a la jubilación, luego de más de 30 años de servicio público.

Pero lejos de descansar, Don Ricardo continuó laborando arduamente. En 1976 fundó el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe para crear lazos con los países hermanos, y en 1988 fundó el Museo de las Américas.

Alegría, según su biógrafa, fundó y dirigió instituciones importantes, estableció programas y centros culturales y contribuyó directamente a las artes, la arqueología y la historiografía por medio de libros, guiones, películas, entre otros productos culturales.

Tan reciente como el año pasado, Alegría publicó cinco tomos de una serie de estudios de documentos históricos del siglo XVI. Uno de los proyectos que deja pendiente el doctor es que Puerto Rico forme parte de la UNESCO, pues entendía que dicha participación acercaría a la Isla a Hispanoamérica y aseguraría la autonomía cultural.

El legado de Ricardo Alegría, como se puede observar, es de un valor incalculable, pues no se puede cuantificar la maravillosa obra de este historiador que tuvo la visión y sensibilidad de crear un proyecto que revolucionó la historia del país y que le ofreció muchas razones a los puertorriqueños para sentirse orgullosos de su cultura y de su nación.