Vega Alta. Caminar cerca de 120 millas es un gran desafío, pero es doble el reto llegar al final de cada tramo sin la garantía de un lugar para dormir o bañarse después de haber sudado de la cabeza a los pies.

A esto se aventuraron los primos Julián Ayala y Jesús Solís, de Comerío, y el grupo de amigos Pedro Acosta, de Barceloneta; Alex Sostre, de Vega Alta; y Christian Morales, de Corozal.

“Ha sido fuerte; no pensé que sería tan fuerte, pero gracias a Dios ha habido gente en el transcurso de la ruta que nos ha ayudado y nos han dando hospedaje para quedarnos en alguna parte de las casas o nos han dado baño”, compartió Jesús Solís al completar ayer el tramo de Manatí a Vega Alta.

El joven, quien camina en memoria de sus dos abuelos fallecidos de cáncer y otros familiares que perdió este año en Estados Unidos, contó que al llegar a Utuado el sábado creyeron que no tendrían techo para pernoctar.

“No sabíamos dónde quedarnos, nos cogió ese aguacero y estuvimos como 30 minutos (desorientados) hasta que llegó una persona y nos dijo: ‘Hay una cancha bajo techo; yo se las puedo abrir’, y el hombre fue y nos abrió la cancha y nos bañamos a manguera”, relató Solís, quien espera regresar el próximo año, pero la quiere hacer corriendo.

“Como soy atleta, voy a hablar con mi entrenador para ver si puedo hacer la ruta completa corriendo”, dijo el joven, quien junto con su prima se han mantenido con donaciones de comida, hot dogs, sándwiches de atún y salchichas.

Alex Sostre, por su parte, ha participado en tres caminatas como promesa de tributo a “familiares y amigos que han fallecido de cáncer y como un reto personal”.

Alex Sostre es acompañado por sus dos amigos militares y entre todos se dividen el equipaje, que incluye caseta de acampar, ropa y “todo lo que podamos necesitar”.

“Para mí, ha sido grata (la experiencia) y espero que se repita. El apoyo del pueblo me ha impresionado mucho”, comentó Christian Morales, de Corozal.