Cali, Colombia – El cantante Charlie Aponte se despidió formalmente de El Gran Combo de Puerto Rico el martes con dos emotivas presentaciones en esta ciudad.

La despedida estuvo llena de “sentimientos encontrados”. “(Siento) alegría por mi familia carnal, pero tristeza por mi familia musical” reveló a Primera Hora, único medio de la isla que lo estuvo acompañando durante las últimas 24 horas con la orquesta, después de 41 años de permanencia en ella, con innumerables éxitos.

La mayoría de sus compañeros no pudieron disimular la tristeza por la partida de quien siempre fue la bujía encendedora de la alegría, no solo cantando sino en todo momento compartido con ellos. Y es que Carlos Juan Aponte Cruz, nacido en Caguas hace 63 años es,  por naturaleza, una especie de dibujante de sonrisas. Sus bromas, apuntes y chascarrillos siempre hicieron manar una catarata de risas a sus compañeros de vida y escenario.

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El momento crucial de este 30 de diciembre empezó a las 7:30, cuando los integrantes de la también llamada Universidad de la Salsa abordaron un autobús rumbo al Teatro Jorge Isaacs, de Cali, Colombia, donde se llevaría a cabo momentos después la penúltima actuación de Charlie con El Gran Combo. A bordo del vehículo, se sentía más el sonido del aire acondicionado saliendo a chorro por las rejillas que las voces de los músicos.

Al llegar al teatro, Charlie se enrumbó por las escaleras luego de firmar varios autógrafos y posar con admiradores que le decían: “No te vayas, El Gran Combo te necesita”. Con seguridad, hubo lágrimas que supo disimular caminando agachado. Al llegar al camerino, se aisló y pidió no ser molestado. Siempre estuvo acompañado de Giorgio, el gordo monumental que toca el trombón con la orquesta de Tito Rojas y Álvaro Villamarín, un amigo caleño de vieja data.

Primera Hora abordó a varios integrantes de la orquesta, pero ninguno quiso dar declaraciones. La procesión iba por dentro, especialmente en el caso de Víctor “Cano” Rodríguez, el único que habló lacónicamente y quien fue su compañero de cuarto en muchos hoteles del mundo.  “Extrañaré por siempre al amigo, hermano, cómplice y compañero que ha sido Carlos Juan para mí. No es fácil asimilarlo”, dijo con un nudo en la garganta.

Las 1,150 personas que coparon el aforo del teatro, pagando $100 por cada taquilla, ovacionaron y corearon al hombre del bigote ralo y calvicie pronunciada, especialmente cuando cerró el show cantando “No hay cama pa´tanta gente”. ¿Sería eso lo que pasó en la orquesta?

Posteriormente, al regresar al hotel, Charlie terminó con la mano derecha adolorida de tanto firmar autógrafos. “Menos mal que no soy pianista ni conguero. Si no, hubiese tenido que buscar un remplazo”, dijo con su peculiar forma de bromear. No menos de 15 veces tuvo que devolverse de la puerta del ascensor para atender a sus fanáticos, a quienes no les importó la hora para conseguir lo que querían de su artista favorito.

Como tampoco le importó que fueran las 3:00 a.m. a los más de 40 mil espectadores que esperaban ansiosos en la Cancha Panamericana a que Sergio Vargas terminara su tanda de merengues para meterse en las aguas profundas de la salsa de El Gran Combo.

En un palco de primera fila llamó la atención de Charlie una mujer caleña que tocaba unas maracas decoradas con la bandera de Puerto Rico. “Mira eso…no hay un país donde quieran más a mi patria que aquí en Colombia, especialmente en Cali. Eso es lo que me pone a pensar en si debo continuar en la música o retirarme del todo”, afirmó emocionado.

¿Tentación de continuar o decisión ya tomada de armar su propia banda y seguir llevando en alto la bandera de la isla del encanto?

Cuando Charlie abrió el set con “Sin salsa no hay paraíso”, aquello fue la locura. La masa entró en efervescencia y la aguja del termómetro solo se movió hacia arriba, tanto al cantar Aponte como al hacerlo Jerry Rivas. Es que por algo el periodista colombiano Ley Martin bautizó al Gran Combo como la “Universidad de la salsa”: ahí todos son catedráticos y el gran rector es Rafael Ithier.

Al cierre, otra vez con “No hay cama pa´tanta gente”, los presentadores del concierto lo abordaron para que se despidiera del público. Lo hizo brevemente, con absoluto control de sus emociones, en medio de la ovación de sus seguidores pero al bajar del escenario parecía llevar un piano de cola sobre sus espaldas.