Un evento cultural musical titulado “Noche Folclórica de la Bomba” se llevará a cabo en la Plaza del Mercado de Santurce este próximo sábado, 27 de junio, a partir de las 7:00 de la noche,   para rendir un homenaje póstumo a cinco leyendas de la bomba puertorriqueña: Eustacio Flores Llanos, Andrés Laguer Vencedor, Domingo Negrón Matías, Carmen M. Ortiz Sadmons y Rafael Cepeda Atiles.

La Plaza del Mercado de Santurce es un lugar emblemático, ya que está ubicada en el área de la parada 21, zona considerada por muchos como el lugar más importante en el desarrollo de los géneros musicales criollos de la bomba y la plena. La actividad del sábado ha sido organizada por la Fundación Rafael Cepeda, entidad cuya misión es educar y fortalecer nuestros valores culturales, artísticos y musicales.

El género de la bomba puertorriqueña nació en los plantíos y haciendas azucareras de nuestro país. Se bailaba, principalmente, en las bodas, en las fiestas de San Juan, de San Miguel y de Santiago de matamoros. El desarrollo de la bomba ha sido tema de profundo y exhaustivo estudio por parte de los más expertos historiadores de la evolución de la música, luego del descubrimiento de América y el establecimiento de la esclavitud. 

Hoy día,  representa uno de los ritmos que nos distinguen como pueblo y se escucha alegremente en un sinnúmero de actividades, en las que surge espontáneamente y en donde el repique de los tambores es más que suficiente para inundar nuestros corazones con orgullo patrio, casi “obligándonos” a bailar de pura alegría.

Conoce más sobre los precursores de la bomba

Don Eustacio Flores Llanos, natural del barrio San Mateo, en Santurce, nació en 1875. De profesión, Flores Llanos fue albañil y carpintero. Es recordado por las personas de la tercera edad, principalmente por haber sido el músico de bomba puertorriqueña más grande e influyente que tuvo nuestra ciudad capital de San Juan. Se le recuerda, además, como el barrilero más experto de todos los de su época. Fue un modelo a seguir por don Rafael Cortijo Verdejo y don Cristóbal Martín Quiñones Rosario, los percusionistas puertorriqueños más importantes en la historia de la música afroantillana.

Por su parte, don Andrés Laguer Vencedor, quien nació en el pueblo de Aguadilla en 1885, vivió muchos años de su juventud en Mayagüez, donde trabajó en los muelles. Luego, se mudó a Ponce y en 1920 se estableció en Puerta de Tierra, en San Juan. Durante muchos años vivió en la parada 22, en Santurce y, más adelante, en La Perla, donde falleció. Andrés laguer fue el bombero que impartió sus sabios conocimientos de la tradición de la bomba boricua en la zona oeste de la isla.

Don Domingo “Dominguito” Negrón Matías, vino al mundo en 1871 y pasó los años de su adolescencia en el pueblo de Cataño. Considerado como “El Rey de la Bomba”, su casa en Cataño fue la sede de los grandes encuentros de los bailadores y bailadoras de bomba más reconocidos de su época. Negrón Matías se desempeñaba como capataz en los muelles de San Juan, donde conoció y compartió con muchos de los bomberos más experimentados que le acompañaron en los bailes de bomba más pintorescos y concurridos en la historia de Cataño.

En cuanto a doña Carmen María Ortiz Sadmons, esta dama –mejor conocida como “Ponchinela” – nació en 1898, en la parada 26, en Santurce. Fue la bailadora más nombrada y distinguida por los bomberos más destacados de la zona noreste de Puerto Rico –desde Cataño, pasando por Santurce y hasta Loíza–. A doña Carmen se le atribuye el haber sido el modelo de baile que con su ritmo, gracia y estilo –los cuales aún persisten en la bomba moderna– inspiró a las jóvenes bomberas.

Por último, pero no menos importante, don Rafael Cepeda Atiles, quien nació en el ranchón Carolina de Puerta de Tierra, se destacó como artesano, carpintero, músico y compositor. Discípulo de su padre –don Modesto Cepeda, oriundo de Loíza–, don Rafael fue la persona responsable de transmitir los conocimientos de todo el estudio del género de la bomba y la plena puertorriqueñas. En sus tiempos, se distinguió como uno de los bailadores más jóvenes y fue, a su vez, el más anciano de nuestros tiempos. Fue amigo y compadres de don Eustacio Flores y de Andrés Laguer, y muy amigo, también, de Carmen María “Ponchinela” y don Domingo Negrón. Este insigne puertorriqueño es considerado como el patriarca de la bomba y la plena, no solo por ser el más antiguo en la historia del género de la bomba, sino por representar la mayor fuente de información y ser el más dedicado y gentil bombero, además del más importante.