Aparentemente las legislaciones y acciones de Roberto Arango como senador lo perseguirán toda su vida, pero sobre todo, en estos momentos en los que intenta regresar a la política.

Uno de los que tiene bien presente el trabajo de Arango como senador, es el cantautor Andrés Jiménez, el Jíbaro.

Arango está utilizando como canción de campaña para las primarias de junio próximo, en donde se escogerá al presidente del comité municipal de San Juan del Partido Nuevo Progresista (PNP), la melodía "A mí me gusta mi pueblo" de la autoría de Jiménez, sin permiso del autor. Pero, más allá de la autorización, es un acto de amnesia selectiva, a juicio del cantante.

"Llevo varios días recluido en mi casa, recibiendo tratamiento para una condición de salud. A través de la ventana acabo de escuchar mi canción "A mí me gusta mi pueblo", interpretada por el Gran Combo... para mi sorpresa es una avanzada del candidato Roberto Arango, enemigo reconocido de nuestra música autóctona", comentó Jiménez ayer en su página de Facebook.

 "¡Que barbaridad! ¡Lo que es la hipocresía y el oportunismo! ¿Entenderá el mensaje de la canción? Ahora que quiere ser alcalde, le gusta mi pueblo... umjú, ¡Sí, Pepe!", completó el cantautor en su mensaje.

Durante el 2011 Arango fue el propulsor de una enmienda a la Ley de Música Autóctona que redujo de un 30 a un 10 por ciento el mínimo de grupos de música puertorriqueña que se tienen que contratar en actividades pagadas con fondos públicos. Dentro de esa categoría, anteriormente reservada para géneros tradicionales, como la música campesina, la bomba y la plena, entre otros, ahora se incluye el reguetón.  

Esta no es la primera crítica que recibe Arango por la enmienda, durante las fiestas de la calle San Sebastián de 2012, estando ya fuera del Senado por la controversia de unas fotos al desnudo, un grupo de pleneros le dedicó una plena subida de tono y hasta lo botaron del lugar.

 “Oye Arango, Senador fatulo, a ti te gusta retratarte el c…”, le cantaron los pleneros, mientras intercalaban versos criticando las enmiendas a la ley.

Al escuchar el coro, Arango comenzó a reírse y levantó sus hombros y mostró las manos como un gesto de resignación. Sin embargo, la improvisación se tornó cada vez más agitada y le pidieron que se fuera.