Como toda vida, la de Cheo Feliciano tuvo altas y bajas. Instantes de gloria y momentos en que tuvo que tocar fondo y buscar la manera de salir. Afortunadamente, la referencia de su pasado en las drogas no fue obstáculo para que se le reconociera su talento interpretativo.

“Fueron 15 años de destrozarme física, emocional, y moralmente. Esta es la otra cara de mi vida”, dijo en un momento sobre los años de su juventud, en la década del 60, en los que llegó a deambular en Nueva York.

Su historia de superación le permitió ser ejemplo para muchos y a más de uno ayudó con su testimonio

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“Sólo soy un bebé espiritual”, comentó en el 2004, cuando el sonero y bolerista habló sobre su conversión al Evangelio y su participación en la Iglesia Restaurtación en Cristo. En ese entonces aseguró que no abandonaría la salsa. Y así fue. Tenía planes, siempre los tuvo.

De chamaquito cargaba los instrumentos de las orquestas de Tito Puente y Tito Rodríguez en el Palladium, en Nueva York. “Como no tenía la solvencia económica para asistir a los bailes, les cargaba las maletas”, contó en una entrevista que le hicieron hace una década, poco antes de celebrar sus 50 años de carrera.

Aunque salsero y sonero, y de los buenos, él se consideraba bolerista, algo que nadie pondría en duda al escucharlo entonar Amada mía o Mi triste porblema.

“Yo, ante todo, fui bolerista. Ese es mi género favorito, lo que sucedes es que me desarrollo como sonero porque en los rumbones de esquina del Barrio Latino y el Bronx, en que tocaba las congas, no había quién soneara”, explicó en una entrevista.

Ya antes, en Chile, había dicho que en la improvisación es donde el sonero “demuestra lo que vale”'.

Entre los éxitos cosechados está el Grammy Latino que recibió en 2008. Ese “Premio por excelencia musical” fue considerado por él como “lo más grande” que recibió.

Pero la vida trae de todo, y en junio del año pasado se supo que tenía cáncer.

“Fui diagnosticado con una forma de cáncer tratable. Gracias a mi Dios que nunca me ha abandonado en estos 77 años de vida y al grupo excelentes médicos, a cargo del cuidado de mi salud, estoy en plena recuperación”, indicó en un comunicado de prensa sobre su condición.

Los 78 años lo agarraron en el hospital, pero de buen ánimo, y en febrero de este año el cáncer ya estaba bajo control.