Raphael mantiene tres aspectos impecables: su potente voz, su fabulosa cabellera y su dramatismo escénico.

Es que, al verlo en el Coliseo de Puerto Rico ayer en la tarde, resulta sorprendente creer que ya llegó a las siete décadas de vida.

 “Soy el mismo, el Raphael de siempre”, aseguró emocionado el astro, quien manifestó felicidad por estar en la Isla.

 Los asistentes al concierto –iniciado poco después de las cinco de la tarde–  pudieron disfrutar de un espectáculo de una estrella consumada que parece haberse tomado la fuente de la juventud completa, a juzgar por su energía, entrega y condición física.

 La voz del “Ruiseñor de Linares” retumbó potente en el Choliseo con la interpretación de 41 temas, entre ellos Yo soy aquel,  Mi gran noche, Cuando tenga mil años, Vive tu vida, Eso que llaman amor y Escándalo.

Mientras cantaba, el español se desplazaba por la tarima de un lado para el otro con su habitual gracia y su movimiento de manos histriónico, incluso, dio unos pasitos al compás de la música.

Definitivamente, el intérprete no abandona su faceta de actor, cautivando a los presentes con su dramatismo y su intensa gestualidad.

 El cantante español –quien lució elegante y formal, como de costumbre– casi llenó el primer nivel del coliseo con fanáticos que, en su mayoría, estaban compuestos por una población adulta.

 Algunas de las damas allí presentes gritaban delirantes y suspiraban por él del mismo modo que las adolescentes lo hacen por Justin Bieber.

 Por otra parte, el acompañamiento musical de la estrella recreó muy bien la época en que estalló el boom de Raphael, en las décadas de los setenta y ochenta.