Su pelaje se ha tornado gris, ha subido de peso y su mirada luce perdida en ocasiones, sobre todo cuando escucha la música de su antiguo amo desconociendo que está muerto y que nunca más lo volverá a ver.

Los años en que el consentido chimpancé de Michael Jackson, Bubbles, dormía en una cuna al lado de la cama del astro pop y lo acompañaba a sus giras internacionales, parecen ser episodios de la vida del artista que nadie recuerda. Esto a pesar de que el animal formaba parte integral de la vida de la fenecida estrella.

Peor aún, Bubbles parece haber caído en el olvido por la familia Jackson. Cuando nació el hijo mayor de Michael, Prince Michael, el primate fue considerado peligroso para el infante y el artista decidió sacarlo de Neverland.


En el 2003, Bubbles cayó en manos del entrenador de animales de Hollywood Bob Dunn y luego, en el 2005, fue trasladado al Centro de los Grandes Simios, un santuario ubicado en Wauchula, Florida, donde vive todavía.

Actualmente el mono tiene 30 años de edad, pesa 165 libras y mide 4 pies y medio. El promedio de vida de esta especie es de aproximadamente 50 años.

En ese santuario, Bubbles convive con otros 44 chimpancés en un ambiente recreado de vida salvaje. El cuido anual del chimpancé fluctúa entre los 13,000 y 15,000 mil dólares, los cuales se obtienen a través de donaciones. Los Jackson, según reportes de prensa estadounidenses, no han soltado ni un solo centavo para sufragar los gastos del chimpancé.

Bubbles, desde que está en ese lugar, tampoco ha recibido ninguna visita del clan Jackson, ni siquiera de los hijos del cantante (Prince, Paris y Blanket), quienes han dicho públicamente que son amantes de los animales.


La única persona de la familia Jackson que ha ido a visitar a Bubbles al santuario en Florida, ha sido La Toya Jackson. La visita de la hermana mayor de Michael respondió a un especial de Animal Planet.

Ante la ausencia de los Jackson, el chimpancé parece haber encontrado una nueva familia: un macho adulto llamado Ripley, (quien es su mejor amigo), las hembras adultas Oopsie, Boma y Jessie y los primates jóvenes Kodua y Bobby-Stryker.

“El mejor homenaje que podemos hacerle a Michael aquí en el santuario es cuidar bien de Bubbles, porque sabemos que él lo amaba. Gran parte de nuestros chimpancés reconocen a sus antiguos dueños. Estoy segura que de Bubbles se hubiese emocionado, si lo volvía a ver (a Michael). Él es un chimpancé muy dulce y agradable, realmente lo es. Lo he visto ir a la fuente para tomar agua y cuando él escucha que los más jóvenes vienen, da un paso hacia atrás para que puedan tomar un sorbo”, comentó a la prensa de Estados Unidos la directora del santuario, Patti Ragan.

Vivió como todo un rey

Michael rescató a Bubbles de un laboratorio de investigación en 1983 en Texas. El primate tenía ocho meses de nacido.

El mono viajaba siempre en primera clase con el Rey del Pop, a quien acompañó durante la gira Bad en Japón, en 1987.

Michael utilizaba el lenguaje de señas para comunicarse con el chimpancé.

Bubbles aprendió a hacer el famoso paso moonwalk que inmortalizó su amo y asistía con él a sus estrenos, conciertos y firmas de discos.

En Neverland, el mono solía abrir la nevera de la mansión para coger helado y comérselo.

En los años 80, el chimpancé acaparó la atención mundial cuando se sentó a tomar té con el entonces alcalde de Osaka (Japón).

Michael vestía  a su mascota con la misma indumentaria que él y hasta llegó a colocarle las  máscaras de cirugía que él usaba.