La  fecha  del 17  de  abril  no puede ser olvidada por  los salseros. Dos  voces icónicas  de la salsa  han partido.  

El salsero Ismael Quintana  falleció el pasado sábado a los  78  años  por un infarto en Colorado (donde residía), la  misma  fecha en la que el cantante Cheo  Feliciano cumplió  dos años  de  muerto. Casualmente,  los  dos eran ponceños, pertenecieron a las Estrellas  de Fania y desarrollaron una carrera como solista.   

 Quintana, quien se destacó  junto a los maestros del ritmo Eddie Palmieri, Bobby  Valentín y  Papo Lucca, falleció    rodeado  de  su familia inmediata -su  esposa   Yolanda e hijos Ismael, David y Jéssica-. El músico enfrentó durante los  últimos  meses  complicaciones de salud, según  confirmó el  pianista  de  la Sonora  Ponceña. Entre las enfermedades que  padeció  figuraba  el Alzheimer.

Los  restos  del salsero  y  bolerista serán trasladados entre  jueves   y  viernes a la Isla  para que sus fanáticos y amigos le den el último adiós  durante las  exequias fúnebres que realizarán en  La Perla  del  Sur. 

 Lucca informó  que  el cuerpo  de Quintana  será  sepultado  en el cementerio  La  Piedad  en Ponce, el mismo  lugar donde  fue  sepultado en el 2014  Cheo  Feliciano. 

“Murió en presencia  de su  familia  y oyendo la música que grabó. Agarrado de las  manos  de sus  hijos y  esposa. Llevaba  un tiempo enfrentado  la  condición de Alzheimer y  gracias a  Dios  me  pude  despedir de él  cuando  vino  en diciembre para  despedirse  de su  amigos   y  familias. Estuvo en la casa  de  su  sobrino  y  allí  lo vi”,  sostuvo Lucca  quien trabajó como  productor de  cuatro  producciones  discográficas de Quintana.  

De  ese encuentro narró  que  aunque Quintana  por momentos no  reconoció a  todos los presentes, sí tuvo instantes de lucidez y ambos  pudieron compartir. 

“Quien lo  conoció  puede  dar  fe  de que  era  un ser  humano  especial. Más  allá  de la parte  musical, fuimos amigos y  nos mantuvimos  siempre  en comunicación”, comentó  Lucca sobre  Quintana, que  inició  su carrera profesional en Nueva  York con el destacado pianista Eddie Palmieri.

 El fenecido cantante, que  además   de  dominar  la  clave salsera  hacía  alarde del sentimiento bolerista,  grabó  alrededor  de  20  discos  con Palmieri  y  otros ocho en solitario. 

 Uno  de  los  arreglistas  de sus  producciones  fue el  apodado “Rey del bajo”,  que ante  su  muerte resaltó el  don de gente y  la  generosidad de Quintana  para  su  familia y  con los  colegas.

   “Era sencillo, humilde, honesto  y  responsable. Fue  un Gran amigo. Como  cantante tenía una voz  con identidad. Fue un gran compañero que se dio a  querer entre  todos nosotros”, afirmó Bobby  Valentín, que  recordó algunas  de las  presentaciones  en las que  estuvieron juntos como  las  Estrellas de  Fania  en  África y  en  el Yankee Stadium.  

   En esa  línea personal, el trompetista  Luis “Perico” Ortiz recordó  que fueron  Quintana   y su  esposa  las primeras personas  que  le  extendieron la  mano  en el  1970  en   Nueva York donde  recién se  mudó para  desarrollar su  carrera. 

      “Ismael  fue   un caballero y  todo lo que  hizo lo  hacía  en silencio. No llamaba a nadie    para  que  se   enteraran de  su  generosidad. Gracias a  él  tuve  mi  primera  casa  en Nueva  York. Vivo  agradecido  de  él  y su  familia”, indicó el maestro  de  la trompeta, que  también se  despidió  de Quintana durante  el último viaje  que  hizo el salsero  en enero a  Puerto Rico. 

Múltiples mensajes de condolencia se publicaron ayer  en las redes  sociales de parte  de  seguidores y  colegas.

En la mente  de  los  salseros quedan grabados en  la voz  de  Quintana  los  temas Jessica, Adoración, Muñeca, Maestro de rumbero, Mi debilidad y Puerto Rico.