El cancaneo de los cubiertos y las copas de cristal se interrumpe abruptamente al escucharse una voz de mujer, afable y armoniosa. No es la música de fondo, así que los comensales se voltean para buscar de dónde proviene ese canto en italiano que los ha hecho detener sus conversaciones.

Entremedio de las mesas ven a una joven de menuda anatomía y poderosa presencia escénica, a quien de inmediato le prestan sus sentidos. Ella es la soprano Melissa Marzán Santiago, que con sus interpretaciones clásicas ameniza las veladas de fin de semana en varios restaurantes Romano's Macaroni Grill de la zona metropolitana.

La estudiante de 22 años de edad pone en práctica allí lo que aprende a diario en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, de donde está supuesta a graduarse en mayo de 2014, y de paso gana seguidores que regresan a escucharla o incluso la contratan para sus actividades privadas.

Así va “cogiendo calle”, acumulando experiencias que le habrán de servir en futuras etapas académicas y laborales, que tiene claro ocurrirán en el extranjero por no ser Puerto Rico una plaza de ópera.

“Desde que yo tengo memoria, canto. Me encantaba pararme frente al televisor con cualquier cepillo, con lo que encontrara, a bailar y a cantar. Ha sido mi pasión desde que recuerdo”, contó esta sanjuanera a Primera Hora en medio de una reciente jornada laboral en el local de San Patricio Plaza, en Guaynabo.

Su progenitora, Lucy Santiago, que la crió sola, notó esa inquietud y comenzó a ponerla en clases de canto. Estudió los niveles intermedio y superior en la Escuela Libre de Música de Hato Rey y, según fue adquiriendo técnica vocal, descubrió que quería dedicarse a la música clásica.

“Era un género que yo no conocía, pero cuando fui educándome y rebuscando un poquito más, me encantó tanto que me quedé”, mencionó.

A nivel de bachillerato, Melissa empezó a estudiar pedagogía en el recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, pero el canto pudo más y por eso se marchó para el Conservatorio hace cuatro años.

Al restaurante llegó por una convocatoria que vio en su centro de estudios, solicitó y la contrataron.

“A lo largo de la tarde y la noche, voy alrededor de las mesas cantándole a los clientes y llevándole un poquito de esa música que le alegra el corazón”, indicó Melissa, quien canta mayormente en italiano, aunque también lo hace en español e inglés.

La respuesta de la gente es lo que más disfruta.

“Es una experiencia maravillosa cuando una persona viene donde ti después que cantas y te dice '¿Sabes qué? Estaba teniendo un día horrible y tu voz me tocó el corazón y me alegró'. Esas son cosas que son bien gratificantes para mí”, compartió.

Como muchos artistas, Melissa sueña con presentarse ante sus paisanos como profesional. Sin embargo, es consciente de que está obligada a emigrar, con la esperanza de volver algún día para materializar su deseo.

“La situación en Puerto Rico para los cantantes de ópera a lo mejor no es la más indicada, así que lamentablemente mis metas y lo que yo quiero alcanzar me obligan a moverme por el momento fuera de Puerto Rico a continuar los estudios de maestría. Yo voy a seguir estudiando para seguir perfeccionando este arte, para lograr convertirme en una cantante profesional con todas las de la ley, con todo ese conocimiento que pueda alcanzar”, señaló la soprano, que pondera instituciones educativas en Manhattan, Nueva York, y Cincinnati, Ohio.

“Mi meta principal sería conseguir un contrato con una casa de ópera, seguir presentándome y exponer mi talento internacionalmente. También me gustaría presentarme en Puerto Rico haciendo óperas, y sé que eso va a ser así”, afirmó determinada, con el optimismo característico de la juventud.