Si durante el día de hoy usted nota que algún familiar, amigo o compañero de trabajo no le responde cuando lo llama por su nombre, él o ella probablemente estuvo anoche en el Choliseo. 

Miles de puertorriqueños amanecieron hoy más sordos tras exponerse al estruendoso sonido de Metallica, la legendaria agrupación de heavy metal que arrancó anoche su gira Hardwired en el Coliseo José Miguel Agrelot, estremeciendo al unísono los tímpanos de sus fanáticos y los cimientos de la estructura sanjuanera durante poco más de dos horas. 

El evento comenzó al ritmo de Zafakón, banda puertorriqueña que fue elegida entre otras cuatro agrupaciones como el acto de apertura a través de una votación realizada en el portal oficial de Metallica. Marcus Veit (cantante, guitarra rítmica), Weslie Negrón (bajo), Yhann Ortiz (guitarra) y Nicko Burgos (batería) subieron al escenario a las 7:30 de la noche y tocaron por alrededor de media hora varios temas de sus discos War as a Drug y Release, dejando una gran impresión en el público -y también en este servidor- con un acto digno de servirle de antesala a una de las mayores bandas del género. 

“Sé que va a sonar clichoso, pero ‘dreams do come true’”, expresó  Veit, aún incrédulo ante lo sublime de la velada. 

A eso de las 9:20 de la noche, las luces del Choliseo se apagaron y los gritos se tornaron ensordecedores. En medio de la oscuridad se comenzaron a escuchar los primeros acordes de The Ecstasy of Gold, el inmortal tema compuesto por el maestro Ennio Morricone con el que Metallica ha iniciado la mayoría de sus conciertos desde 1991. La música estuvo acompañado con escenas del clásico western The Good, the Bad and the Ugly en la que uno de los personajes corre a través de un cementerio, proyectada resplandecientemente en las tres pantallas ubicadas en la tarima: una enorme en el centro y dos más pequeñas en los laterales. 

Concluido el tributo al director Sergio Leone, James Hetfield (cantante, guitarra rítmica), Lars Ulrich (batería) Kirk Hammett (guitarra) y Robert Trujillo (bajo) aparecieron en el escenario arropados por la euforia de miles de fanáticos a quienes le dieron la bienvenida al concierto con dos de sus mayores clásicos del álbum Ride the Lightning: Creeping Death y For Whom the Bell Tolls. En el primero, las pantallas de alta definición se bañaron de sangre en clara referencia a la letra de la canción, mientras que en la segunda una gigantesca campana parecía colgar sobre los cuatro artistas. 

“¡Metallica está en ti San Juan!”, fueron las primeras palabras que expresó Hetfield ante un Choliseo prácticamente lleno. “Es tan bueno verlo. Ha pasado mucho tiempo. Mucho tiempo. Así que esta noche, tocaremos por mucho tiempo”, prosiguió quien ha sido el vocalista de la banda desde su fundación en 1981. 

Acto seguido, Metallica deleitó a los presentes con una interpretación de Whenever I May Roam, uno de los éxitos del Black Album; Harvester of Sorrow, del disco …And Justice for All; The Memory Remains, de Reload; y Unforgiven, también del Black Album, cuatro temas que no tocaron la última vez que se presentaron en la Isla en marzo de 2010 durante el Death Magnetic Tour. 

“¿Quieren escuchar algo nuevo? Tenemos algo nuevo saliendo pronto. Esta es una de ellas”, anunció Hetfield antes de tocar Moth Into Flame, uno de los dos sencillos del álbum Hardwired… to Self Destruct que saldrá a la venta el 18 de noviembre. Detrás del estreno en vivo, vinieron dos de los grandes favoritos de los fans de la agrupación: Ride the Lightning y Sad But True. 

Si el concierto tuvo un clímax, este llegó con la interpretación de tres indiscutibles clásicos del heavy metal. El Choliseo quedó nuevamente a oscuras justo antes de que se comenzaran a escuchar disparos, explosiones, helicópteros, sonidos que todo seguidor de Metallica inmediatamente reconoce como el inicio de One. Imágenes bélicas aparecieron en las pantallas mientras los acordes de las guitarras de Hetfield y Hammett erizaban la piel de los miles de espectadores. 

Tras uno de los temas más pesados de la noche, Metallica no perdió impulsó y continuó con el doble golpe de Master of Puppets y Battery, canciones que engrandecieron considerablemente el “mosh pit” que ya se había formado en el área de arena durante One y dentro del que decenas de personas se daban de golpes y empujones entre ellos mismos sobre un piso bañado de cerveza.

“¡¿San Juan, estás vivo?! ¡¿Cómo se siente estar vivo?!”, gritó Hetfield antes de calmar un poco los ánimos con Fade to Black, pero la relativa tranquilidad no duró mucho, pues la balada metal fue seguida por uno de los primeros éxitos de Metallica: Seek and Destroy, de su álbum debut Kill ‘Em All . La agrupación se despidió, como suelen despedirse todos los artistas antes de regresar para el “encore”, que arrancó con Hardwired, tema homónimo del nuevo álbum, seguido por un cover de “Whiskey in the Jar” y la balada Nothing Else Matters. 

Las luces del Choliseo se encendieron para la última canción, Enter Sandman, mientras de las alturas caían decenas de bolas inflables negras con el logo de la banda, que eran boleadas por algunos y atrapadas por otros como un recuerdo del concierto. 

“¡Metallica los ama!”, exclamó el baterista, Lars Ulrich, y claro que no podía faltar el tradicional grito de guerra puertorriqueño: “¡PUÑ3T@ PUERTO RICO!”, que enunció a todo pulmón el bajista Roberto Trujillo. 

“Los veremos pronto”, expresó Ulrich como promesa y despedida, mientras todos los miembros de la banda se reunieron frente a la batería con una enorme bandera de Puerto Rico que tendieron sobre ella tras conquistar al Choliseo por segunda ocasión y ante un público agradecido, bañado en sudor, un poco más ronco y mucho más sordo.