Mumford & Sons viven, pese a su corta carrera, uno de los momentos más dulces de su carrera tras ser declarados recientemente por los premios Brit como la "mejor banda británica" y de que su segundo disco, "Babel", recibiese el Grammy al mejor álbum de 2012.

"A partir de aquí vamos directos al infierno", bromean en una entrevista con Efe en Madrid, antes de reconsiderar su respuesta y mostrar sus esperanzas en que, como la mítica torre que da título a su segundo disco, su carrera seguirá escalando pisos con la vista puesta en el cielo, en lugar de desplomarse sobre sí misma.

Ya en serio, algo difícil de conseguir en los minutos compartidos junto al vocalista Marcus Mumford y Winston Marshall, dos de los miembros de este cuarteto británico, aseguran con humildad aparentemente sincera que no sienten el peso de corona alguna y que esos reconocimientos no les hacen sentirse más confiados porque, sencillamente, "no hay seguridad en la industria musical".

Junto a Ben Lovett y Ted Dwane formaron la banda en 2007 y seis años después, con solo dos discos de estudio en el mercado, atesoran fama y reconocimientos como el premio Brit al "mejor disco del año" para "Sigh no more" (2009), su primer álbum.

Decía Newton que "con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria" y, a medida que su éxito aumenta, se gesta una ola creciente de voces críticas.

De "Babel", que también ha acumulado galardones y nominaciones, dicen que es un disco diferente a su debut "porque fue compuesto en unas circunstancias distintas", pero que tampoco es "tan diferente".

"Creemos que es mejor disco y que el próximo será aún mejor", apuestan en cualquier caso.

Se trata de un álbum con numerosos mensajes vinculados al mito bíblico del título, como el de la esperanza y el de la incomunicación entre seres humanos.

"Yo tengo confianza en el futuro de la humanidad", asegura Mumford, que destaca la importancia de entender cómo funciona el mundo y de dar valor a las pequeñas cosas, a las relaciones entre iguales.

Uno de sus rasgos distintivos ha sido el uso de instrumentación folk (banjos, contrabajo, violines, acordeón...), pero consideran que, por su forma de hacer música, no se distinguen mucho de bandas de rock eléctrico.

"Hay gente que piensa que somos irlandeses", comentan sobre las resonancias de su estilo musical, atípico para una banda procedente del mismísimo Londres.

Es quizás el caso contrario al de Bruce Springsteen, que en su último disco, "Wrecking ball", buscó conectar su guitarra eléctrica con las raíces folclóricas más fuertes de EEUU, incluidos el soul y la cultura celta.

Trabar una colaboración con él sería otro sueño realizado, tras trabajar con otros colosos de la música como Ray Davies y Bob Dylan.

"En su música confluyen muchas sensibilidades diferentes. Hay mucha gente que opina que es un músico folk y probablemente lo es", convienen en afirmar, al destacar la capacidad del "Boss" para reparar en el "sufrimiento" de los más débiles, algo en lo que coincide con uno de sus múltiples referentes literarios, John Steinbeck, muy presente en sus canciones.

"¡Definitivamente no somos comunistas!", dicen mientras estallan en risas al preguntarles sobre su identificación con el autor de "Las uvas de la ira" y su oposición al capitalismo.

Al menos su modo de organización sí asambleario y se basa en la confianza y la complicidad entre sus integrantes, razón que les llevó a escoger ese nombre artístico, "Mumford & Sons", como si de un negocio familiar se tratara.

Eso tuvo el efecto adverso de otorgar mayor visibilidad a su vocalista, Marcus Mumford, que además está casado con otra celebridad, la actriz Carey Mulligan, un protagonismo que insisten en diluir antes de sus entrevistas para recalcar la fuerza del conjunto.