The Beatles dijeron alguna vez que eran más populares que Jesús, y provocaron un verdadero escándalo que terminó en su excomulgación. Quizás la comparación no es válida, pero varios se estremecieron al leer que recientemente el bajista de la banda británica Blur, Alex James, aseguró que Taylor Swift es "más grande que The Beatles". 

Con sus palabras, James quiso decir que actualmente los solistas se imponen a las bandas. Y eso es así. Pero lo cierto es que por estos días la popularidad de la cantante y el impacto social que logró ha superado los límites de la imaginación. Tras la imagen de chica perfecta, ridículamente bella y fanática del rosa, hay una mujer que acaba de plantarse como abanderada de los derechos de autor y ha sido aclamada por colegas y admiradores en todo el mundo. 

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¿Quién podrá señalarla como una "rubia tonta" si en su prontuario está haberle ganado al gigante Apple? "Esto no se trata de mí", escribió la cantante para justificar por qué su último disco, 1989 (Big Machine, 2014), no estaría en el flamante servicio de streaming Apple Music. "Por suerte ya voy por mi quinto álbum y puedo mantenerme a mí, a mi banda, a mi personal y a todo el equipo haciendo shows en vivo. Esto es sobre los nuevos artistas o bandas que acaban de sacar su primer single y no serán retribuidos por su éxito", señaló, criticando que la compañía no les pague a los artistas durante esos primeros tres meses en que ofrece gratis el nuevo producto. 

"Le digo a Apple, con todo respeto, que no es tarde para cambiar su política", agregó. ¿Qué consiguió? Que a la noche la llamaran desde la empresa para informarle que habían cambiado, y que su álbum forme parte ahora del catálogo de Apple Music. Swift ganó una lucha común entre sus colegas y eso la puso en portadas de los principales medios del mundo en un estatus que quizás nunca pensó tener, o ni siquiera buscar: el de justiciera. 

No se trata de un capricho de una niña mimada, porque ya es, con 25 años, una mujer. Se trata de que su nombre hoy imponga ciertas reglas, y que Apple, por más millones que pueda recaudar con el resto de los artistas, necesite de la presencia de la estadounidense, cuya música no está disponible en el otro servicio de streaming, Spotify. 

Swift tiene casi 60 millones de seguidores en Twitter, más de 70 en Facebook y otros 35 en Instagram: la sumatoria exacta de fanáticos en redes sociales da 167,191,297. Sin contar las fan page de clubes de admiradores, tendencia a la que Uruguay no es ajeno, con un grupo que supera los 18,000 miembros. 

El vídeoclip de "Bad blood" (que fue estrenado en la pasada entrega de los Premios Billboard, de los que Swift se fue con ocho de 14 estatuillas a las que aspiraba) batió el récord de visualizaciones en YouTube, al alcanzar las 20.1 millones de visitas en menos de 24 horas. Su perfume "Incredible things" ganó recientemente como Fragancia Femenina Más Popular del Año en los Premios de la Fundación de la Fragancia, algo así como los Oscar del perfume. Es, según la revista Forbes, la octava celebridad mejor paga del año (comparte puesto con Robert Downey Jr.) con una recaudación de 80 millones de dólares, y junto al DJ Calvin Harris acaba de desbancar a Beyoncé y Jay Z como pareja más rica. 

¿Cómo Apple no va a querer contar con sus canciones? ¿Cómo no va a dar el brazo a torcer para así asegurarse de que su nombre engalane su repertorio? Es una cuestión de lógica. El problema de Taylor Swift es el estereotipo tradicionalmente arraigado de que las mujeres rubias son menos inteligentes que el resto, y ni que hablar de las bellas. En ese sentido, su belleza le juega en contra y la hace ver como una pequeña consentida todos esos detalles de los que se queja en el hit "Shake it off". Sin embargo, aunque su familia perseveró para que iniciara formalmente su carrera artística, la responsabilidad de su trascendencia es pura y exclusivamente suya. 

Que canta bien es innegable (a veces con demasiados agudos, sí, y abusando de notas altas), pero su condición de compositora es lo que más se le destaca. Porque Swift no solamente hace canciones despechadas para sus exparejas, sino que también habla de amores felices y otras cuestiones relacionadas a sus vivencias. Simples, directas, conmovedoras, sus letras se instalan en el corazón de los adolescentes (y no tanto), con una musicalidad que se desprendió del country y la posicionó como una de las aspirantes al trono del pop femenino. 

Su corazón noble, que ha quedado en evidencia cuando ha colaborado con algunas causas benéficas sin levantar polvareda, se refugia tras un perfil naif. Swift combina su imagen de niña inocente lugar incómodo desde el que logra seducir de manera convincente con el de una mujer madura, oscura y que sabe cómo lograr lo que quiere. Así se la ve en los clips, y así se lo ha demostrado a Apple y al mundo.