Ricky Martin está en la casa. Y la familiaridad que permite estar entre su gente se le notó en su presencia en tarima en la primera de las tres funciones que ofrece de su concierto “One World” en el Coliseo de Puerto Rico.

Estuvo coqueto, sonriente, reclamando sentir “la fuerza boricua”, bailador y con el deseo genuino de que sus seguidores olvidaran los problemas en el país y fueran felices esta noche. También quiso que todos salieran roncos y sudados. 

“Tenemos que poder ser libres, tenemos que poder arriesgarnos, nos tenemos que olvidar de todos los problemas en el país, hoy nos vamos a enfocar en el poder de la felicidad”, expresó en su saludo al público que lo colmó de vítores, ovaciones, además de complacerlo cada vez que lo provocó. “¿Qué pasa aquí? ¿Nadie baila?”, cuestionó cuando interpretaba “Adrenalina”, esta vez sin el reguetonero Wisin, quien se espera para las funciones de sábado y domingo.

El astro del pop no alteró el concierto para esta parada en la Isla. Mantuvo el mismo nivel de calidad técnica, musical y bailable que ha venido presentando desde que comenzó esta gira en abril del año pasado en Australia.

La cita con los suyos arrancó a las 9:42 p.m., con la primera de las cuatro fases en las que se divide el concierto, siendo ésta lo suficientemente vibrante para poner de pie a la multitud que llenó el coliseo.

Tras un amplio juego de luces blancas y rojas, el cantante apareció sobre una plataforma que descendió al escenario. La audiencia, en tanto, enardecía.

Elegantemente vestido abrió el repertorio de 23 canciones con intensidad: “Mr. Put It Down”, “This is Good”, “Drop It One Me”, “Shake Your Bon Bon” y “Adrenalina”, comprendieron la introducción. Las explosivas coreografías, a cargo de ocho bailarines y del mismo Martin, hacen vistosa la recreación en el escenario.

“Buenas noches Puerto Rico, ¿cómo estás? ¡Wow, qué alegría! Muchas gracias por estar aquí esta noche. ¿Cómo están? Yo lo único que quiero es pasarla bien, poder al final de la noche decir que estoy feliz”, expresó antes de llamar a olvidar, a volar, a ser felices.

Los acordes de “Tal vez” volvieron a alborotar a las mujeres, hombres y parejas asistentes. Los éxitos “Livin’ la vida loca” e “It’s All Right” lo ubicaron de nuevo sobre el bonete de un clásico Mustang. Para la última, realizó uno de los ocho cambios de ropa, esta vez con falda.

El llamado de conciencia sobre su lucha contra la trata humana se dio con la proyección de unos visuales con datos sobre la llamada esclavitud moderna. Con estas imágenes introdujo “Asignatura pendiente”, una canción que el público cantó con él de principio a fin.

“Isla bella” tomó esta vez mayor significancia al interpretarla justamente donde están sus raíces. Una sección de vientos la dimensionó aún más. La banda estuvo dirigida por el guitarrista David Cabrera.

Este espacio de baladas, quizás por tratase del fin de semana en el que el amor está refulgente, fue de los más celebrados por la audiencia. “Tu recuerdo”, “Disparo al corazón” y “Vuelve”. Martin para seguir provocando preguntaba cada vez, “¿Una más?”. 

Así continuó con “Adiós”, pero la fiesta llegó con los temas que mientras más los canta, más la gente se los disfruta: “Lola”, “María”, “La Mordidita” y “La bomba”. Con “Por arriba, por abajo” los niveles de gozadera alcanzaron niveles superiores, sobre todo con la competencia que hizo el intérprete con las distintas secciones del público. 

Desde el moderno escenario divisó múltiples banderas que saludó antes de despedirse por primera vez: 

“Puerto Rico te amo, eres mi vida, eres mi todo, hasta la próxima, mucha paz, mucho amor”, dijo.

“Pégate” y “La copa de la vida” cerraron una noche en la que el artista logró su objetivo: hacer feliz a su gente.

Desafinado CNCO

A las 8:50 p.m., las luces del coliseo se apagaron para dar paso al debut de la banda CNCO, que fue recibida con un grito colectivo, muestra de que los cinco chicos están ganando popularidad. El grupo, no obstante, lució un tanto desafinado y les faltó más movimiento en tarima. 

Comenzaron con “Algo me gusta de ti”, pero no fue hasta que interpretaron el éxito “Uptown funk” que lograron una mejor armonía vocal y energía escénica, lo que se repitió con el tema “Que se prenda la noche”.

El puertorriqueño Zabdiel de Jesús alborotó al público que a esa hora ya se había dado cita en el coliseo al presentar el primer sencillo de la agrupación, “Tan fácil”. “Tengo el honor de presentar esta canción en mi tierra, Puerto Rico”, dijo el joven rodeado de sus compañeros Christopher Vélez, Erick Brian, Richard Camacho y Joel Pimentel.

“Quédate”, “Sorry”, una sección de música urbana y “Hable de ti”, sellaron la presentación en la que los nervios naturales de un debut fueron evidentes, asimismo, la necesidad de que estos jóvenes continúen ensayando hasta alcanzar una sólida presencia en el escenario.