Su extensa trayectoria de más de ocho décadas ininterrumpidas la convierten en una de las principalísimas instituciones musicales del país y ha forjado a destacados músicos de toda la Isla, al punto de ser llamada “la decana de las orquestas en Puerto Rico”.

Por 87 años, la orquesta Happy Hills de San Germán ha custodiado y fomentado la música clásica popular puertorriqueña. Muchos fueron los que bailaron con sus ritmos y para mediados del siglo 20 era referente de excelencia musical boricua dentro y fuera de la Isla.

Hoy día toman un segundo aire para darse a conocer a las nuevas generaciones y mantener viva una tradición artística que trascendió las lomas sangermeñas para colocarse en un privilegiado sitial en el pancracio musical puertorriqueño.

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“Para la gente de San Germán, la Happy Hills es como Porta Coeli, es un patrimonio cultural. Se fundó en 1929 cuando siete jóvenes músicos de San Germán salían de la escuela superior y tenían la inquietud de seguir haciendo música. Sin capacidad económica, ni instrumentos siquiera, decidieron hacer una orquesta y empezaron a trabajar en lo que podían. Por ejemplo, anunciando las actividades en el Teatro Sol”, recordó Kelvin Acosta Vélez, administrador de la agrupación.

La orquesta se componía de siete integrantes: Eleuterio Enrique “Quique Chilín” Quiñones, Maximino González, Luis A. Lamboy, Juan Guzmán, Ramón Lugo, Daniel Ortiz y Juan Ángel Granados. Uno de los primeros arreglistas que tuvo la orquesta fue Ramón Collado, quien tuvo a su cargo el arreglo musical del himno de Puerto Rico.

“Collado les fiaba los arreglos y ellos le pagaban luego con el dinero que hacían tocando”, recordó Acosta Vélez, quien también dirige el Museo de Historia de San Germán.

“Una de las cosas curiosas que la orquesta hizo fue que reunieron unos chavitos y compraron una ‘pick up’ F-150 para poder cargar el piano, porque era de mueble”, recordó el administrador e historiador sangermeño.

Poco a poco fueron ganándose el cariño de la gente hasta convertirse en una de las orquestas más aclamadas dentro y fuera de Puerto Rico.

En 1956 grabaron su primer disco, el cual tuvo como cantante a un querendón de Puerto Rico: Ismael “Shorty” Castro y una de las trompetas fue nada menos que Filiberto Ojeda Ríos quien, si bien nunca formó parte de la orquesta a tiempo completo, sí fungió como trompetista sustituto para el disco.

“Fueron tan famosos que tocaban en todas las fiestas patronales y bailes de todo Puerto Rico. Tanto así que no necesitaban estar en la radio. Por ejemplo, de 1956 a 1987 solo grabaron 12 canciones. Pero esa misma fama les jugó en contra, porque si no bailaste con los Happy Hills, no los recuerdas, porque no se escucharon en la radio”, especificó Acosta Vélez.

UN SEGUNDO AIRE

La orquesta se mantuvo por tantos años gracias a que se trataba de una tradición familiar. Primero, la familia Quiñones, bajo la dirección de “Quique Chilín”, se hizo cargo de la agrupación; luego, la familia Nazario y así sucesivamente hasta la década del 90, cuando pasó a manos de Efrén Gregory, quien por muchos años fue el director de la banda de marcha del Colegio de Mayagüez.

“En los últimos cinco años, la orquesta estaba en decadencia y apunto de disolverse. En el 2015 yo compré los derechos de la orquesta. Ya llevaban casi un año sin tocar, así que organizamos un concierto de Navidad en la Plaza Mariano Quiñones para conservar la continuidad de la orquesta”, recordó Vélez quien, como historiador, se interesó por conocer la trayectoria de la agrupación y terminó como su administrador.

Hoy día la orquesta atraviesa por una segunda etapa que le ha dado la oportunidad de revivir sus momentos de gloria. Cuenta con 18 músicos, algunos jóvenes que están o acaban de terminar la Escuela Superior. Además, surgió una oportunidad de volver al estudio de grabación, gracias a una producción musical de la orquesta de rock Los Petardos, quienes grabaron un número con la legendaria orquesta sangermeña.

“Cuando surgió la idea de grabar, lo pensé mucho. Son generaciones totalmente distintas, hay 80 años por el medio y almas interpretan música distinta. Pensé que la gente nos tiraría con cosas. Pero luego dije: ‘Nuestros fanáticos se están muriendo’. Hay gente que no sabe quiénes somos. Esta es una ventana para darnos a conocer”, subrayó.

La presentación del disco de Los Petardos le dio la oportunidad de exponerse a un nuevo público y la reacción fue magnífica.

Pero, además, Acota Vélez contempla someter a su agrupación al escrutinio del reconocido libro de records Guinness como la orquesta popular con más años de trayectoria ininterrumpida.

“Estoy en el proceso del papeleo para verificar si es viable. Hay orquestas en Cuba y Venezuela que fueron fundadas mucho antes, pero creo que ninguna se ha mantenido ininterrumpida”, especificó.

Por lo pronto, la Happy Hills está de vuelta en los escenarios del país y disponibles para cualquier actividad. Para contrataciones, puede comunicarse con Acosta Vélez al 787 516 8570.