El sábado 8 de abril, como muchos otros días antes, Giovanni Mongiano llegó al Teatro del Popolo, en Gallarate, una pequeña ciudad de la región de Lombardía, 40 kilómetros al noroeste de Milán, en Italia. En sólo unos minutos tenía que estar sobre el escenario para interpretar el monólogo Improvisaciones de un actor que lee. 

Estaba en eso, poniéndose listo, cuando se le acercó la encargada de la taquilla. Ni una sola entrada para la función se había vendido esa tarde. 

“No me puse triste, pero la noticia me sorprendió. No quise darme tiempo para pensar. Decidí salir a escena aunque la sala estuviera vacía”, dice Mongiano, desde su casa en Italia. 

Y arrancó con el monólogo, una pieza escrita por él en 2013 que, irónicamente, aborda la pasión por el teatro de un actor enterrado durante años en papeles pequeños quien, sin embargo, no puede concebir su vida sin tener todo el tiempo los pies sobre el plató. 

Durante más de una hora el histrión habló y habló, y fue infinidad de veces de uno a otro lado del estrado, hasta que llegó al final. En la que fue la representación 70 de su soliloquio, ni un solo aplauso llegó desde las butacas. 

Pero una ovación casi interminable se le vino encima días después, desde el ciberespacio, cuando la historia de lo ocurrido esa tarde en el teatro llegó a Internet, a las redes sociales, a un montón de latitudes. 

Desde aquella tarde Mongiano ha recibido miles de comentarios en sus redes y en su página en Internet, la mayoría de ellos de admiración y solidaridad. El actor prometió responder todos y cada uno de los mensajes, tarea que le tomará, calcula él, por lo menos un mes, con la ayuda claro está del Traductor de Google que a estas alturas es ya su amigo fiel. 

Muchas de las comunicaciones de afecto llegaron a sus redes desde América Latina, esa parte del mundo que comparte con Italia esa sangre de origen latino “cálida y afectuosa”. Un mensaje que le conmovió especialmente se originó en México. “Un chico prometió enviarme el dinero de dos entradas, para ayudarme, aunque no pudiera venir al teatro”.

El actor ya le respondió. “Le dije que un día, si hay manera, será mi invitado especial y estará en primera fila”. 

La reacción explosiva que generó su historia suma ya dos invitaciones para que actúe en Uruguay y Bélgica, pero es muy posible que la lista de propuestas aumente.

La vida sobre el escenario 

Mongiano nació en Turín en 1949. Coqueteó con el teatro desde pequeño, pero fue hasta los 20 años que ingresó a la Escuela Nacional del prestigiado Teatro Stabile di Torino.

Nadie llega a medio siglo sobre la tarima si no siente pasión por el teatro, dice. Y es esa pasión la que explica que hubiera decidido actuar frente a una audiencia inexistente. “Fue una decisión dictada por el alma -asegura-, por amor al teatro”. A ese teatro que es como la vida. “Porque, como la vida, me ha dado mucha felicidad, pero también muchas decepciones”. 

Y el aforismo parece ajustarse bien al caso. La avalancha de solidaridad que recibió Mongiano avanzó de manera paralela a un alud de rumores que aseguran que la actuación en solitario no fue más que una burda estrategia premeditada para darle publicidad al pequeño teatro y a Mongiano. 

“Eso me dolió mucho, aún no entiendo por qué o quién dijo eso”. 

Lo cierto es que, si se hubiera tratado de una estrategia publicitaria lo mejor hubiera sido lanzarla al principio de las representaciones. La próxima semana Mongiano dejará descansar su monólogo y comenzará las interpretaciones de El difunto Matias Pascal, obra basada en la novela homónima de Luigi Pirandello. 

En casi medio siglo de vivir para el teatro, ¿qué anécdota recuerda con más cariño? 

- Es evidente que la historia más extraña es la que me acaba de pasar. Es increíble cómo en estos tiempos del Internet uno se puede hacer famoso en pocos minutos, aunque no lo provoque. Estoy feliz de haber conocido a tanta gente, aunque haya sido de manera virtual. 

¿Por qué no llegó nadie esa tarde al teatro? 

- Esta sociedad de consumo desenfrenado ha construido sociedades intelectualmente empobrecidas, que tienen dificultades para entender lo que ocurre alrededor y para entender el arte… Además, el teatro en Italia cada vez se ve menos porque el Estado no hace nada por él, ni por la cultura. Es decir, hace mucho por los grandes eventos y los grandes teatros, pero muy poco o nada por cientos de empresas y trabajadores que, como yo, enfrentan condiciones difíciles. 

¿Qué le ha dado el teatro a su vida? 

- Mucha felicidad pero también muchas decepciones. La vida es así para todos. Pero hay que luchar y sonreír cuando se puede y seguir adelante. 

¿Usted es de los que sueñan con morir en el escenario? 

- Eso sería una cosa hermosa, pero ¿qué te parece si lo dejamos para dentro de 30 años? jaja ... Espero que pase mientras interpreto El enfermo imaginario, de Molière.