Desnudas en el camerino
Horas antes de subir al escenario, donde se quitarían la ropa, estuvimos tras bastidores con Las chicas del calendario.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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Desnudarse es el acto de despojarse de la ropa… mostrarse natural, trasparente y sin nada que decore el cuerpo humano. Es, además, liberarse.
La puesta en escena Las chicas del calendario, una adaptación del filme que lleva el mismo nombre, requiere que las actrices Cordelia González, Marian Pabón, Ángela Meyer, Camille Carrión, Velda González, Suzette Bacó, Linette Torres y Lizmarie Quintana se despojen de todo en el escenario para desdoblarse en cada una de sus caracterizaciones. Todas se muestran tal y como llegaron al mundo.
Con esa misma actitud de liberarse sin tapujos, las actrices llegaron el pasado domingo a los camerinos del Centro de Bellas Artes en Santurce, donde en par de horas presentarían la pieza en la Sala de Drama René Marqués.
Es dado pensar que los nervios estarían a flor de piel pues aparecerían desnudas. Mas la realidad dista mucho de lo pensado.
Suzette y Camille fueron las primeras en llegar al camerino de maquillaje, el 81. Les esperan las brochas del maquillista de teatro Bryan Villarini, quien no solo logra trasformaciones en los rostros, sino que convierte el sitio en una sesión de terapia. Aquí se habla de todo.
El turno es de Raymond Gerena, quien interpreta a “Juan”, un paciente de cáncer, por lo que tiene la cabeza rapada. Una vez maquillado se coloca la peluca y suelta: “Ahora es el turno de Loubriel”, sostiene entre risas y añade que logró rebajar 30 libras a petición de la directora escénica de la pieza, Emineh de Lourdes.
Cordelia se suma al grupo. Se sienta, se coloca la capa y sube las piernas a la silla. Mueve el pelo e inclina su cuello hacia atrás. Villarini comienza con la base y explica que el maquillaje que usa con las actrices es correctivo, a excepción del de Ángela que requiere una mayor transformación por interpretar a una envejeciente.
Desde el pasillo se escucha a Suzette gritar “bebé” para saludar a Ángela que recién pisa el lugar. Se abrazan y ríen al unísono. Ángela toma la llave de su camerino 70, el que comparte con Lizmarie, y entra. Suzette con café en mano regresa al cuarto de maquillaje y saluda con un beso a Cordelia.
“¡Qué bellos esos zapatos!”, exclama Cordelia ante las plataformas fucsia que luce Suzette.
“Una cosita sencillita de mi clóset”, reacciona Suzette antes de retocarse el maquillaje. Entra Camille y la actriz Madelyn Ortiz, quien lleva una caja de botellas de agua que coloca sobre la mesa del camerino, donde además hay unas bandejas de comida para toda la producción.
Ángela entra al salón de maquillaje. “Tengo un hambre brutal”, exclama.
“Pues nenita, hay comida y los chips de malanga están bien ricos”, precisa Suzette. Ángela reparte besos a todos, camina hacia las bandejas de comida y se sirve.
“¡Qué bueno es hacer de gorda y vieja en la obra! Puedo comer lo que quiera hoy”, sentencia Ángela provocando las risas en el cuarto de maquillaje.
“¿La obra la van a grabar hoy?”, pregunta Cordelia.
“Sí. Se van a ubicar en las sillas de atrás. Son dos horas de grabación”, responde Ángela.
“¿Van a grabar con un iPhone o con cámaras de vídeo?, cuestiona Camille.
La cara de Ángela se comienza a desfigurar ante la pregunta. El bocado que llevaba en el tenedor regresa al plato de comida.
“Camille, ¿cómo va a ser con un iPhone? ¿Tú sabes lo que estás diciendo? Ve a tu camerino y reflexiona por lo que acabas de decir”, menciona muerta de la risa Ángela y el resto de las actrices sueltan carcajadas que retumban en el camerino. “¿Pero se puede grabar con un iPhone?”, refuta Camille.
“Ve al camerino a hacer yoga Camille... Se puede, pero se va a hacer profesionalmente”, repite Ángela que de inmediato recuerda cómo la tecnología ha cambiado la vida de todos.
El próximo turno en la silla le corresponde a Linette quien tiene el privilegio de trabajar con su hijo Fernando Tarrazo en esta obra.
Son las 3:45 de la tarde. Al cuarto de maquillaje regresan Camille, Ángela y Raymond. Llegan también Lizmarie y Emineh. Se saludan todos. Suzette entra con una peluca puesta y busca un lápiz labial para pintarse los labios.
Ahora el tema es lo que hicieron la noche anterior una vez terminaron la función. Algunas fueron a la barrita de Punto Fijo. Interrumpe Marian, quien llega con cara de poco amigos y angustiada. Cuenta que encontraron una perrita en la calle y no sabe si adoptarla. La mayoría de los actores le recomienda que lo haga.
La última en sumarse al grupo es Velda. Camille le pregunta sobre el éxito que tuvo con La criada malcriada en Nueva York y cómo los puertorriqueños la reconocían en las calles.
Ya faltan minutos para subir al escenario y la vestuarista Alba Quevedo se mueve de un lado a otro acomodando todos los cambios de ropa del elenco.
Se escucha la primera llamada. El reloj marca las 4:30 p.m. y ellas, relax, conversan sobre quién de los nominados deberá ganar un premio Oscar el 28 de febrero.
El aviso de la segunda llamada se escucha por las bocinas. El camerino se hace pequeño ante la presencia de todo el elenco, incluyendo al actor Gerardo Ortiz y a la directora escénica.
Se escucha la tercera llamada. Todos en el camerino se toman de las manos. Velda toma la palabra para inyectar positivismo en el grupo. La atmósfera cambia a una de nervios, emoción y alegría.
“¡Vamos!”, gritan al unísono. Todos se abrazan, se besan y corren por los pasillos hasta llegar al backstage. Por las bocinas se escucha la canción Like a virgin de Madonna.
Marian se tira al piso y hace varios push-ups; es su manera de relajarse. Suzette se lanza sobre la espalda de su compañera. Marian grita y de inmediato Linette, Cordelia, Raymond y Lizmarie se trepan sobre ella al estilo de una montaña humana. ¡Qué pavera!
Con esa misma comicidad, a las 5:00 en punto, subieron el telón de Las chicas del calendario, pieza que repite este fin de semana.