Valdés, que es el cómico, no hacía ni muecas mientras se pintaba un bigote en el espejo con un lápiz negro. Apenas hablaba y confesó que ni a sus amigos recibe en su camerino, pero insistimos.

“Aquí estoy pintándome un poquito el bigotito este como para tener pinta de idiota”, dijo el intérprete de “Félix” en la comedia en la que hace de un ladrón, un actor de tercera que se mete en la casa de un conocido productor de novelas.

Confesó que los nervios se apoderan de él.

“El que diga que no tiene nervios es mentira. A mí me gusta estar concentrado, meterme de cabeza en lo que estoy. En los ensayos soy peor”, reveló.

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Su preparación antes de salir al escenario, sea teatro o televisión, se centra en el zen, práctica budista que busca la sabiduría. 

“Sobre todo me gusta guardar la energía para ese momento (en tarima) no mezclarlo. Por eso los amigos nunca vienen a mi camerino antes”. 

En cambio, el “Caballero de la Salsa” se encontraba más relajado en su camerino, donde acomodaba perfectamente sus trajes con las corbatas en combinación.

“Aquí es donde comienzan las cosquillas, lo que pasa es que no puedes dejar que las cosquillas puedan más que tú. Aquí no hay ‘rush’ ni hay estrés, porque todo el mundo sabe lo que tiene que hacer, que es lo importante”, conversó el salsero mientras le retocaban el maquillaje. 

Dijo que la dinámica entre ellos estuvo claro desde el principio. 

“No hay problemas, si él me tiene que corregir algo o llamarme la atención en lo que puedo mejorar y darle otro giro. Recuerden que él es actor, autor y el director de la obra”.

Gilberto nos mostró el arreglo flora que le envió su esposa, la animadora Alexandra Malagón.

“Es un arreglo espectacular… Esta vaina de ser actor me está gustando”, terminó.