Yamaris Latorre leyó y releyó  Los monólogos de la vagina desde distintas perspectivas: primera, desde la mujer que es; segunda, como actriz; y tercera, y más reciente, como directora.

Sí, como directora. La obra de la feminista estadounidense Eve Ensler que tanta curiosidad, emociones e inquietudes despierta en ella, marcará su estreno como directora en el teatro profesional. Es un desafío  con el que jugó en su mente por mucho tiempo, mas no dejó de causarle sorpresa y temores, por el respeto que tiene por su vocación de intérprete.

“Tuve que vencer mis propios miedos”, admitió Latorre, que en sus 25 años de carrera ha dirigido para estudiantes, pero nunca para sus pares actores y actrices.

“Respeto mucho. Soy extremadamente o ridículamente respetuosa para todo eso, el que canta, el que baila, y son etiquetas que también nosotros nos tenemos que quitar, si es que también uno tiene ciertos estudios”.

Raymond Gerena,  productor a cargo de esta nueva puesta escénica que estrenará el 8 de junio en el Teatro Braulio Castillo, en Bayamón, carga con la responsabilidad de llevarla, finalmente, a la dirección.

“A mí  la pieza siempre me llamó la atención, evoca tantas imágenes, pero al mismo tiempo es una pieza que nada puede distraer la voz de estas mujeres”, que hablan sin tapujos de su sexualidad, de la menstruación, del orgasmo, de la masturbación, y de la violencia de género. Se convirtió esta obra, cuyo estreno fue en 1996, off Broadway, en Nueva York, en una discusión abierta de más de 200 mujeres sobre aquellos temas que le afectan directamente e históricamente se han tratado como  tabú.

Latorre no quiere distraer lo que Suzette Bacó, Luisa de los Ríos, Madelyn Ortiz, Tita Guerrero y Yolandita Monge (invitada especial del primer fin de semana) tienen que comunicar, por lo que su propuesta será minimalista, según propone la adaptación de la Comedia Puertorriqueña escrita por Sandra Rivera e Ileana Rivera Santa.

“Creo que no debemos matar lo más importante que es la voz de estas mujeres, o sea que nada que se haga en escena debe llamar más la atención que lo que estamos diciendo”.

Le añadirá movimiento e imágenes para responder a la demanda visual de estos tiempos, y dos de los monólogos más recientes, incluido uno que aborda el acoso sexual, tan denunciado últimamente por el movimiento #MeToo.

“El texto es tan poderoso, que siempre me ha llamado tanto y me ha tocado tantas partes de mí, y seguirá tocando a tantas mujeres, y es tan necesario y tan pertinente que en ese sentido fue fácil presentarles mi propuesta y empezar a correrla”, indicó la intérprete, que años atrás participó del estreno local de la pieza.

“Ahora es cuando la mujer realmente está comenzando a romper el silencio. Nos ha costado mucho tiempo. Mucho, y creo que hay que traerlo. Y hay un monólogo específicamente que de alguna manera toca esto (el acoso sexual), y está incluida en la pieza”, expuso.

Latorre reconoce que es “complejo” dirigir a sus colegas, porque no solo las conoce en el escenario, sino como amigas, lo que hace el reto aún mayor. “Tengo que llegar segura de lo que quiero proponer, abierta a la creatividad de las compañeras, eso siempre. Creo que la dirección es un trabajo colaborativo, pero segura de lo que quiero hacer”, puntualizó.

Igual de complejo es desprenderse de su pasión primaria de la interpretación para centrarse en la dirección. “Es un mantra”, afirmó desde el vestíbulo del teatro, previo a un ensayo. “He descubierto que es un ejercicio de desprendimiento y de conexión humana, porque el actor se encuentra tan vulnerable bregando con sus emociones, con sus inseguridades, con sus sentimientos, y uno tiene que ponerse en función de eso”.