Bogotá. El periodismo independiente que defiende desde sus orígenes el diario colombiano El Espectador le costó la vida a quien fuera su director, Guillermo Cano Isaza (1925-1986) a manos de sicarios de Pablo Escobar Gaviria.

La intolerancia que desbordó frente al narcotráfico fue silenciada la noche del 17 de diciembre de 1986, poco después de abandonar la sede del periódico que hoy dirige su sobrino, Fidel Cano Correa, desde una nueva estructura física y financiera. El antiguo edificio que albergó la publicación casi se desploma por un carro bomba ordenado por el mismo “Zar de la Cocaína” tres años después de asesinar a Guillermo Cano.

“Yo no trabajaba en el periódico en ese momento. Tenía 20 años, estaba estudiando en la universidad y en el momento de la muerte estaba en mi casa escuchando por radio un partido de fútbol cuando interrumpieron para decir que había ocurrido el atentado”, recordó Cano Correa desde su oficina.

De personalidad tímida, el periodista cuenta que siempre percibió cierta preocupación en la familia por lo que pudiera ocurrir con el periódico, por lo económico o lo editorial.


Aun así, nunca imaginaron el plan de Pablo Escobar.

“La familia se unió mucho, pero fue un descontrol total. Cómo seguir, quién iba a tomar esas banderas de Guillermo Cano que, además, era un líder muy fuerte para la redacción, para el periódico. Aunque los cuatro hermanos trabajaban ahí, él era la figura visible”.

Un día antes de su muerte, Guillermo Cano dijo en una entrevista para el Círculo de Periodistas de Bogotá que el peligro del periodismo es “que nunca se sabe si volveremos por la noche a casa”.

Aquella noche de 1986 no llegó. Apenas hizo un viraje en “U” en la avenida Espectador, cuando un par de sicarios en motora se acercaron a su vehículo y le dispararon al pecho en ocho ocasiones.

Un día después no circuló ningún medio de comunicación colombiano. Ese día hubo una marcha silenciosa en su memoria.

“Yo era un joven que no medía las dimensiones de lo que estaba pasando en realidad y ese entierro... El periódico quedaba aquí cerca y el cementerio es al norte, norte, y todo el camino la gente batiendo pañuelos blancos, fue algo muy impresionante; creo que todas esas cosas fue lo que le permitió a la familia seguir”, apuntó.

El Espectador dejó de ser propiedad de los Cano en 1996, cuando lo adquirió el inversionista Julio Mario Santo Domingo.

Fidel Cano Correa fue llamado a dirigirlo en el 2004.

Sobre la serie Escobar: El patrón del mal que, entre otros eventos, revivió la muerte de su tío, comentó: “Es una serie superbien producida y, en general, es bastante cercana a la realidad. Me parece que uno no tiene por qué tenerle miedo a la historia, sino, por el contrario, conocerla y ver cómo no repetirla, y me parece que en eso contribuye esta serie”.