Medellín. En cuatro meses de trabajo, han sido muchos los “Pablo” con los que ha tenido que “jugar”.

Lo hizo desde su etapa de niño hasta llegar a su decadencia total, como describe Fady Florez, jefe de maquillaje de la serie Pablo Escobar: el patrón del mal, la etapa final de la vida del líder del narcoterrorismo colombiano entre los 80 y 90.

Pero transformar al actor Andrés Parra en “Pablo Escobar Gaviria” no ha sido lo más difícil, aunque –llegar a este punto de las grabaciones– confiesa que le ha tocado en lo emocional, porque ha sido como ver la caída de un hijo.

Fady Florez trabajó por 10 años en maquillaje para fotografía de moda, con lo que llegó a colaborar para un catálogo en Puerto Rico. De maquillaje de caracterización sabía poco. “Solo había trabajado con gente linda”, comentó el viernes sin dejar de usar sus manos.

Su labor en la producción Los hombres las prefieren brutas le abrió las puertas a este proyecto y a una nueva técnica. “Me dio un susto grande”.

Los vídeos de YouTube fueron su herramienta para comenzar a delinear a un “Pablo Escobar” desde adentro hacia afuera, pues los estragos de su abuso de la marihuana tenían que verse en pantalla.

“Comencé a mirar qué les pasa a las personas que fuman marihuana... Comienzan a retener líquido, a presentar ojeras”, detalló.

Florez observa su trabajo como un juego y, desde esa perspectiva, tomó una fotografía del verdadero “Zar de la Cocaína” y otra de Andrés Parra. Así comenzó a sumar y restar líneas de expresión hasta lograr que esas imágenes se fundieran en una.

Mientras el proceso –de unas tres horas de transformación– va en desarrollo, el protagonista se entrega. Se coloca unos audífonos Bose para escuchar la música que guarda en su teléfono iPhone, en el que también revisa su cuenta de Twitter (@soyandresparra).

Por momentos, toma el diario en que lleva los apuntes con los que ha dado forma a su caracterización. Ayer lo cogía y lo soltaba para mirar de cerca una foto de Pablo Escobar asesinado, tendido sobre un techo. La sangrienta imagen contrastaba con otra del cabecilla del Cartel de Medellín frente a la Casablanca. Lo acompañaba su hijo Juan Pablo. Esa dicotomía, entre un Escobar “noble y buen padre” y uno sin escrúpulos –manchado de crimen–, rigió su vida.

¿Por qué mira tanto esa foto?

Para saber cómo cayó y caer igual.

Con esa rigurosidad, Parra cuida la caracterización que le requirió bajar unas 32 libras, raparse la cabeza –para que la peluca le pegue mejor– y dejarse crecer las patillas.

La transformación se completa con el uso de una barriga de goma espuma, relleno para engordar el rostro, y la colocación de la barba y la peluca. No pueden faltar los lentes de contacto color marrón para ocultar el verde de los ojos del artista.

En este proceso interviene un equipo de seis a ocho personas, que incluyen a Florez y a sus asistentes, Diana María Parra, Marcela Sepúlveda, Paola Delgado, Lenia Moreno y la vestuarista Marta Cabrera.