NOTA DEL EDITOR: Anoche estrenó por Univision la serie “No me compares”, que presenta problemas que viven los jóvenes. Por ello, cada semana estaremos abordando el tema principal del capítulo, y ofreceremos guías de como enfrentarlo. 

Ese chiste subidito de tono te supo malo. Ese toquecito en el muslo estuvo de más. Esa “miraera” constante se siente creepy. Las sensaciones que perturban a “Jenny” (Zaiedd Vélez) son tres de las señales principales de estar siendo acosada(o) por un familiar.

En el caso de esta chica universitaria, el “incordio” es su cuñado, “Tito” (Víctor Santiago). Como le sucede a “Jenny”, los lazos sanguíneos o legales tienden a infundir miedo a denunciar el acoso, o crear la ilusión de que la situación es normal, según el curso de Educación Sexual en Línea de la Universidad de Chile.

Pero no es normal. La angustia, el terror y la incomodidad que el agresor produce en la víctima podrían desembocar en disminución de autoestima, conflictos con otros familiares y una serie de desórdenes emocionales, como la depresión. Curiosamente, estos signos no siempre se notan a simple vista. El 90% de las veces, el acoso sexual intrafamiliar carece de lesiones o marcas, de acuerdo con datos recogidos en 2010 por el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades del Departamento de Justicia de Estados Unidos. 

Nadie está obligada(o) a tolerar miradas y “toqueteo”. Sin embargo, cuando no hay daño físico palpable, denunciar este patrón es cuesta arriba. En ocasiones, las víctimas prefieren relatarlo a un(a) amigo(a) antes de acudir a otro familiar o las autoridades. Si has estado en ese rol de confidente, considera los siguientes consejos, tomados del Estudio a fondo sobre todas las formas de violencia contra la mujer (2006) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

1. Créele- Si no eres un profesional de la salud, no tienes ninguna autoridad para decirle a la víctima que “se está inventando cosas”. Evita defender al agresor o indicarle a tu amiga(o) que “eso es normal”.

2. Asegúrale que no fue su culpa- Tu papel es fundamental para que la víctima pueda convencerse de que ella o él no tiene la culpa. Si se lo repites, le ayudas a fortalecerla(o) para que busque ayuda profesional o denuncie.

3. Sé amable- Evita despachar o postergar la conversación. Escucha a la víctima. Recuerda que esta persona llega a donde ti con tristeza, rabia o vergüenza.

4. Respeta su privacidad- No le pidas detalles. Aunque haya inconsistencias en su relato, evita corregirla(o) o hacer gestos que delaten que te has dado cuenta.

5. No crees falsas expectativas- Pregúntale qué quiere hacer. Dependiendo de la respuesta, ofrece la ayuda que puedas darle. Hazle sugerencias, no órdenes. Por ejemplo, en vez de decirle: “¡Tienes que buscar ayuda profesional!”, preséntale una lista de profesionales de la salud, e indícale que le puedes acompañar a visitarlos.