En lo que muy bien podría ser una gran coincidencia –o una irónica decisión premeditada por parte HBO-, Game of Thrones cerró anoche su cuarta temporada en el Día de los Padres con un episodio en el que la venenosa relación paterno-filial entre “Tyrion” y “Tywin Lannister” alcanzó su punto de ebullición. Fue un tremendo final a una tremenda temporada, quizá la mejor y más redonda de la serie hasta ahora, en donde los hijos y sus padres y madres –independientemente de lazos de sangre- fueron las figuras centrales del capítulo congruentemente titulado “The Children”.

Tan buena fue la conclusión que sinceramente envidio a todos aquellos que la pudieron experimentar sin el bagaje que cargamos aquellos que hemos leído las novelas que componen la inacabada saga de A Song of Ice and Fire, quienes quedamos un tanto insatisfechos por lo que quedó fuera de la adaptación, particularmente el epílogo del libro A Storm of Swords que hubiera sido el perfecto “cliffhanger” para cerrar la temporada, obligándome a archivar la nota que había escrito previamente abordando este asunto. Sin embargo, también hubo una gran alteración que elevó considerablemente el texto de George R.R. Martin, algo a lo que los creadores de la serie –David Benioff y D.B. Weiss- tendrán que recurrir más a menudo de ahora en adelante por el bien del programa. Al final les explicaré por qué.

El episodio arrancó justo donde dejamos la acción la semana pasada, con “Jon Snow” caminando hacia el territorio del otro lado del Wall para negociar la paz con “Mance Ryder”. Resulta que “Mance” necesita la protección del Wall para escudar a su gente del inminente invierno y los terrores ocultos que vendrán con este, pero la negociación termina abruptamente con la sorpresiva llegada de “Stannis Baratheon” y su imponente ejército, asombrosamente capturado por el director Alex Graves a través de unos tiros aéreos que pusieron en contexto la inmensidad del Wall así como el terreno de batalla.

La victoria llegó rápida y fácilmente para “Stannis”, pero la rendición de “Mance”, no, rehusándose a doblar la rodilla y jurar lealtad en un claro desafío que le pudo haber costado la cabeza de no ser por “Jon”, quien intercedió identificándose como el hijo de “Eddard Stark” y sugiriéndole a “Stannis” que mejor lo pongan bajo arresto. “Stannis” sigue no solo este consejo sino el de quemar a todos los muertos si no quiere ver en lo que se pueden transformar una vez anochezca. A través de las llamas de la hoguera, “Jon” divisa a la sacerdotisa roja “Melisandre”, insinuando los inicios de una relación que veremos desarrollada el año entrante.

Mientras “Jon” quemaba el cuerpo de su amada “Ygritte” bajo un frondoso “weirwood” al norte de Wall, un poco más al norte, su hermano “Bran” finalmente halla el árbol de sus visiones, pero la satisfacción fue truncada por el inesperado ataque de los restos de los muertos vivientes en una emocionante secuencia que seguro hubiera hecho sonreír a Ray Harryhausen. "Bran” toma control de “Hodor” para defender a su grupo, pero aun así no logra salvar a “Jojen”, personaje que no muere en los libros, por lo que me lleva a pensar que Benioff y Weiss saben que no será muy importante o les consta que morirá en la próxima novela. Independientemente de cuál sea, la decisión apunta a algo que todos los lectores tememos: el adelanto de material que aún no ha sido publicado y que preferiríamos descubrir en la página.

Pero volviendo a “Bran”, el resto del grupo es rescatado por uno de los niños del bosque, pequeños seres con apariencia forestal, que son más antiguos que los primeros hombres que llegaron a Westeros miles de años atrás. El niño los dirige hacia una cueva debajo del “weirwood” y ahí los lleva ante un anciano incrustado en las raíces del árbol que se identifica como el cuervo de los tres ojos con el que ha soñado “Bran”.

“He sido muchas cosas. Ahora soy lo que ves. Te he estado observando toda la vida con mil y un ojos”, le dice el anciano, de nombre Bloodraven, a quien “Bran” le pregunta si posee el poder para devolverle sus piernas. “No, Bran. Tú no volverás a caminar, pero volarás”. Esa línea debería ser razón suficiente para emocionar a cualquiera que no haya estado muy involucrado con la historia de “Bran”, y la conclusión de un televidente de lo que esta promesa podría significar es tan válida como la de cualquier lector, ya que esto prácticamente concluye todo lo que se ha escrito de “Bran” hasta ahora.

Al otro lado del mundo, en Meereen, “Daenerys Targaryen” continúa sintiendo el peso de la corona y las consecuencias de la liberación de los esclavos, con uno de ellos pidiéndole que por favor pueda volver a servir a su amo para quien trabajó de maestro y recibió a cambio amor y respeto. El reclamo sorprende a la Madre de los Dragones, incapaz de comprender por qué rechazan la libertad que ha provisto, ajena a que ahora es responsable de dicha libertad y sus repercusiones.

Sin embargo, “Daenerys” no tiene mucho tiempo para considerar esto a raíz de la llegada de otro súbdito que le presenta los restos achicharrados de su hija de tres años. El inconsolable campesino señala a “Drogon”, el mayor y más peligroso de los tres dragones que anda perdido por los alrededores de Meereen, como el causante de esta tragedia. Es entonces cuando la última hija de los Targaryen toma la precipitada decisión de encadenar a “Viserion” y “Rhaegal” en las catacumbas, dándoles la espalda a sus hijos –símbolos y armas de su conquista- mientras estos llaman a gritos a su madre.

Mientras, en King’s Landing, el capítulo dedicó escenas de más a “Cersei”, confabulando con “Qyburn” para experimentar en el cuerpo del moribundo “Gregor Clegane”, quien no murió tras pelear con “Oberyn”; peleando con su padre acerca de su matrimonio arreglado a “Loras Tyrell”, el cual ella asegura jamás se dará; y volviendo a tener relaciones sexuales con su hermano, por si de casualidad habíamos olvidado el incesto. Esto es tiempo  que se le pudo haber concedido a “Tyrion”, cuya conclusión de su narrativa sentí demasiado apresurada y en la que se omitió una importante conversación que no solo cambia por completo su relación con “Jaime” y al personaje en sí, sino que es la principal motivación detrás del gran riesgo que  se toma.

“Tyrion” es rápidamente rescatado de su celda por “Jaime”, quien se despide de él con un beso y abrazo antes de dejarlo ante unas escaleras en los pasadizos secretos debajo del Red Keep en donde encontrará a “Varys”, quien lo guiará hacia la libertad. “Tyrion”, sin embargo, decide ir a la Torre de la Mano y ahí encuentra a “Shae” acostada en la cama de su padre. El rencor consume a “Tyrion”, quien toma la cadena alrededor del cuello de la mujer y la ahorca mientras lágrimas descienden por el rostro del enano. “Shae” fue un personaje tan mal logrado en la serie –desde su casting hasta su representación- que esto en combinación con la mencionada omisión le restaron impacto a lo que pudo haber sido un evento memorable, aunque supongo que para los televidentes esto no fue un problema.

Acto seguido, “Tyrion” toma la ballesta de “Joffrey” y se traslada hasta el retrete donde halla a su padre en la posición más vergonzosa que el patriarca de los “Lannisters” jamás se pudo haber imaginado llegaría su final. “Toda mi vida me has querido ver muerto”, le dice “Tyrion” a su padre, quien rápido empieza calmadamente a asegurarle a su hijo que no lo iba a matar y que admira su habilidad para mantenerse con vida. “Yo amé a Shae. La maté con mis propias manos”, confiesa el enano acerca del asesinato de su amada, a quien “Tywin”describe como solo una puta, y le vale dos flechas en el pecho y abdomen. Al final, resultó que el señor de Casterly Rock –contrario a los rumores- no cagaba oro.

Admito que son reservas típicas de un lector, pero esperaba un poco más del encuentro entre “Tyrion” y “Tywin”, aunque tanto Peter Dinklage como Charles Dance se lucieron en la escena. Es uno de los momentos culminantes del texto al final de A Storm of Swords, y este es uno de esos casos donde la televisión no le hizo justicia a lo que Martin escribió en la página. “Tyrion” terminó escondido dentro de una caja y colocado dentro de un barco con destino desconocido en compañía de “Varys”, y las decisiones tomadas en este episodio podrían cambiar considerablemente el desarrollo del personaje en las próximas temporadas.

Por el contrario, una gran alteración en la adaptación terminó siendo la mejor secuencia de “The Chldren”: la pelea entre “Brienne” y “The Hound”, algo que nunca se da en los libros pero que resultó ser diez veces mejor. Fue una escena sacada de las mayores fantasías de los fanáticos de A Song of Ice and Fire acerca de quién habría ganado en ese duelo, y anoche vimos por qué ambos son dos de los guerreros más temidos en Westeros. Tanto “Brienne” como “The Hound” pelearon por “Arya”, lo cual dice mucho del cariño que “Sandor Clegane” le ha cogido a la pequeña “Stark”, aunque jamás lo admitiría. Fue una batalla sangrienta que comenzó con espadas y acabó a los puños, con la imponente “Brienne” tumbando a su oponente por un acantilado.


“Arya” logra escapar de “Brienne”, pero no sin antes aparecérsele al “Hound”, quien la provoca para que lo mate de una vez y así tache otro nombre de su lista. “Ve tras ella, que te ayudará. No durarás mucho sola”, le dice el “Hound”, a lo que “Arya” –fría, impávida- le responde: “Duraré más que tú”. “Sandor” finalmente sucumbe al dolor y le ruega que acabe con su sufrimiento, pero “Arya” le roba su cartera y lo abandona. Montada a caballo y con un fantástico arreglo coral del tema de Game of Thrones –compuesto por Ramin Djawadi- de acompañamiento musical, la hija menor de los “Stark” llega al puerto y, utilizando la moneda que le regaló “Jaqen H’ghar”, aborda un barco rumbo a Braavos, su futuro tan incierto como el de “Tyrion”, “Daenerys” y Jon Snow”, y lo mismo podría decirse de la serie como tal.


Con esta cuarta temporada, lo mejor que se ha escrito de Game of Thrones ya ha sido adaptado a la televisión. La cuarta y quinta novela tienen sus virtudes, pero ninguna se le compara a lo que hemos visto hasta ahora en el programa. Hemos llegado al punto en el camino en el que la serie tendrá que empezar a ingeniárselas y realizar mayores cambios para continuar siendo una de las mejores en la actualidad, porque lo que provee Martin funciona bien en papel pero no tanto así en la pantalla chica. Benioff y Weiss han demostrado que pueden hacerlo y ahora es cuando más tendrán que armarse de su talento para impulsar su versión de A Song of Ice and Fire hacia adelante.

Esto, sin embargo, nos coloca a los lectores en la encrucijada de decidir si continuamos viendo Game of Thrones o esperamos por la publicación de la sexta novela, The Winds of Winter, cuando no parece que Martin la vaya a sacar en los próximos meses. Han sido varios los indicadores de que la serie sobrepasará la historia de los libros tan pronto como la quinta temporada, algo que incluso ya ha hecho con algunos personajes. ¿Quiero descubrir lo que pasará a través de la visión original del autor, la que me cautivó desde antes del estreno del programa, o la de quienes ahora la adaptan? He disfrutado muchísimo de este ejercicio de reseñar los capítulos semanalmente, pero el que vuelva a repetirlo el año entrante dependerá de mi respuesta a esa pregunta.