Las dos semanas de espera a las que fuimos sometidos por HBO para ser testigos del combate a muerte entre “Oberyn Martell” y “Gregor Clegane” llegaron anoche a su fin. Dramáticamente.

En un despliegue de bravura que se alzó como uno de los momentos más memorables de esta cuarta temporada, el director Alex Graves plasmó espléndidamente en pantalla el duelo mortal entre el príncipe de Dorne y la temida mole conocida como “The Mountain”, convirtiéndose en uno de esos sucesos que se apoderan de las redes sociales para desbordarlas con mensajes de asombro e incredulidad. Aunque a menor escala, la reacción de los televidentes fue similar a la que tuvieron la noche del Red Wedding el año pasado, hito que los debió preparar para lo que aconteció anoche en el capítulo apropiadamente titulado “The Mountain and the Viper”, pero por lo visto algunos aún no han asimilado las sádicas prácticas del autor George R. R. Martin para subvertir expectativas. 

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Si no desea conocer los detalles de lo que ocurrió, esta es la última oración que debería leer.

El esperado encuentro entre “Oberyn” y “Gregor” no solo concluyó el episodio sino además con la vida del seductoramente carismático príncipe -interpretado por el chileno Pedro Pascal- que se había convertido en uno de los personajes favoritos del público.  La venganza que tanto anhelaba el “Red Viper” por la muerte de su hermana y sobrinos a manos del “Mountain” se esfumó en un instante en una explosión de dientes, sangre, materia gris y estremecedores gritos, cuando el monumental guerrero –quien yacía prácticamente vencido en el suelo- sorprendió a “Oberyn” y le aplastó la cabeza con sus enormes manos. El hijo de Dorne saboreó momentáneamente el triunfo, pero lo dejo ir estúpidamente por obstinado, orgulloso y descuidado.

Graves dirigió el combate, si no con la gracia de alguien con un diestro ojo para resaltar en pantalla las artes marciales, al menos con el talento suficiente para darle a la pelea la escala y emoción que merecían. Los hermosos paisajes de Croacia –donde se filman las escenas de King’s Landing- sirvieron de trasfondo a la lucha, pausando en los rostros de los presentes para puntualizar la tensión: la mirada de horror de “Ellaria Sand”, el júbilo de “Jaime Lannister” cuando cree por un instante que su hermano podría salvarse, la decepción de “Cersei” cuando “The Mountain” cae, y el rostro impávido de “Tywin”, confiado de la fuerza sobrehumana de su carnicero para salir airoso del combate.

La derrota significó la muerte certera para “Tyrion Lannister”, quien había depositado todas sus esperanzas en las legendarias destrezas del guerrero de la casa Martell para salvarse de perder la cabeza. “Tyrion” recibió el amanecer en su celda en compañía de su hermano “Jaime” en otra escena que demuestra que lo mejor de Game of Thrones no se halla en las batallas, los dragones ni las localidades exóticas, sino en algo tan simple e íntimo como dos personas involucradas en una conversación. En los últimos episodios la serie se ha encargado de fortalecer esta relación fraternal, y Peter Dinklage y Nikolaj Coster-Waldau se han esmerado en que el lazo que los une se haga sentir.

Las relaciones entre los dos predominaron en “The Mountain and the Viper”, y ninguna lució mejor que la que se continúa desarrollando entre “Petyr Baelish” y “Sansa Stark” en el Eyrie, donde la cinematógrafa Anette Haellmigk se lució con unos sublimes tiros en contraluz. Tras la muerte de “Lysa Arryn” a manos de “Littlefinger”, este se ve obligado a responder ante los líderes de las casas del Vale. Estos no le creen el cuento de que su recién casada esposa se suicidó, por lo que traen a “Sansa” para testificar, resultando en una de esas alteraciones de la página a la pantalla que mejoran el material.

En los libros, “Littlefinger” le achaca la muerte a un bardo que había en el salón del trono al momento de lanzar a “Lysa” por el “Moondoor”, pero ese personaje no estuvo presente en la televisión. Aquí, fue “Sansa” quien validó la mentira de su protector. “El Señor Baelish ha dicho muchas mentiras, todas para protegerme”, explicó “Sansa” demostrando que los consejos de “Littlefinger” no han caído en oídos sordos. Tras mucho sufrimiento, la hija mayor de la casa Stark ha aprendido a jugar el juego de tronos, y Sophie Turner –quien no ha tenido mucho que hacer en la serie- se lució anoche en la mejor demostración de su talento hasta ahora, derramando lágrimas falsas ante los ojos de un orgulloso “Petyr Baelish”, quien se salvó gracias a ellas.


Mientras “Littlefinger” y “Sansa” se unían para servir de guardianes a  “Robin Arryn”, sucesor al trono del Eyrie, al otro lado del mundo, en Meereen, una relación que venimos siguiendo desde la primera temporada terminó abruptamente cuando “Barristan Selmy” recibió un conveniente mensaje de parte de “Tywin Lannister” informando acerca del indulto que obtuvo “Jorah Mormont” por espiar a “Daenerys”. La Madre de los Dragones casi bota fuego al enterarse de la traición, y la actriz Emilia Clarke dio cátedra en la escena, denotando un control que apenas podía contener su furia. “Le vendiste mis secretos al hombre que mató a mi padre y robó el trono de mi hermano”, le reclamó la última de los Targaryen a su fiel guardián, consejero y amigo, y a quien condenó al destierro para no matarlo. El tiro de “Jorah” abandonando la ciudad con las pirámides al fondo fue uno de los más impresionantes del capítulo.


Los otros hilos narrativos que se tocaron ayer fueron los de “Theon Greyjoy”, quien ayudó a “Ramsay Snow” –ahora “Ramsay Bolton” tras su padre reconocerlo como hijo legítimo- a capturar un valioso fuerte en el Norte que estaba bajo el poder de los Ironborn; “Arya” y el “Hound” -en la escena más falta de propósito del episodio- llegando hasta el Vale solo para descubrir que “Lysa” murió, lo cual provoca carcajadas en “Arya”; el ataque de los Wildlings a Mole’s Town, poblado a pocas millas al sur del Wall, lo que significa que están próximos a atacar las fuerzas del Night’s Watch; y la continuación del idilio entre “Missandei” y “Grey Worm” en Meereen, algo que no es sacado de las novelas, pero que igual resulta bienvenido como un pequeño momento de ternura y romance entre tanta muerte y locura.


El próximo domingo es el penúltimo episodio de la cuarta temporada, y la tradición ha sido que el noveno capítulo acaba siendo el más memorable. Este año, sin embargo, creo que los creadores de la serie han sabido esparcir los momentos impactantes a lo largo de los diez episodios y –si fuera a apostar- diría que el décimo y último será el mejor de todos. El capítulo titulado “The Watchers on the Wall” será dirigido por Neil Marshall, cineasta detrás de la memorable Batalla del Blackwater de la segunda temporada. Sin entrar en detalles, los amantes de la acción deberán quedar muy satisfechos con lo que verán la semana entrante.

Por ahora, dediquemos un momento de silencio a la memoria de “Oberyn Martell”, el príncipe de Dorne que tanto nos cautivó durante los pasados meses –gracias en gran parte a la tremenda actuación de Pascal- y quien anoche nos recordó esa valiosa lección que sorprendentemente muchos aún olvidamos mientras vemos esta serie o leemos los libros: nadie es indispensable y la muerte le puede llegar a cualquier personaje en cualquier momento. Esa es para mí la clave de la obra de George R.R. Martin,  razón por la cual temo por la vida de mis personajes favoritos cada vez que paso una página, y la misma por la cual ustedes deberían temblar por ellos con cada nuevo episodio.