Ay Hannah, no eres muy convincente. Ya eres grande -o sea, mayor-, supuestamente “independiente” y dueña de tu futuro. Entonces, ¿qué te pasa? ¿Cuándo vas a madurar?

El segundo capítulo de la serie Girls, transmitido el pasado domingo por HBO, dio un bajón absurdo en lo que fue un comienzo bastante aceptable. La protagonista y escritora de la serie, Lena Dunham, sigue en altas y bajas con las emisiones de los episodios, lo que para mí es un claro indicativo de que ya no sabe cómo estirar más el chicle. Es decir, con tres buenas temporadas, sería más digno dejar hasta ahí la trama y no tejer una telaraña tan lenta y aburrida como lo que está pasando en esta cuarta.

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Soy una fanática de Girls -fiel fanática-, pero lo que he visto hasta ahora me ha dado ganas de hacer otra cosa los domingos. En fin, vamos a lo que vinimos.

Finalmente, Hannah llega a Iowa, donde iniciará sus estudios de MAESTRÍA. Su meta la sabemos desde el inicio: quiere ser una escritora profesional y se considera una, pero, ¿qué pasó en su primer laboratorio de estudio? Hannah leyó una pieza redactada por ella -con el egocentrismo que la caracteriza- acerca de una chica que sufrió abuso físico y sexual por su pareja. La (ya no tan) joven esperaba aceptación y admiración de parte de sus compañeros de curso, pero eso no fue lo que recibió. Su trabajo fue altamente criticado y repudiado por todos los presentes. Una vez más, Hannah se sintió atacada en lo personal, como si toda la clase estuviera mal. Se sintió incomprendida, frustrada y superior a los demás con su ensayo.

Inmediatamente, el personaje vuelve a caer en su pánico en inseguridad, al punto de dormir en el baño, solo porque un pequeño murciélago entra a su casa. Se completa su “desgracia” con que le robaron la bicicleta y se daña su celular, pero cuando todo parecía haber caído en la recurrente fatalidad, llega a su casa en Iowa (quién sabe cómo, porque jamás se le ha visto trabajar o generar algún ingreso) su exnovio gay Elijah (Andrew Rannells), quien por segunda vez en DOS capítulos se vuelve el superhéroe de la historia.

Elijah se convierte en la distracción de Hannah, con quien asiste a una fiesta de estudiantes de bachillerato y literalmente se vuelven locos bailando y bebiendo. El final del capítulo es lo más claro de la incongruencia de este personaje. Hannah expresa que no quiere estar en la escuela graduada, que quiere regresar a sus años de bachillerato. En resumen, Hannah no deja de tener regresiones, confusiones absurdas y contradicciones en su personaje. O sea, quieres ser alguien en la vida, generar dinero haciendo lo que te gusta, ser reconocida, tener un novio y una relación con tus amigas a distancia que funcione a la perfección, ser admirada y respetada, pero ¿NO QUIERES CRECER?

En serio, Hannah, en serio, tienes que madurar.