El sexo siempre ha sido uno de los mayores ganchos de los canales de cable. Series dramáticas como The L Word, True Blood y Game of Thrones aprovechan la falta de restricciones de la FCC para atraer espectadores con explícitas representaciones de actos sexuales, que van desde los más naturales hasta sangrientas orgías con personajes de la fantasía, dirigidas a satisfacer a los televidentes que juran que no las ven por esas razones pero tampoco les molestan. Algo así como los que dicen que compran la revista Playboy para leer los artículos.

No hay nada de malo con incluir el sexo en material hecho para adultos (aunque HBO ha adquirido una fama por excederse en este aspecto), y en la nueva serie de Showtime, Masters of Sex, el sexo yace justo en el centro de la trama, por lo que jamás se siente gratuito y es trabajado con tacto, al menos en el episodio piloto que estrenó el pasado domingo a las 10:00 de la noche.

Basada en la biografía Masters of Sex: The Life and Times of William Masters and Virginia Johnson, del autor Thomas Maier, la serie se inspira en la historia verídica de William Masters, un médico especialista en fertilidad, y Virginia Johnson,  la ex cantante que terminó siendo su asistente en la realización de un estudio científico que revolucionó la sexualidad en Estados Unidos en los años 60. La trama inicia en 1956 en San Louis, donde el doctor Masters –interpretado por Michael Sheen- está siendo homenajeado por su contribución a combatir la infertilidad. Masters, sin embargo, no tiene tiempo para largos discursos ni brindis, pues tiene una cita pendiente con una prostituta, pero no ESE tipo de cita.

La siguiente escena ilustra el tipo de acercamiento que Masters of Sex le dará a su tema central, caminando una línea muy fina entre lo excitante y lo cómico. Masters se esconde en un clóset mientras observa por una pequeña abertura a una sumamente aburrida prostituta teniendo sexo con un cliente. Con cronómetro y libreta en mano, el médico observa el coito desde una perspectiva puramente clínica, sin que le provoque estímulo alguno, haciendo anotaciones y midiendo cuánto le toma a la pareja alcanzar el orgasmo. “Te tomó 9 segundos llegar al clímax”, le dice el médico a la prostituta. Para su gran sorpresa, se entera de que ella solo simuló el orgasmo.

A lo largo del primer episodio, Masters estudia el sexo como si se tratase un gran misterio, y el estudio que le propone a su superior en la universidad en la que trabaja persigue destapar los tabús que se tienen en torno a él. Su fascinación por el tema contrasta con su práctica del mismo en su hogar junto a su esposa –encarnada por la encantadora Caitlin Fitzgerald-, donde ambos duermen en camas separadas. La pareja lleva dos años buscando un hijo y Masters practica el sexo puramente como deber matrimonial.

Es aquí cuando entra Virginia Johnson, interpretada por Lizzy Caplan con la sensualidad de una tentadora femme fatale y la brutal honestidad de una mujer que parece sacada de otra época. “¿Por qué una mujer simularía un orgasmo”, le pregunta Masters a la ex cantante, divorciada y con dos hijos. “Supongo que para poder acabar e irse rápido a hacer algo más interesante”. Virginia es claramente la aliada que Masters necesita para realizar sus estudios, por lo que la envía a reclutar personas interesadas en practicar distintos actos sexuales en un laboratorio mientras su actividad cerebral y cardiaca es monitoreada.

El episodio concluye estableciendo la tensión sexual que seguramente se desarrollará e intensificará en los próximos 11 capítulos de la serie, con Masters haciendo una propuesta indecente que al momento se desconoce si proviene de sus intereses como médico, hombre o un poco de los dos. Lo cierto es que con su primer episodio, Masters of Sex consigue capturar la atención del televidente, motivando no tanto por el sexo sino por ese mismo atractivo que posee la serie de Mad Men de poder transportarnos a una década pasada para notar lo mucho que han cambiado las cosas desde entonces.