Hacer reír forma parte de su naturaleza. Él lo dice, pero no es necesario pues con solo unos minutos de conversación se asomará una sonrisa.

El actor puertorriqueño Melwin Cedeño es un payaso natural. Admite que le encanta divertir a la gente, pero como no pasa trabajo para lograrlo, no representa un reto. Su verdadero desafío consiste en provocar emociones con otros personajes que no sean ni la sombra del popular “Chevy”.

“Me gusta que la gente se ría, pero eso es parte de mí. Mi reto es no hacer reír. No quería hacer comedia porque soy un payaso. Me botaban de la escuela por estar haciendo chistes en el salón. En la que hiciera comedia, me iba a quedar ahí”, expresó quien ha dedicado gran parte de su carrera artística al género de la comedia, pero sus primeros pasos en la actuación los dio en obras teatrales como La charca y Yuyo.

En la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, el intérprete pulió sus aptitudes dramáticas, sin embargo, los caminos de la vida lo llevarían hasta la comedia.

Mientras completaba sus cursos como maestro de teatro, a la vez que era integrante del grupo de los Nenes Grandes de Puerto Rico –hoy Lími-T 21–, Cedeño se adentró al mundo de las telenovelas Adriana y De qué color es el amor.

Pero fue el personaje de un nuyorican en la pieza Tres hombres y un bebé el que le dio el pie forzado para el conocido “Chevy”, que despuntó en el segmento Cafetería la 15, del Show del mediodía (Wapa), en los 1990.

“Yazmín Mejías me ve en la obra y comentó para ir al show de Luis Vigoreaux. Estaba la Cafetería la 15 y estaban buscando un hijo para el personaje de Georgina Borri. En la obra hacía de un nuyorican con frenillo y dije que lo haría en televisión. Luis no quería que hiciera a ‘Chevy’, pero un día, que él no fue, me puse las gafas y el pañuelo. Cuando salí dije: ‘Mera ma’. Eso se iba a caer”, recordó al nombrar rápido a sus mentores: el fallecido actor Miguelángel Suárez, específicamente en la interpretación dramática, y a Israel “Shorty” Castro en el arte de hacer reír.

Aunque había aparecido en el Cuartel de la risa con otros personajes, desde su aparición en Cafetería la 15 no ha podido quitarse a “Chevy” del sistema o, tal vez, “Chevy” no ha podido zafarse de Melwin Cedeño.

¿Cómo nutriste a “Chevy”?

“Chevy” es mi historia de lo que me pasó cuando chiquito, de mis revoluces, peleas en la escuela, noviecitas. Empecé a hacer la vida de Melwin en “Chevy”, pero cómica.

¿Existe resentimiento con “Chevy” porque te sacó del teatro que te gustaba?

No, me está pagando la casa, mi vida. Me ha dado cosas que como un actor normal no lo hubiera logrado. La comedia me hizo llegar más a la gente. Cuando estás en un circo, está el trapecista, el que traspasa a las mujeres, pero el que se lleva el aplauso final y grande es el payaso, que es el que te hizo reír y sentir bien. Eso me satisface mucho.

Y, por tanto, no fue casualidad que la entrevista se llevó a cabo en La Feria en los predios del estadio Hiram Bithorn, en Hato Rey.

¿En qué momento hubo la transición al personaje para niños “Chevy”?

Se acaban las comedias (Con lo que cuenta este país) en Telemundo y nos sacan del aire por los cambios. Me quedo solo y Gabriel Suau me hizo el especial Chevy… episodio I. Fue una locura en ratings. Luego, me dijeron que había un espacio para las 3:00 de la tarde y que eran cinco minutos. Aunque fueran 30 segundos, si tenía la oportunidad, me iba a hacer sentir. Para mí, no es cuestión de tiempo, sino de que se acuerden de ti.

A partir de su espacio Pégate con Chevy, que se emitió del 2000 al 2002 por Telemundo, Cedeño se enfocó en esta población. “Como el tío Nobel hacía: ‘tin’, empecé a escrachar y le puse nombres a los ejercicios. Me gustó porque los chamaquitos son locos y sinceros. Si no les gusta, se van”, comentó quien rompió la tradición para convertirse en el primer actor de la familia.

“Ha sido fuerte, no es fácil, no venir de la mano de un padre artista y con una pala. Mi pala grande es el pueblo, la gente humilde, que me ha mantenido todo este tiempo. Ese es mi premio, el cariño de la gente”, dijo sin exagerar porque mientras transcurría esta entrevista más de cinco personas le gritaron: “Eh, bueno” o lo saludaron con efusividad.

Ese respaldo es el que lo ha mantenido trabajando en actividades privadas y en la televisión en los últimos años. Actualmente, Cedeño es uno de los talentos del programa Pégate al mediodía, de Wapa.

El comediante, criado en Santa Isabel, bromeó con que sus padres Noel Cedeño y Lilina Irizarry le preguntan si “no va madurar”, pero la verdad es que para él no todo tiene un lado chistoso.

¿Qué no te da risa?

La envidia y desearle mal a otra persona. No puedo bregar con que humillen a alguien y a un niño menos. No puedo con la burla, la que viví cuando querían apuntársela conmigo por bajito.

El padre de Ahmed (25), Alexander (11) y Ackerly (4) y esposo de Phaedra Michalzik, con quien lleva 18 años de relación, es un ser optimista. Para él, la crisis económica y social del país está provocando que la gente tenga una actitud positiva y haga esfuerzos individuales. “Esto peor no va a estar. La gente quiere echar para adelante. Bueno, empezaron las Navidades en octubre. Veo esfuerzos. No le podemos tirar todo al Gobierno, tenemos que ayudar”, comentó.

Ese optimismo lo acompaña siempre, porque para él no hay nada imposible. Y, por eso, aún trabaja para que su talento salga del país. “Quiero internacionalizarme. Que vean mi corazón en países latinoamericanos con un programa familiar”, dijo como quien sabe que así será.