Cuando el poderoso huracán María azotó a Puerto Rico, ninguno de ellos estaba en su casa. No eran parte de algún equipo de rescate, ni de respuesta inmediata, pero la gente dependía de ellos y tomaba decisiones a base de lo que ellos decían. Fueron días estresantes, en los que cada palabra que salían de sus bocas podían representar la diferencia entre al vida y la muerte. 

Así los reporteros del tiempo del país le hicieron frente al huracán más fuerte en azotar la Isla en décadas y a través de la televisión, la radio y las redes sociales dieron el todo para cumplir con su misión de informar.

A un mes exacto para que se cumpla un año del paso de María, Roberto Cortés (Telemundo), Deborah Martorell (Wapa), Ada Monzón (WIPR) y John Toohey Morales (NBC) reflexionaron con Primera Hora sobre lo que vivieron antes, durante y después del mayor desastre en afectar el País en época moderna.

Deborah Martorell

La reportera del tiempo de Wapa, Deborah Martorell, confesó  que experimentó  momentos de desesperación mientras se acercaba la tempestad, y tenía que decirle al público que se preparara.

“La peor parte de este trabajo es tener que dar una mala noticia. Es horrible... alguien puede morir por dar la información incorrecta”, declaró Martorell, quien lleva ofreciendo la información del tiempo en Wapa desde 1996.

“Es bien difícil describir con palabras el nerviosismo y la preocupación combinada. Sabes lo que va a pasar. Sabes que si seguía fortaleciéndose sería catastrófico para Puerto Rico y (llega) el nerviosismo de cómo lo digo para que la gente de verdad se prepare”, confesó.

“Para mí el peor boletín de mi vida fue el de las 5:00 de la tarde del martes (19 de septiembre de 2017)... hasta el tono de voz me cambió”, recordó.  Según cuenta, tras su intervención en Noticentro, tuvo que ir a la parte de atrás del estudio para llorar. Una productora bajó a  rezar con ella.

Martorell enfrentó a María en el estudio en Guaynabo. Sus hijas estuvieron con ella. Allí vivió lo que todo Puerto Rico sintió: el ruido del viento, los objetos golpeando paredes y el agua entrando. 

Una vez pasó el fenómeno, tuvo unos sentimientos que jamás creyó sentir.

“Yo tenía un coraje bien grande, una rebeldía bien grande, no quería ver mapas. Ese otro día, llegar al canal... salías a la calle y ... ver el resultado, tanta gente sufriendo, todo destruido, saber que la energía eléctrica no iba a llegar..”, dijo a la vez que se le entrecortaba la voz.

“Sabía que podíamos pasarlo, pero no pensé que me tocara vivirlo. Esa es la mayor preocupación de todo meteorólogo que se dedica a este trabajo en el trópico... lo más preocupante es que veas un huracán categoría 5 y que atraviese la isla como atravesó María la isla", manifestó.

Martorell reclamó la necesidad de una red de comunicación más sólida. “No nos podemos volver a quedar incomunicados”. 

Roberto Cortés 

Roberto Cortés siempre se ha caracterizado por mantener un tono sereno, no importa la situación que enfrentemos. Esto tiene su truco.

“Yo trato de transportarme fuera de Puerto Rico. Me parece que hago mejor trabajo si siento que no estoy en el área que va a ser afectada, porque entonces se me refleja el sentimiento”, revela quien comenzó a trabajar en esto para el 1987.

María es ahora el huracán más intenso  que ha vivido en su carrera. 

“Yo no esperaba algo como esto. Mi primer huracán en el trabajo fue Hugo en el 1989 y John Toohey Morales era meteorólogo del Servicio Nacional de Meteorología, y me llama y me dice:  ‘Este es el huracán de nuestras vidas’... Y mira ahora María”, recuerda.

“Lo interesante de María es que se desarrolla como tormenta bien cerquita a las Antillas Menores... Sí, no había duda de que iba a pasar por Puerto Rico, pero lo que nos llama la atención es  lo rápido que ese sistema se intensifica”, manifestó.

Cortés se mantuvo transmi- tiendo en Telemundo  hasta que perdieron la señal. Luego recurrió a las redes sociales. Una vez pasó el sistema salió  a conocer de primera mano lo que había ocurrido. En el área de  Hato Rey “no fue tan impresionante”, dijo. De camino a su casa, la historia fue diferente.

“Llegué caminando a mi casa (en Caimito) porque traté de varias forma y no podía.  Cuando me coloco en un sitio alto en Caimito y miro a lo lejos, ahí es que me doy cuento de que esto va a tomar un año en repararlo”, narró.

Lo más que me impresionó fue el daño a la infraestructura, porque entendía que lo ocurrido con los árboles era parte del trabajo de un huracán.

Con María aprendió que “necesitamos otros medios, nos hemos estado moviendo a lo digital, le dijimos adiós a lo análogo... y nos dimos cuenta que no podemos depender de la comunicación celular”.

“Yo no creo que nadie esté preparado para eso (otro huracán). No creo que ningún país tengan la preparación para un huracán casi cinco. Lo que sí debemos aminorar es el tiempo de recuperación. No podemos estar un año para restaurar el sistema de energía eléctrica”, declaró, quien advierte que con el cambio climático la recurrencia de este tipo de evento será mayor.

Ada Monzón 

Hablar del huracán María -a veces- se siente como si se estuviera hurgando en una herida que no se cura. 

Así lo describe la reconocida meteoróloga Ada Monzón quien en cada charla o taller que ofrece recibe el abrazo, acompañado de anécdotas, de los sobrevivientes de esta catástrofe.

“Ninguno de nosotros se ha podido sobreponer a esos momentos al acordarse de lo que pasamos, el durante y el después”, contó la experta.

“He aprendido a que tengo que vivir con eso”, señaló quien se dice a sí misma que debe mantenerse fuerte para poder seguir educando y para hacerle frente a cualquier evento atmosférico futuro. Y no crea que María le provocó apatía a hablar del tiempo.

“Amo más a la naturaleza de como la amaba hace un año porque la respeto más y porque estoy enseñando a otros a respetarla más”, reveló emocionada.

Los días previos al embate fueron  de mucho estrés para la reportera del tiempo que recurrió a las redes sociales para informar cada tres horas sobre lo más reciente del desarrollo de la tempestad.

“Para mí estos días fueron de una gran ansiedad, pero esa ansiedad la convertí para que el público no se diera cuenta”, dijo. 

“Sentí que no había la urgencia que tenía que haber... Nunca habíamos vivido esto y decidí utilizar todos mis medios para llevar la información, para poder acercar la ciencia a la persona común”, señaló. Sus intervenciones a través de Facebook Live eran vistas por miles de personas.

“Me afectó emocionalmente y por eso hubo unos momentos en que yo sentía que iba a llorar en medio de mis Facebook Live porque era mi desesperación en el sentido de que (la gente) no estaban haciendo caso”, confesó a la vez que añadió que todavía le afecta.

“La misión de un meteorólogo es salvar vidas y ayudarte a proteger la propiedad. Para mí, que muera una persona es que yo no cumplí con mi trabajo”, lamentó.

Monzón pasó el huracán en el estudio de WIPR.

“Fueron 36 horas de terror... Todavía la firma de María está en el sureste de Puerto Rico... su presencia no sale”, declaró.

Cuando finalmente pasó el fenómeno y enfrentó lo que había ocurrido,  “yo pensé: ‘Dios mío, ¿cuántas personas habrán muerto? Aquí la muerte tiene que haber sido exageradamente alta”.

Para Monzón urge una trasformación energética que permita una recuperación total del servicio en menos de tres meses.

“En este evento, la energía se convirtió en la espina dorsal de todo lo que fue el impacto del huracán María. Prácticamente todo lo que ocurrió con el huracán viene por la falta de energía y no podemos tapar el sol con la mano. La energía fue nuestro problema”, dijo la educadora.

John Toohey Morales

Desde afuera, el panorama fue desesperante. El meteorólogo puertorriqueño John Toohey Morales, radicado en Miami, recuerda que una vez pasó el huracán por Puerto Rico y se perdieron las comunicaciones - aunque estaba seguro de que su familia estaba bien - sintió la angustia de no poder hablar con ellos.

“Tenía el corazón el partido”, reveló el reportero del tiempo de NBC a quien muchos boricuas siguen por Facebook.

“Sentí lo mismo que todos los puertorriqueños que vivimos acá y que tenemos familiares en Puerto Rico, no había comunicación, pero yo estaba bastante tranquilo porque sabía que mi mamá y mis tías -que se fueron a pasar el huracán en Cidra- habían sobrevivido porque no viven en zona inundable y viven en una casa de cemento”, contó.

“(Pero) van pasando los días, no hay comunicación, estoy en Miami, mi nivel de preocupación era si ella (su mamá de 86 años) necesitaba algo, algo que pudiera hacer”, contó a este diario vía telefónica. A los cinco días del azote fue que pudo saber de su progenitora por un primo que viajó de Guaynabo a Cidra y la encontró muy bien.

Sobre el huracán dijo que “esto siempre estaba en las cartas. No es que nunca iba a pasar, era cuestión de tiempo”.

No obstante, la combinación de vientos, intensidad y la manera en que se movió el sistema, se trata de un evento de cada 200 años (según un estudio de Kerry Emanuel, profesor de ciencias atmosféricas del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).

“Yo daba por hecho que esto iba a ocurrir, trataba de preparar a la gente mentalmente para una cosa que no iban a olvidar el resto de sus vidas. Trataba de dar aliento y fuerza. Fuera de una persona que tuviera más de 90 años, nadie jamás había vivido una cosa como la que se esperaba que se viviera en Puerto Rico”, describió.