Ella se sentía sola, estaba experimentando unas situaciones muy comunes hoy entre las familias. Por eso entendía que necesitaba algo, o a alguien, que le diera un sabor especial a sus días. Él se dio cuenta; sin titubear, se acercó y poco a poco se fue ganando su confianza. Ella fue refugiándose día a día en él, hasta enamorarse. Y su amor fue creciendo tanto que dejó de ser ella, para convertirse en la marioneta de él. 

La chica dulce, de su familia, estudiosa y cariñosa,  ya no se veía. Se había transformado en una mujer, que solo quería estar agradándole a su chico. 

Lo triste de esta historia es ver como ella, de momento, estaba luchando con lo que sabía que era correcto y honrado, como le dictaba el  corazón versus lo que estaba mal y la arrastraba a aceptar cosas que pisoteaban su dignidad.

Su lucha fue tal que, de momento, se cegó y pensó que si él no estaba, no valía la pena vivir… ya no habían cielos hermosos que disfrutar. Mentira, mentira del diablo. 

Mujer, jamás permitas que el amor te lleve a valorar más a la otra persona que a ti. Tú vales mucho, respétate y verás cómo los demás también lo harán.

Tú tienes que mantener tu vida con gente que realmente te quiera, te motive, te inspire, te haga feliz, te anime y te haga crecer. Si las personas que están contigo no hacen nada de lo anterior y se quieren ir de tu lado, pues, ¡deja que se vayan! Y si no se quieren ir, ¡sal corriendo!

Mujer, el amor no se escribe con violencia y faltas de respeto. El amor no pisotea tu dignidad, tus principios ni valores. Jamás te humilla.

Abre los ojos, más arriba vive gente. Gente maravillosa que le dará un sentido poderoso a tu vida. Hay un paraíso de vida que disfrutar por ti misma primero.

Recuerda, tú nunca estarás sola, te tienes a ti y al Señor. Y como joya de gran precio, tienes que abrir todos tus sentidos  y saber escoger muy bien y con mucho cuidado quien se va a parar al lado tuyo.

Qué bueno que ella lo entendió. Hoy respira paz, tiene la esperanza de que saldrá adelante y que, en su momento, Dios le pondrá a ese hombre que la respete, honre, valore y represente.  Sabe que no se puede apresurar, que va a tener que esperar, pero valdrá la pena.

No conozco tu historia pero si se parece a esta, ¿qué esperas para salir de ahí? Eso no es amor del bueno; tú te mereces lo mejor. Levanta tu rostro y sal con la seguridad de que te esperan mejores tiempos. Y si te identifica a alguien, no seas espectadora de esa historia, ayúdala a salir, extiéndele tu mano y sé testigo del comienzo hermoso de una gran mujer. 

¡Dios te bendiga!