Este domingo se celebra en Ceiba el Festival del Límber con una variedad de sabores que prometen complacer el paladar hasta del más exigente.

Pero más allá de ser una fiesta de pueblo que celebra la gastronomía local, este festival surgió hace seis años como “un grito de dignidad” del pueblo y, con el paso de los años, se ha establecido como un evento que reúne a diversas organizaciones de índole comunitario.

El arquitecto Manuel Martínez, perteneciente a la Alianza pro Desarrollo Económico de Ceiba (Aprodec), entidad organizadora del evento, señala que el festival comenzó a celebrarse en el año 2009, luego de un incidente con el ex director ejecutivo del Portal del Futuro, Jorge González, quien proponía planes de desarrollo para los terrenos de la antigua base naval Roosevelt Roads.

Como muchos recuerdan, en medio de una reunión con un grupo de ceibeños que se oponían al proyecto Riviera del Caribe, que defendía González y que dejaba los terrenos en manos privadas, el ejecutivo dijo: “El que no tiene ni siquiera 50 chavos pa’ comprarse un límber por lo menos puede disfrutar de caminar libre de costo por esos paseos peatonales frente al mar y ver los cruceros llegar y ver a los pasajeros, los pasajeros con chavos, bajarse del crucero y verlos meterse en las tiendas y verlos comprando cosas caras...”.

Esa expresión de González fue recibida con una protesta diferente, que fue la celebración de la primera edición del Festival del Límber, en aquella ocasión frente al portón número tres de la base militar.

“Desde entonces hemos hecho el Festival del Límber como un grito de dignidad. Ese primer año, regalamos el límber como una protesta y para decir que la gente de Ceiba vale y tiene el mismo derecho a desarrollarse como cualquier persona de otro pueblo de la Isla. Tuvimos una respuesta bien buena de la gente que fue y nos apoyó”, explicó Martínez.

Este año el festival se celebrará en la plaza pública de Ceiba a partir de las 10:00 a.m. y, además de los límbers, los asistentes podrán disfrutar del trabajo de más de 30 artesanos y música de bomba y plena.

“En esta ocasión van a haber aproximadamente 6,000 límbers porque todos los años nos quedamos cortos. El año pasado hicimos como 4,000 y ya a las dos de la tarde nos habíamos quedado sin límbers”, destacó Martínez.

Además, se espera la asistencia de diversas organizaciones comunitarias como la Coalición Pro Corredor Ecológico del Noreste, el Fideicomiso de Conservación y la Asociación de Astronómica de Puerto Rico, entre otros.

Para más información puedes acceder a la página Aprodec.net o al grupo de la página de Facebook de la Alianza pro Desarrollo de Ceiba.

Honran su memoria

Todos los años, el festival se le dedica a una persona importante en Ceiba y, en esta ocasión, será un homenaje postúmo a Isabel Rosado Morales,  líder comunitaria,  maestra y trabajadora social ceibeña “que siempre luchó por la libertad de Puerto Rico”, dijo Martínez.

Rosado Morales, quien falleció a principios de 2015 a los 107 años, estuvo varias veces en prisión por sus ideales. Fue una luchadora independentista que no solo abogó por que los terrenos de la base Roosevelt Roads fueran devueltos al pueblo de Ceiba sino también por la salida de la Marina de Estados Unidos de la isla de Vieques.

La también maestra nació en el barrio Chupacallos de Ceiba el 5 de noviembre de 1907 y fue una figura clave en la lucha de Pedro Albizu Campos y el Partido Nacionalista.

En 1937, indignada por la Masacre de Ponce, se unió a la juventud nacionalista y se convirtió en una fervorosa seguidora de Albizu Campos.

“Más frío que un límber”

Por décadas, los puertorriqueños han deleitado su paladar con una variedad de sabores de límbers, esa bebida congelada que se disfruta mucho más en días calurosos.

Pero, ¿de dónde proviene su nombre?

El arquitecto Manuel Martínez señala que este término fue adoptado entre las décadas de 1920 y 1930, cuando el aviador Charles A. Lindbergh, primero en cruzar el Océano Atlántico en avión, visitó a Puerto Rico y  le obsequiaron con esta bebida congelada.

También se dice que la respuesta del aviador al calor boricua fue tan fría, que desde entonces se acuñó la frase “más frío que un límber” para referirse a alguien con una actitud dura y cortante.