Ante los ojos de algunos, es un trabajo artístico más. Pero para estos artesanos, es un ejemplo de devoción, una forma de conectarse con su espiritualidad y motivar a otros a hacerlo.

Les complace el logro artesanal, claro está. Impresionar con el resultado de su talento. Mostrar al mundo lo que sus manos son capaces de crear. Pero en el proceso de tallar cada santo, cada escena, viven su solemnidad y el goce de acercarse un poquito más a la divinidad representada.

Lo heredamos de la cultura española, con la práctica de la tradición católica de adorar a los santos. Los campesinos optaron por tallar sus propias imágenes de devoción ante la dificultad de conseguir estas figuras a causa del aislamiento colonial por parte de la madre patria.

Hoy es mucho más que fervor. Con el pasar de los siglos, las manos puertorriqueñas han procurado darle su toque personal e integrarla a la cultura popular como parte de nuestra esencia. Son piezas que se convierten en obras, imágenes que comunican el alcance de la artesanía local.

“Lo que más representa a Puerto Rico en el exterior es la talla de santos”, asegura Pedro Rinaldi, quien considera que, con su labor, “uno trata de darle extensión a la cultura”.

De modo similar piensa la artesana Maribel Meléndez Meléndez, quien ve en su arte “un compromiso con la cultura”.

Félix Martínez, por su parte, lamenta que “es una tradición que está decayendo”, y más cuando en la actualidad resulta más accesible encontrar “santos en yeso”. Se mantiene firme porque considera que la parte más emocionante es terminar cada pieza. “Me siento a observarla y a apreciar cada detalle. En ese momento pienso que todos los tropiezos, cortadas con la cuchilla, amanecidas no son nada al ver esta pieza de arte popular terminada”.

Existen decenas de tallistas que siguen comprometidos con este arte, algunos de los cuales presentamos a continuación:

Santa Bárbara     

“Uno se envuelve en el santo que está tallando y uno lo siente. Inclusive, después  que el santo está hecho, uno piensa en las ayudas espirituales que uno pueda necesitar. El ser humano siempre necesita del espíritu para desarrollarse. Creo mucho, también, y, por lo tanto, los santos me inspiran”

Eduardo Vega
Lajas

Virgen del Carmen

“Siento paz cuando los tallo. Es una terapia para mí. La Virgen de la Caridad del Cobre es una de mis favoritas porque fue un pedido especial de mi papá. Ella se le apareció a mi papá en un sueño. Como era básicamente para él, la hice con muchos detalles”

Ana Luz Camacho
Toa Baja

San Miguel Arcángel 

“Aunque siempre mi interesó el arte, es en la talla de santos que encuentro mi pasión. Esta me da la libertad de expresar toda mi inspiración, las ideas, devociones y, a la vez, estoy poniendo mi granito de arena para mantener una tradición tan antigua”

Félix Martínez
Dorado

Santa Teresa de Ávila

“Me interesa contribuir  a la cultura puertorriqueña. Cuando estoy trabajando una pieza, siento una paz bien inmensa, y a medida que voy tallando, voy rezando al santo para que me ayude a hacer un mejor trabajo. A los que creemos en eso, nos hace sentir mejor con nosotros mismos”

Xavier Colón
Orocovis

El sepulcro 

“Al trabajar una pieza, surgen momentos de concentración que uno entra en unos letargos. Cuando termina y mira lo que hizo, es totalmente diferente a lo que tenía en mente. Me pasa con frecuencia cuando tallo a los Reyes Magos y a San Judas Tadeo, con quien hasta he tenido conversaciones por la creencia en sus virtudes”

Pedro Rinaldi
Ponce 

Jesús es sepultado

“Tallar, para mí, es algo que no puedo explicar con palabras, es una comunión con los santos y conmigo. Sientes una paz y una tranquilidad. Es una comunicación del santo que decides tallar, contigo. A la misma vez, rezas por tanto problema que hay en isla”

Maribel Meléndez
Cataño 

Sagrado Corazón

“Comencé a tallar en 2009, cuando murió mi abuela Lucy. Ella tenía una devoción tremenda hacia los santos. Al tallar, me siento más cerca de ella. Es cuando más tranquilo y en paz me encuentro conmigo. Me relajo. Es como si estuviera en otro mundo”

Kenneth Hernández
Vega Baja