El idilio de doña Arcadia “Callita” Cardona Resto con el mundillo comenzó en 1932, cuando apenas tenía nueve años y estudiaba el sexto grado en una escuela pública de su natal pueblo de Vieques.

“Eso fue como amor a primera vista”, relata doña Callita al rememorar ese primer encuentro con el artefacto utilizado para crear hermosos e intrincados encajes y que ha sido parte de la cultura artesanal boricua desde mediados del siglo 19.

“En Vieques nadie sabía lo que era un mundillo. Una maestra llegó para dar un curso en mi escuela y yo quedé loca cuando vi eso pero no podía coger la clase porque se necesitaba comprar el mundillo y los patrones y mi abuelita, que me crió porque quedé huérfana a los ocho años, era muy pobre y no tenía para comprarme los materiales. Lloré mucho”, recordó doña Callita con nostalgia.

“Me fui a una tabaquería que estaba cerca de mi casa y le pedí al dueño si me podía regalar una caja vacía de cigarros para yo hacerme un mundillo. Después de explicarle me la regaló, hice mi mundillo y empecé a hacer encajes pero no me atrevía a llevarlo a la escuela porque me daba vergüenza porque no se veía bonito”, explicó la artesana mientras mostraba una foto de una réplica de aquel primer mundillo que despertó su amor por este oficio artesanal.

Luego de la constante insistencia de una compañera de clases, Callita finalmente se atrevió a mostrarlo y, para su sorpresa, causó sensación en la escuela.

“Quedaron locos con mi mundillo de caja de cigarros. Fue el tema de conversación de mi clase de sexto grado”, recordó.

Sin embargo, las circunstancias hicieron que Callita se separara de esa pasión artesanal por largos años. Se casó, tuvo hijos y hasta logró sobrevivir una terrible enfermedad.

“Dejé de trabajar el mundillo porque me casé. Cuando nació Felita, la menor, me diagnosticaron cáncer en la matriz. Era un dolor insoportable pero el Señor me sanó”, aseguró la artesana de 89 años y quien es madre de cuatro hijos, abuela de cuatro, bisabuela de seis y hasta tatarabuela de una bebé.

Callita admitió que durante los largos años que no trabajó el mundillo se sintió incompleta hasta que a finales de la década de 1970, casi 30 años después, su hija menor, la sorprendió con un mundillo y logró retomar su pasión artesanal sin gran esfuerzo y con mucha destreza.

Como por obra del propio destino, meses después se enteró de un curso de mundillo que el Programa de Extensión Agrícola ofrecía en el pueblo de Fajardo y, sin pensarlo dos veces, se matriculó para luego convertirse en maestra de este por más de diez años.

Por su parte, Felita Márquez, la hija menor de doña Callita y con quien vive actualmente en las Parcelas Beltrán de Fajardo, dijo sentirse muy orgullosa de los logros de su madre, especialmente porque ha sido una luchadora toda su vida.

“Mami nos crió sola como quien dice. Desde pequeña trabajaba y nunca nos faltó nada. Inclusive cuando me tuvo a mí y le dio cáncer, nunca dejó de luchar”, dijo Felita, quien es actualmente la cómplice de doña Callita en todos sus trabajos de mundillo.

Aunque, Felita admite que no se dedicó en cuerpo y alma a esta labor artesanal que requiera de gran destreza, sí explicó que se mantiene activa junto a su madre haciendo trabajos por comisión.

“No hace mucho hicimos el escudo de la Universidad Interamericana en encaje, que es el segundo más grande de todo Puerto Rico, y que nos tomó como seis meses hacerlo. Lo están exponiendo allí mismo. Pero la mayoría de sus trabajos están expuestos en el Banco Gubernamental de Fomento (BGF) en Hato Rey”, explicó.

Una artesana consagrada

Aunque doña Callita es la primera en admitir que no le gusta mucho la atención pública, al parecer, cada vez que cree que ya ha sido olvidada, algo sucede para recordarle que su trabajo aún es valorado y apreciado en toda la Isla.

Recientemente, Callita fue galardonada por el BGF en el municipio de Coamo como Artesana Consagrada de 2013 por su trayectoria como artesana del mundillo.

“Como julio es el mes del artesano, Fomento organiza un homenaje para varios artesanos y este año fue en Coamo, el año pasado fue en Culebra. Eso fue tan lindo que me emocioné mucho. Hasta me pidieron autógrafos”, explicó doña Callita quien además ha sido galardonada dos veces como artesana del año, fue directora del grupo de Las Arañitas de Fajardo, fundadora de Borinquen Lacers Inc. y hasta el alcalde de Fajardo, bautizó la calle donde actualmente vive con su nombre.

Sin embargo, la artesana viequense lamenta que actualmente se esté perdiendo el interés entre los jóvenes de continuar con la tradición del mundillo en la isla a pesar de que, según aseguró, es una actividad que requiere y desarrolla muchas habilidades en las personas.

Por cierto, doña Callita afirma que le parece una buena idea incluir cursos de mundillo en el currículo de las escuelas públicas del país.