San Juan.- El arte urbano está cada vez más presente en el barrio La Perla, en el Viejo San Juan,  uno de los más atractivos de la capital puertorriqueña, debido a su envidiable ubicación entre el mar y la imponente muralla de la época colonial española.

El más reciente en dejar su huella ha sido el costarricense Federico Herrero, un artista plástico que ya ha trabajo en ocasiones anteriores en la isla caribeña y que en esta ocasión ha tenido el privilegio de pintar el famoso "bowl" de La Perla.

"Mi idea es que esto sea una aportación. No pretendo que quede intacto, al contrario, me interesa el flujo del movimiento de las personas cuando lo surcan con la patineta, o de quienes se bañan cuando se convierte en piscina", explica a Efe este joven, acostumbrado a pintar murales exteriores por todo el mundo.

Y es que este "bowl" (una estructura en forma de tazón) como el que usan los "skaters" para hacer acrobacias con sus monopatines se ha convertido en todo un símbolo de cómo el arte urbano y comunitario se está apropiando de esta humilde barriada, a la que las guías turísticas recomiendan ni acercarse.

El "bowl" de La Perla fue impulsado por el artista puertorriqueño Chemi Rosado y levantado en 2006 junto a los residentes del barrio con escombros que se acumulaban en la zona. Se usa tanto para montar en monopatín, como de piscina cuando se llena de agua.

"Me encanta ver por las tardes a los niños bañándose, junto al mar y en su propia piscina", dice satisfecho el propio Chemi Rosado al pie de esta estructura, que ha aparecido ya en varias películas y multitud de documentales sobre el Puerto Rico actual.


Aunque el mar está bien cerca, "aquí en La Perla sirve para hacer surf, pero no para bañarse porque las corrientes son muy fuertes y las mamás no pueden traer a sus niños. Tampoco es amigable para los ancianos", comenta Chemi, sentando con los pies colgando dentro del "bowl" y rodeado de paredes con grafitis, varios de ellos retratos de jóvenes del barrio ya fallecidos.

En el "hoyo", como se conoce entre los locales a este barrio, hay unas 200 viviendas, aunque se dice que viven unas 300 personas, ya que hay muchas abandonadas y la mayoría están en un pobre estado de conservación.

"Propusimos que el bowl fuera hecho a mano para reflejar la idiosincrasia de La Perla, que también fue hecha a mano, porque aquí no podían entrar los camiones", rememora.

Ocho años después de su creación, y con la intención de darle otro brío a su ya icónica "piscina" o "bowl", Chemi encargó a su amigo Federico Herrero que pintara el interior.

"Mi trabajo habla de la energía del color, y de las formas; de crear una especie de lenguaje entre ambos parámetros. Me interesa el flujo", describe Herrero, quien estudió en Nueva York y ha expuesto en el Centro Cultural de Conde Duque, en Madrid, o el Museo de Arte Moderno de París, hasta en el de Arte Contemporáneo Watari o en la Aichi World Expo de Nagoya, ambos en Japón.

Una vez terminado -con la colaboración también de Edgardo Tomas Larregui, otro reconocido artista puertorriqueño-, y según Herrero, el "bowl" es ahora "un cruce de dos piezas que van a convivir, pero la que va a continuar siempre es la obra de Chemi", al que conoce desde hace mas de diez años.

Ninguno de ellos descarta que en unos meses, y de forma espontánea, otros artistas y habitantes del barrio hayan pintado de nuevo sobre esta estructura tan popular de la barriada que se extiende a las faldas de la muralla norte del casco histórico de la capital puertorriqueña.

Con tan solo tres puntos de acceso desde la ciudad, el barrio está encajonado al sur por la muralla del siglo XVII -una de las mejor conservadas del continente-, el Atlántico al norte, el bello Cementerio de Santa María Magdalena de Pazzis al oeste, y el Castillo de San Cristóbal al este.

Durante décadas tuvo muy mala fama, en parte debido a que se convirtió en un importante punto de tráfico y venta de drogas, aunque desde hace años lucha contra esa imagen.

A La Perla han cantado desde el mítico salsero Ismael Rivera -con letra de Catalino Curet Alonso, el gran compositor de este género y que está enterrado en el cementerio del barrio-, hasta Calle 13, la cara más internacional de la música boricua hoy en día.

"El bowl se ha convertido en un lugar de encuentro y de orgullo de la comunidad de La Perla, porque, al igual que el propio barrio, se ha levantado en un lugar invadido o tomado, y se ha hecho a mano para disfrute de todos, sin que jamás tenga aspecto de acabado", celebra Chemi.