El tercer día de las Fiestas de la Calle San Sebastián arrancó hoy desde las 8:00 de la mañana en el Viejo San Juan, sin reportarse hasta el momento mayores incidentes.

Desde temprano, cientos de personas ya caminaban por la calle principal del festejo camino al Cuartel de Ballajá, donde están ubicados los artesanos. El público también iba llenando las calles aledañas que conducen a las plazas Colón, La Barandilla y Armas, donde también se celebrarían actividades.

A las 9:00 de la mañana todavía se podía transitar libremente por la calle San Sebastián que empezaba a llenarse poco a poco. El tráfico también corría con normalidad. La música aún no palpitaba con fuerza, pues las comparsas apenas comenzaban a organizarse.

Camino a la Plaza del V Centenario, donde se encuentra la tarima principal del festejo, artistas y artesanos comenzaban a vender sus mercancías en las aceras de las calles. Se podían observar grabados, pinturas, camisas clásicas de las Fiestas de la Calle San Sebastián, así como collares, pulseras y otros objetos hechos a mano.

En ese recorrido llamaba la atención las camisas de Joaquín “El Chapo” Guzmán que idearon los jóvenes Wilfredo Vera y José Luis Negrón, de RC Design. “Pichea pa’ loco en la San Se”, leía la camisa en la que se veía al ex prófugo “jangueando” en las fiestas.

“Está fugao, anda fugao” y “Si no tienes camisa no viniste a la SanSe”, eran las frases que usaba Negrón para persuadir a los y las compradoras que empezaban a inundar la calle. Las personas se acercaban con curiosidad a ver las remeras, mientras asomaban una sonrisa al ver la creatividad y humor de los diseñadores.

“Hace como dos años hice unas camisas de Pablo Escobar cuando estaba la serie y las vendí todas como en cuatro horas, así que basado en esa experiencia este año hice estas del Chapo, no como algo serio, sino como algo sarcástico”, comentó Vera.

Frente a las camisetas, Alfredo José Báez, de 24 años, vendía sus libros de “arte y filosofía” hechos a mano. El joven, quien era la primera vez que vendía su arte en este festejo, señaló que quiso crear un concepto diferente y por eso unió conceptos universales con figuras espirituales para crear su propuesta.

“Me gusta la estética, pero que haya idea detrás del arte”, dijo.

A medida que pasaban las horas, los pasos se aceleraban y la calle comenzaba a sentirse más estrecha con la llegada, especialmente, de familias que aprovechaban la “tranquilidad” de la mañana para poder pasear por las calles y disfrutar de las artesanías. Los vendedores de frituras y bebidas hacían sus primeras ventas con los valientes que a las 10:00 a.m. ya mordían bacalaítos y alcapurrias, envueltos en servilletas humedecidas por la grasa. 

Ya dentro del Cuartel de Ballajá sobre 200 artesanos y artesanas tenían sus mesas preparadas con diversas obras de artes. Grabados, santos, xilografías, güiros, cuatros, muñecas de trapo, juguetes en madera, pulseras hechas con alambre y hermosas camisas en batik, eran algunas de las piezas que se podían observar. El público miraba, preguntaba y compraba artesanías de todo tipo, demostrando respaldo hacia nuestros artesanos y artesanas.

“El público puertorriqueño está bien abierto al arte y hay mucho respaldo. Recuerda que ya no hay muchas galerías y las que hay venden obras que son muy grandes y de miles de dólares y estos eventos nos ayuda a vender cosas más pequeñas y accesibles al público”, señaló la artista Madian Porrata Doria, quien lleva 20 años participando de las Fiestas de la Calle San Sebastián.

Zinthia Vázquez, una artista de 36 años, que volvió este año a participar del evento, luego de haber estado ausente por dos años, comentó que a pesar de la crisis económica los asistentes habían estado comprando y respaldando a muchos de los artistas jóvenes.

“El jueves fue sorpresivo en ventas y ayer, viernes, bajó un poquito, pero ya hoy se está moviendo y se ve que es un sábado tradicional en la San Sebastián donde viene mucha gente a comprar. Este año he observado a mucho joven trabajando y mucha gente abierta a apoyarlos y a adquirir obras que quizás no son tan tradicionales”, comentó.

A mediodía, el ambiente en las Fiestas de la Calle San Sebastián ya comenzaba a transformarse. Se escuchaba la algarabía, los pitos, las batucadas y las personas subiendo con panderetas y cantando el famoso estribillo “voy subiendo, voy bajando”.

Frente a la Plaza San José, la joven trovadora Rosaura Batista, cantaba música típica atrayendo a cientos de personas que aplaudían y bailaban al ritmo de nuestra tradición.  “Lo que me gusta de estas fiestas es ver el pueblo unido sin pensar en política ni nada de eso que nos divide. Estar aquí escuchando esta música que es la nuestra, que no es rap ni es el rock, es algo bueno, que nos une”, comentó Ernesto Valdés, de Toa Alta, quien acudió al evento junto a su esposa Marisol Matos.

El matrimonio coincidió que esta edición 46 de las fiestas ha sido la más organizada que han visto en los 20 años que llevan participando. Dijeron que tomaron el Tren Urbano desde la estación de Bayamón temprano y que no habían tenido problemas en llegar hasta el casco antiguo.

De vuelta a la calle donde hasta los adoquines bailan, venía la primera comparsa a ritmo de batucada. De lejos parecía un grupo más, pero a medida que se iban acercando se podían apreciar carteles de “Cristo vive”. Se trataba de una comparsa cristiana que aprovechó la ocasión para llevar su mensaje con cánticos de “Alábalo, alábalo, alábalo que vive”.

“¿De qué es eso?”, preguntó una mujer a un hombre, quien tomaba cerveza despreocupado de cualquier situación. “Eso es bueno son mensajes positivos”, dijo otra señora. La música seguía y la gente continuaba calle arriba.

Mientras tanto, el candidato a la gobernación por el Partido Nuevo Progresista, Ricky Rosselló, saludaba en una esquina al público, que lo saludaba y se retrataba con él, pero sin mayor efusividad.

Cerca de las 2:00 de la tarde, ya el ambiente en el Viejo San Juan era de total algarabía. Seguían llegando comparsas y miles de personas ya formaban parte de este gigantesco festejo que ha pasado de ser una fiesta de una calle y de una comunidad, para convertirse en una fiesta de todo Puerto Rico.