Hace 178 años nació en el barrio Cañas, de Mayagüez, un hombre cuyos principios humanos, sociales y políticos han trascendido en el tiempo. Ése fue el llamado “Ciudadano de América”, Eugenio María de Hostos. Educador, escritor, filósofo, político, periodista, sociólogo, férreo defensor de la independencia de Puerto Rico y de la igualdad de derechos para la mujer. “La razón no tiene sexo”, decía.

Son estos títulos los repetidos en una diversidad de biografías de Hostos, pero de todos, ser maestro fue su mejor vehículo para desarrollar ciudadanos libres, con pensamiento crítico, que posteriormente harían de sus conocimientos una gran aportación al país.

“No basta enseñar conocimientos, hay que enseñar a adquirirlos; no basta ciencia hecha, es necesario enseñar a formarla; no basta sujetarse y sujetar a la enseñanza en un método; es necesario enseñar a manejarlo. No basta enseñar a conocer, hay necesidad de enseñar a razonar”, decía el propio pensador de lo que hoy representa su legado. 

Sobre ese fundamento de menos método y mayor razonamiento crítico se fundamenta la filosofía educativa hostosiana, una que por ser adelantada a su época aún se utiliza en múltiples centros educativos.

Hostos nació el 11 de enero de 1839, producto de la unión de sus padres, Eugenio de Hostos y Rodríguez e Hilaria de Bonilla y Cintrón. A los 13 años emigró a Bilbao, España, a donde fue enviado para educarse por deseo de su padre. Estudió en la Universidad de Bilbao y luego ingresó a la Universidad de Madrid a estudiar derecho, carrera que no concluyó.

Desde España inició su movimiento de liberación de Cuba y Puerto Rico, entonces colonias de España, así como de unificación de América Latina. Se unió en Nueva York al grupo de separatistas cubanos que luchaban por la libertad de la vecina isla. En esa metrópolis dirigió el periódico La Revolución.

Su primera obra escrita la publicó en 1863, en Madrid, con el título La peregrinación de Bayoán. En ésta hacía una reflexión sobre la política colonial de España en las Antillas.

Considerado un genio del siglo 19, Hostos tuvo igualmente gran notoriedad en otros países latinoamericanos. En Argentina y Chile promovió el ferrocaril andino, lo que le mereció que la primera locomotora en cruzar Los Andes llevara su nombre. En Perú defendió a los trabajadores chinos de la explotación. En Venezuela contrajo nupcias con Belinda Otilia de Ayala. En 1888, fue invitado por el presidente de Chile a impartir su filosofía educativa del positivismo como director del Liceo Miguel Ángel Amunátegui. 

Durante la Guerra Hispanoamericana, José Martí lo nombró delegado del Partido Revolucionario Cubano, y desde su pueblo natal luchó en contra de la anexión de Puerto Rico a Estados Unidos.

Hostos murió en República Dominicana en el 1903. Tenía 64 años. Sus restos permanecen en el Panteón de los Hérores Nacionales en Santo Domingo. Su deseo era regresar a su patria una vez fuera libre.