Los huevos de Pascua nacieron, de hecho, de la tradición cristiana. Durante la Cuaresma, estaba prohibido comer productos animales (leche, carne y, por supuesto, huevos) pero las gallinas no tenían eso en mente cuando seguían con su producción. Por eso, muchas personas los cocinaban y guardaban, para regalarlos entonces el Domingo de Resurrección a sus allegados.

La tradición también tiene orígenes antiguos. La diosa de la primavera, Eastre (Easter, en inglés) era símbolo de fertilidad y era representada con un conejo que, supuestamente, incubaba los huevos, según la leyenda popular.

Ahora, ¿por qué de chocolate? Porque en el siglo 18 ya se manejaba bien este manjar centroamericano (derivado del cacao) en Europa, y los confiteros comenzaron a vaciar los huevos regulares y a rellenarlos de chocolate, creando la dulzura que conocemos hoy en día.

Los huevos que conseguimos en las tiendas no vienen estrictamente de adentro de un huevo de gallina, sino de moldes. Los colores y diseños son interminables, pero siempre bien recibidos por los amantes del chocolate. También se les consigue de caramelo, crema, marshmallow y hasta gelatina.  El proceso se puede hacer en casa: vacía los huevos con cuidado, usando una aguja gruesa para abrir un hoyito y dejando que salga la yema y clara. Llena una inyectadora con agua y ve enjuagándolos por dentro con delicadeza, de manera que no se rompa la cáscara. Una vez esté limpia, puedes rellenarlos con chocolate derretido (a temperatura ambiente) o incluso gelatina. Sella el hoyito con un pedacito de tape y ponlos en la nevera por varias horas. Luego, simplemente rompe la cáscara y tendrás tus huevos dulces.

Una decoración distinta

Si vas a seguir al tradición y cocinar huevos duros para regalar, normalmente se pintan usando agua caliente, vinagre y colorante vegetal, pero los huevos quedan de colores uniformes. Si quieres intentarlo de otra forma, puedes seguir esta sencilla fórmula con trozos de seda estampada y sábanas o trozos de tela blanca.

Necesitarás:

1.       Huevos crudos de cáscara blanca

2.       Tela de seda (camisas que ya no usas, pañuelos, etc.) y sábanas o tela blanca.

3.       Tijeras

4.       Amarras de alambre (twist ties) o cordeles

5.       Olla de cristal o de metal no reactivo

6.       Agua caliente

7.       Tres cucharadas de vinagre

8.       Pinzas de cocina

Procedimiento:

1.       Corta rectángulos de seda y tela, de acuerdo con el tamaño del huevo. Te debe sobrar un poco de tela para poder amarrarla alrededor del huevo sin que tengas que apretar demasiado.

2.       Envuelve primero el huevo con la seda estampada y luego con la tela blanca. Amarra bien.

3.       Coloca los huevos en la olla y cúbrelos con suficiente agua.

4.       Cuando hierva el agua, agrega el vinagre y baja la temperatura a lo más bajo. Cocínalos por 20 minutos o, si piensas comerlos, por más tiempo, para asegurarte que queden bien cocidos por dentro.

5.       Una vez cocinados, sácalos con las pinzas y ponlos en un recipiente a enfriar.

6.       Una vez fríos, desenvuélvelos… ¡y disfruta!

Fuentes: notiamerica.com, www.marthastewart.com