Entre ilusión y diversión, el Museo de Arte de Ponce recibió hoy la visita de los Reyes Magos de Juana Díaz con una fiesta familiar llena de tradición que se ha celebrado por 14 años consecutivos. 

“Es una oportunidad para mucha gente de venir al Museo, la entrada es gratuita, tenemos actividades todo el día y además también talleres que los niños disfrutan mucho. La tradición de Reyes es una muy arraigada en Puerto Rico y es un festejo que realmente no quisiéramos nunca dejar de llevar a cabo”, expresó Alejandra Peña Gutierrez, directora del Museo. 

Puntuales a las 2:00 p.m. llegaron los Reyes Magos de Juana Díaz, quienes desde el día 1 de enero se encuentran participando de su acostumbrada caravana por la Isla. Su llegada a Ponce fue precedida por visitas a diversos lugares en Juana Díaz, Manatí, Coamo y Trujillo Alto. 

La tradición de la conmemoración del Día de Reyes en Juana Díaz lleva 132 años y por los últimos 32 se ha celebrado la Caravana Nacional de Reyes, que ya ha visitado los 78 municipios de la Isla. 

“Luego de tres días intensos es obligatorio parar aquí. La visita al Museo siempre es especial, porque en las demás paradas, los niños disfrutan a los Reyes, pero aquí son los Reyes los que se disfrutan a los niños”, afirmó William John Santiago, uno de los organizadores de la caravana. 

En el Museo fueron recibidos con mucha alegría e ilusión. “¡Que vivan los Reyes!”, gritaban niños y adultos. 

A las 3:00 de la tarde habían entrado 2,610 personas, pero seguían llegando muchas más a presenciar la actividad que culminaría a las 5:00 p.m.

Un día lleno de diversión 

Desde las 9:00 de la mañana comenzaron a llegar las familias para disfrutar de las actividades del Día de los Reyes en el Museo y Zaíra Rentas fue la primera en llegar. 

“Es mi primer año participando de esta actividad y vine a traer a mi nene de tres años y a mis tres sobrinos”, comentó Rentas, residente del sector Perla del Sur de Ponce. 

Como parte de la fiesta de los Reyes Magos en el Museo, se llevaron a cabo varias actividades para el disfrute de toda la familia. La agenda comenzó con un taller de arte en el que decenas de niños confeccionaron coronas, escribieron sus cartas para los Reyes Magos y colorearon. Gabriel Ramírez, de 10 años de edad, vino desde Vega Alta con su familia y pernoctaron en Ponce para llegar temprano a la actividad. 

“Vine aquí para dibujar y ver a los Reyes”, comentó Gabriel mientras realizaba trazos con un crayón gris para darle un toque “plateado antiguo” a su corona. 

Al igual que ellos, muchas familias llegaron a las instalaciones del Museo para “mantener viva la tradición”. Este fue el caso de Helen Echevarría, residente de Peñuelas, quien asistió a la actividad acompañada de su madre Consuelo Rosa Pons y sus hijos Melanie Figueroa y Emmanuel Cintrón. 

“Todos los años visitamos diferentes fiestas de Reyes en diferentes pueblos. Quisimos convertirlo en una tradición para ellos para que esta costumbre de esperar y adorar a los Reyes Magos no se pierda”, afirmó Echevarría.

Además, los asistentes disfrutaron de exhibiciones de artesanías y recorridos gratis por las salas del primero y el segundo piso, para luego pasar al área del jardín a deleitarse con la música del dúo Cuerdas y Cadencias, y del grupo infantil Family K Club. 

Por su parte, la escritora Georgina Lázaro tuvo a su cargo la lectura del libro de su autoría llamado “¡Ya llegan los Reyes Magos!”, una tradición que comenzó desde el primer año en el que se llevó a cabo esta actividad en el Museo. 

“Cuando el Museo celebró la primera actividad de Reyes yo acababa de publicar mi libro y para mí se convirtió en una tradición venir aquí a leer el libro que narra lo que pasa en mi casa un día como hoy, víspera de Reyes”, comentó Lázaro. 

La autora se crió en el área de Miramar, en San Juan, y como no tenía donde ir a recoger yerba para cumplir con la tradición de dejar algo de comer a los camellos en los que viajan los Reyes Magos, esa tarde del 5 de enero visitaba a familiares que residían en Bayamón. Cuando Lázaro se mudó a un área rural de Ponce, hace 38 años, decidió invitar a sus allegados a la casa para buscar la yerba de los camellos y para agradarlos preparar un sancocho y unos bizcochos de dátiles a los que llama “trocitos de cielo” para compartirlos con los visitante. 

“Antes de venir para acá empecé con los preparativos del sancocho y de los ‘trocitos de cielo’ que les doy a las personas que me visitan esta noche”, comentó Lázaro.