No, no se trata de niños que actúan como grandes, con extenso vocabulario y formas demasiado corteses; más bien, es algo así como lo contrario: adultos -entre los 25 y 45 años- que se expresan como chicos, no en su lenguaje (aunque también) si no en sus gustos y aficiones.

El 'kidult', término que desde el inglés -no hay sorpresa en ello- determina a esa generación que no puede desprenderse de su adolescencia, parece estar por doquier; desde que apareció por vez primera en el 2000 en un artículo de la revista American Psychologist.

Tanta es la influencia de esta comunidad que diarios como The Guardian (Inglaterra) o Clarín (Argentina) reparan en el término y lo consideran clave en la cultura del presente siglo. Las barbas y la corbata pueden despistar, pero tras las chaquetas y la oficina, late un fan de Superman; respira un experto del PlayStation, del Xbox, del Wii; existe un telespectador de Cartoon Network, de las series animadas de FOX y MTV. Concluidas las ocho horas laborales -cuando ya no habitan con sus padres-, la gorra de Star Wars o la pasión por Flash y Linterna Verde aparecen con la misma fascinación con la que Marty McFly contempla el DeLorean.

Sus tendencias de consumo los retrotraen a la infancia, pero no por ello dejan de ver contenidos para adultos: un viernes de cerveza puede no hacerse en un bar de la ciudad, sino frente a una partida de la última versión de FIFA o quizá WarCraft.

Hay quienes hallan en la Web la fuente que sacia sus anhelos no cumplidos de la infancia: una figurita de colección de Mazinger Z, algún adminículo que inserte su admiración por el entretenimiento en las labores y responsabilidades del adulto. Las redes sociales también son de ellos: la edad promedio de uso de Facebook es de 45 años.

Señala Paulina Gordillo, en el reportaje titulado 'Generación Kidult' (Revista Diners. Mayo 2013), que el crecimiento de la esperanza de vida es un factor determinante para este comportamiento.

Según los datos que recoge, "los adolescentes perciben la vejez como una etapa cada vez más lejana y la subestiman, llegando a reverenciar todo lo que recuerde y ayude a prolongar la juventud". Pueden pertenecer a la comunidad 'geek' pero no se deben a ella exclusivamente; pueden vestir cual hipsters sin que los contenidos culturales 'sofisticados' les atraigan; caben entre los 'ninis', pero también hay quienes sí estudian y sí trabajan -tienen hijos incluso y con ellos comparten su aficiones-.

El 'kidult' no responde a la etiqueta de subcultura o tribu urbana. 'Kidult' es el apelativo para los miembros de una generación que añora los ochenta, esa década que propició todos los cambios tecnológicos y sociales que resultan en la dinámica actual: desde el Nintendo y el cubo Rubik, hasta 'MacGyver' y Madonna; crecieron criados por la TV y los 'happy endings'.

Se apunta que sobre ellos prima el arquetipo del hombre que se niega a madurar; es decir, de esquivar con la ficción y el juego las imposiciones de la vida real (entiéndase esta como el sistema de trabajo, familia o capital) y en psicología se les ha designado bajo el Síndrome de Peter Pan.

 Aunque -apunta el psicólogo Rodrigo Tenorio- a Peter Pan no le dieron la oportunidad de crecer y eso se refleja en la construcción de su identidad; en cambio, los 'kidults' se hallan "anclados" en una etapa, que si bien les permite realizar cosas de grandes, su inteligencia no se posiciona en el mundo de los adultos.

El comportamiento puede devenir negativo cuando es algo sintomático que les inhibe a pensar en una relación a futuro o en la estabilidad y se quedan enraizados en la niñez, compitiendo incluso -en cuanto a las tecnologías lúdicas- con los pequeños. Frente a las pantallas y entre las viñetas, con corbatas o sin ellas, los 'kidults' piden su porción del mundo.

Aquellos que dicen no al estudio y al trabajo

La palabra en castellano que los denomina apareció en México; pero lo que son y lo que hacen -o dejan de hacer- es una cuestión mundial.

Se trata de los 'ninis': el sector de la población que 'ni estudia ni trabaja'. Las edades fluctúan, hay quienes los ubican entre los 16 y 18 años y otros amplían el rango entre los 15 y los 34. Eso sí, están desempleados, son solteros, no buscan empleo, no quieren estudiar, viven con sus padres... más de uno gritará 'vagos'. Y puede ser, pues en un inicio el término apelaba a quienes se decidían por este estilo de vida de manera voluntaria; pero en la actualidad los 'ninis' también lo son por la falta de oportunidades laborales o las crisis que atraviesan ciertos países. Si algunos ven en ello desesperación, la cuestión no es tan absoluta, la mayoría de 'ninis' habita donde sus padres y recibe de ellos los mismos tratos de cuando eran más dependientes. Con esto se refleja que para que un 'nini' subsista sus padres deben ser consentidores y haber alcanzado una posición económica y social, por más estable.

En Europa, España es el país con el porcentaje más alto de 'ninis', con un 23,7% de la población; mientras que en Latinoamérica, México lidera con un 24%.

Con esos índices los riesgos para la sociedad permiten ser medidos en términos de marginación, exclusión y discriminación; además de angustia y falta de producción... También influye, en este grupo poblacional, la cultura de la inmediatez y la tecnología; pero siendo estos factores los de menor alcance y problemática.